FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
Escribe:
Dra. Mirta Tosoroni
Directora del Centro de Mediación (FACSO)

Del conflicto a la pacificación

Creado hace 6 años, el Centro Universitario de Mediación de la Facultad de Ciencias Sociales aborda la problemática del conflicto y dicta cursos para docentes, estudiantes y para la comunidad en general. Su directora ofrece esta visión de un tema que no pierde actualidad.

 

Desde una perspectiva planetaria, el tránsito del conflicto a la pacificación constituye el desafío del tercer milenio; pues como afirma Rosa María Bea, se trata de lograr la concientización acerca de la vía bélica y la vía negociada como únicas opciones posibles.
La vía bélica se asienta sobre un mito genético, por el cual se considera al Hombre como un animal bélico.
La vía negociada descansa sobre la creencia de que ninguna conducta humana está genéticamente determinada. Esta vía pertenece a la esfera del Homo Negociador, capaz del manejo constructivo de la co- existencia. Es sabido que, si bien los seres humanos somos proclives al conflicto, también poseemos la trascendencia de voluntades individuales direccionadas hacia la construcción de la pacificación.

La guerra y la paz

Posicionados desde otra epistemia, consideramos que a la par de creencias limitantes, que hacen las veces de profecías autocumplidas, están las creencias facilitantes, que entrañan una revisión de las creencias acerca de la guerra y la paz.
Al respecto, Sara Zamir, educadora israelí, indica las diferentes definiciones construidas en torno a los dos conceptos; así la guerra provoca "respuestas de causalidad" que están referidas a "lo que la gente hace".

 

En tanto la paz, como su antónimo, genera respuestas menos consistentes, tienen que ver con "lo que la gente siente".
Podemos trabajar desde un concepto de paz negativo asociado a la "ausencia de guerra". Aquí la guerra es el evento dominante, posee un principio y un fin, se le identifica con un nombre, nos hace conocer su origen. Posee una imagen clara, heroica y se la glorifica.
La guerra posee cuatro nociones fuertes:

1) Desconfianza cimentada en la confianza excesiva en el "yo sé", (congnitiva), y el "siento que" (emocional).

2) Demonización del enemigo que apareja como correlato la victimización del enemigo, por la cual no se acepta que la otra parte sea también una víctima. Las caras del enemigo, objetivadas desde una mirada sesgada, constituyen una forma binaria de mirar: "está con nosotros" "está contra nosotros".

3) Mistificación de la guerra a partir de los beneficios que puede generar el hecho bélico, por ejemplo réditos económicos de la carrera armamentista.

4) la guerra como cultura, parte de una presión que puede resultar innata y también promovida y aceptada por los aportes de la literatura, el cine, la historia y no sólo desde los uniformes y las armas.

La paz contiene, por su parte, una imagen difusa, es un término abstracto, evoca silencio y quietud, debiera llamarnos la atención que no se nombra a los tiempos de paz. Resulta difícil identificar comportamientos pacíficos.
Desde un concepto de paz positivo no es la mera ausencia de guerra, apareja nuevas connotaciones que nos llevan a involucrarnos como sujetos activos en un proceso de paz, como proceso complejo.
Desde el ideograma chino, conflicto está compuesto de WEIT que significa peligro y posee una orientación hacia el pasado, y CHI, que significa oportunidad de entendimiento, se orienta al futuro.
Si comparamos al conflicto con una piedra de afilar, ésta cumple una doble función: pule o hace polvo.
Una definición positiva de paz es aquel estado de convivencia entre hombres, que la obstruyen.
Desde nuestra mirada debemos internalizar el concepto de utopía como el camino hacia lo realizable, basado en la esperanza activa, de cara a la acción, en forma continua, sucesiva. Lo que exige vocación de servicio, actitud de vida.

Enseñar la Paz

En esta era de violencia subyacente es necesario privilegiar una pedagogía de la paz sustentada en una intervención temprana que se inicia en la Escuela a nivel preventivo y se proyecta hasta la edad avanzada. Esta propuesta debe comprender ejes temáticos basados en una filosofía de vida, en ámbitos de aplicación variados: familia, organizaciones barriales, grupos donde nos insertamos desde la recreación o el trabajo. También incluirá una metodología de trabajo, que en forma paralela apunte a la acción y sea capaz de afianzar la autoestima de los actores sociales involucrados.
La pedagogía de la paz se basa en la aplicación de estrategias concretas. Una de ellas es la formación de Mediadores para la paz. Se trabaja previamente con la sensibilización de toda la comunidad educativa a través de jornadas, talleres, encuentros grupales de reflexión, para luego comenzar desde el Nivel Inicial, con la formación en valores a través de distintos medios (imágenes, cuentos, actividad lúdica, teatral, títeres, rincón de paz, etc); en los niveles subsiguientes se profundizan temas disparadores a través de la transversalidad temática: Cultura y Pedagogía de Paz, abarcando la mayor cantidad posible de asignaturas.
La formación de formadores capacita a los docentes en las Teorías del Conflicto, Comunicación y Negociación, lo que les permite trasmitir tales conocimientos a sus alumnos (Mediación entre Pares), en situación áulica, para que sean ellos mismos quienes gestionen pacíficamente sus diferencias (Alumnos Mediadores).

Otra importante estrategia es la Participación Ciudadana. En este caso se estimula el aprendizaje de la participación ciudadana como proceso social en el cual se comprometen los ciudadanos para la consecución del bien común, incidir en la marcha de la vida colectiva a través del de- sarrollo del pensamiento crítico sobre la violencia estructural.

Las otras dos estrategias son el Trabajo sobre Futuros Posibles, que apunta a estimular en las personas la creación de futuros posibles y preferibles al presente actual; y el Desarrollo de Vínculos Transversales, que significa trabajar sobre la prevención, por ejemplo integración de Niños Down al Nivel Inicial.
Esto se realiza a través de una metodología que contempla cuatro tipos de trabajos: Diálogos participativos; Diálogos Creativos; Escucha Generativa y Alegato Sin Rebatir (ambas se fundan en la Escucha Activa); Indagación y Reformulación desde la Diversidad para la construcción del Consenso.
Los niveles de intervención constituyen una secuencia donde se contempla: Capacitación para el diálogo cívico; Prevención, mediante el fortalecimiento de los derechos humanos a través de la percepción, internalización y cumplimiento de los deberes que entrañan; Resolución con aplicación de metodologías pacificadoras en la administración del conflicto; Contención a través de la creación de nuevos vínculos de carácter transversal que privilegien la aceptación de las diferencias; y Construcción de Paz mediante la responsabilización personal en los procesos de construcción de la pacificación, es decir, construir la capacidad local en el área de resolución de conflictos a través del trabajo de redes.

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