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Edición N° 61 - Año X - Marzo de 2013    

A PROPÓSITO DEL DÍA DE LA MUJER

Otras formas de violencias que las flores no borran

En los últimos tiempos ha habido un avance social y político que permite definir modos no físicos de abusos y maltratos contra las mujeres. Esas violencias no son por lo general noticias para los medios y lucen como naturales en la conciencia social.

Por Fabián Rojas

El origen de la designación del "día" fue revolucionario. En Rusia, el 8 de marzo del histórico año 1917, en la desesperación por el hambre que acorralaba, las mujeres salieron a reclamar por las calles de Petrogrado, en el contexto de la Primera gran guerra. Ese hecho se inscribió en las cimientes de la Revolución Rusa. Otro de los grandes acontecimientos marcados tuvo lugar en Estados Unidos, cuando más de 140 trabajadoras que habían reclamado mejores condiciones laborales murieron calcinadas en un incendio de una fábrica textil. Y otro hito, entre muchos más, es el de Olimpia de Gouges, quien poco después de la Revolución Francesa publicó el manifiesto "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana". La escritora demandaba un trato igualitario de la mujer respecto del hombre en todos los aspectos de la vida, públicos y privados. Olimpia fue guillotinada.
La violencia, corporizada en injusticias y asesinatos, fue abonando con hierba mala la existencia de la mujer a lo largo de la historia. Pero ya la mencionada Olimpia de Gouges marcaba en su manifiesto que la violencia androcéntrica contra la mujer no era sólo física, sino que se materializaba de distintas maneras erosionando la dignidad humana pero también la ciudadana, lo cual es histórico y llega hasta el presente más palpable y cotidiano: "En San Juan no hace falta ser muy perspicaz para ver dónde hay una mujer, cuya capacidad es indiscutible, pero ello responde a una visión de género: en el Ministerio de Educación. Podemos tener una Directora de Hospital, porque se supone que las mujeres somos buenas para eso de cuidar enfermos, pero una sola vez en la historia de la provincia hubo una Ministra de Economía. Jamás hubo una mujer a cargo del Ministerio de Obras Públicas o Directora de Vialidad. ¿Tuvo alguna vez Obras Sanitarias una mujer en su dirección? ¿Alguna mujer fue miembro de la Corte de Justicia de la Provincia? ¿Dirigió alguna vez una mujer la cárcel?", inquiere la Mg. Mónica Riverós, directora del Depto. de Ciencias Políticas de la FACSO. "Cuando a una mujer se la subestima en sus tareas, capacidades técnicas, físicas e intelectuales, es violencia", redondea Edith Liquitay, presidenta de la Federación Universitaria de San Juan.

Nombrar para que exista

"La desigualdad, al durar siglos, aparece como natural en la conciencia social. Pero hay ideas que hoy están en debate por el accionar de movimientos por derechos específicos, que han avanzado enormemente en las últimas décadas", señala Perla Werlner, dirigente del Movimiento de Mujeres Sanjuaninas. Y es que con el devenir del tiempo, y sobre todo por la movilización de mujeres, las distintas formas de violencias comenzaron a ser nombradas y cobraron entidad. "Son formas solapadas, encubiertas, que se expresan a diario, como descalificación; uso en los medios de imagen de mujer como mercancía; proliferación de programas de TV denigrantes y cuasi prostibularios; difíciles condiciones de trabajo teniendo en cuenta la doble jornada laboral de la mujer, presionada por deber demostrar eficiencia como empleada y madre-ama de casa, donde juega su papel la culpa al considerarnos principales responsables de la familia", anota Werlner. En tanto, Edith Liquitay contribuye a la enumeración: "Hay violencia cuando un docente le dice a su alumna que use 'faldita' para el examen, o no se la escucha en una reunión o charla por subestimar la importancia de su opinión".
Por su parte, la Mg. Paula Mateos, del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la FFHA, describe que es un gran avance social y político que se haya llegado a definir otras formas de abusos no físicos como violencias. "En este grupo entra el menosprecio, la desvalorización, el maltrato verbal, las prohibiciones, el control obsesivo, los celos, la falta de atención", describe. Luego afirma que existen otras formas de violencia no física más sutiles, de las cuales son víctimas mujeres y otro/as miembro/as subalternos en la sociedad. Se trata, por ejemplo, dice Paula Mateos, del lenguaje sexista, que engloba en un masculino genérico a todas y todos, de todas las edades. "Desde el lenguaje se habilitan cuestiones tan dispares como que se puedan hacer insultos de desvalorización de la condición femenina, a entender que los mejores en cualquier deporte son los hombres, siendo las mujeres una suerte de invitadas a una fiesta que es, básicamente masculina", apunta.

