E D I T O R I A L

E S C R I B E
Benjamín Kuchen
Rector - Universidad Nacional de San Juan

El debate
científico e ideológico
es una necesidad

A diferencia de otras instituciones, la Universidad, desde un punto de vista ideológico y de su opinión, no es homogénea sino que en su conjunto presenta una gran diversidad de posiciones. Es una estructura jerárquica, considerada únicamente en su dimensión administrativa o de gobierno. La comunidad universitaria está conformada por un conjunto de personas –docentes, no docentes, estudiantes, egresados- que piensan y deben pensar con autonomía, ya sea en forma individual o grupal, si es que lo hacen desde grupos organizados o partidos políticos. Ninguna autoridad administrativa puede imponer silencio a un miembro o grupo que emite su opinión. En el contexto universitario la voz de la autoridad, aunque compromete a la institución, es una más.
La vida universitaria se caracteriza por la generación de ideas, tanto en el ámbito político, como en el ámbito del conocimiento. Así conviven distintos paradigmas a partir de los cuales se reflexiona sobre la realidad. La universidad, Ideológicamente, puede representarse como un plano. En esa horizontalidad surgen las opiniones singulares, fundamento de su fortaleza, que le ha permitido subsistir en época críticas. Se asemeja a un conjunto de nodos inteligentes que tienen su opinión y que pueden y deben exteriorizarla en forma independiente, comprometiéndose con ella.
En determinadas circunstancias la sociedad exige a la institución universitaria posicionarse frente a un problema específico que tiene fuerte incidencia en la población. En tal caso, lo más saludable es que las ideas emerjan de las distintas áreas del conocimiento y de los cuerpos de gobierno colegiado. Poco importa la posición de la autoridad. Por el contrario, el debate ideológico y científico se convierte en una exigencia y es necesario para formar corrientes de opinión en la sociedad.
Igualmente, en una dimensión política, aunque no esté planteado como objetivo de manera explícita, las universidades son formadoras naturales de cuadros políticos. En sus claustros reaparecen los distintos sectores sociales, representantes de tantos programas políticos como partidos se constituyan en la sociedad. Por eso, puede afirmarse que la mayoría de los dirigentes políticos ha tenido su principal etapa de formación en las universidades.
Desde esta concepción, se desprende como principio orientador que la institución universitaria debe promover, por un lado, la generación de los espacios de deliberación y debate para el desarrollo del conocimiento y, por otro, la independencia, por parte de la institución, de estructuras políticas que tiendan a polarizar o dirigir la discusión ideológica. Tal principio constituye una garantía para la vigencia del orden democrático como estilo de vida

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