Saberes no sexistas

La educación es un ámbito en el que aún existe un largo camino por andar. Como dice Paula Mateos, no sólo se trata de enseñar a hablar de "todos y todas", sino que es necesario avanzar hacia la construcción de saberes no sexistas. Mateos lo ejemplifica así: "La enseñanza de anatomía que se realiza en las escuelas consiste en el estudio desde la exposición de una imagen de cuerpo de varón, donde se visualiza el aparato digestivo, circulatorio, el esqueleto, etc. Solamente para hablar del aparato reproductivo se analiza el cuerpo femenino. Ello implica una negación de lo femenino en cualquier otra función que no sea la estrictamente reproductora".
Pero esta especialista ahonda más en su análisis, y sostiene que este tema se asocia a una cuestión que constituye una biopolítica de los cuerpos femeninos. "Esto es que el control del cuerpo femenino implica el control de la mujer y en definitiva el triunfo de la sociedad patriarcal apropiándose de las mujeres. En esto talla fuerte la presencia de la moral religiosa basada en la imposición de dogmas para que las mujeres no puedan decidir acerca de su propio cuerpo o en las prácticas vejatorias, tales como la ablación genital", afirma.

Iniquidad e inequidad laboral

Al control, aislamiento, celos patológicos, acoso, actitudes desdeñosas, palabras hirientes, frases despectivas, observaciones desagradables, dudas sobre la salud mental, denigración de sus capacidades intelectuales o críticas a su físico, a la mujer suelen sumársele malos tratos e inequidades en el trabajo. E incluso muchas veces aquellas mismas violencias nombradas brotan en el universo laboral.
"Es violento no tomarte en un trabajo si no tenés ciertas medidas en tu cuerpo", denuncia Edith Liquitay en un claro señalamiento de la cosificación que sufre la mujer en el mundo del trabajo. Y a la vez, la inequidad: "Por igual trabajo, las mujeres tienden a recibir menos paga que los hombres, sobre todo en el caso de los sectores más pobres o con menor instrucción. Ello sin contar que la forma más extendida de trabajo femenino, el trabajo doméstico, muchas veces no tiene remuneración salarial ni reconocimiento social", refiere Paula Mateos.
Y una consecuencia desprendida de este universo es la violencia como presión económica. "Se trata de una forma particular de violencia psicológica, una trampa, un chantaje suplementario que impide salir al otro de la relación alienante. El hombre intenta inducir a la mujer a abandonar el trabajo para quedarse en casa alegando que los niños son infelices, que la casa está descuidada", aduce la Lic. Laura Ávila, investigadora y docente de la FACSO.
La violencia no física contra mujeres no es por lo general "noticia" para gran parte de los medios. Queda volatilizada, abstracta, dando vueltas en un aire enrarecido que ahoga a muchas mujeres, pero pocas veces sale a la superficie, a no ser por el trabajo realizado por determinadas instituciones y movimientos. Mientras tanto, se sigue tomando ese "día" hasta como una cuestión de galantería. "Por eso, una caja de bombones o una flor para el Día de la Mujer no borra desigualdades, descalificación o discriminación", sentencia la Mg. Mónica Riverós.

 

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