AÑO IV - Nº30 - SEPTIEMBRE 2007  

La UNSJ en el Seminario Internacional de Educación Superior

Desafíos universitarios
en América Latina y el Caribe

La UNSJ participó del “Seminario Internacional de Educación Superior, Transformaciones Sociales y Desafíos Universitarios en América Latina y El Caribe”. Este encuentro se desarrolló durante el mes de julio en la ciudad de Buenos Aires y fue preparatorio para la Conferencia Regional de Educación Superior 2008, que tendrá lugar en Cartagena, Colombia, que a su vez será una reunión preparatoria para la Conferencia Mundial de Educación Superior del año 2009, en la ciudad de Paris, Francia.
El seminario fue organizado por el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación Sede Regional Buenos Aires -ambos organismos dependientes de la Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura- y la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Ciencia y Técnica de la Nación.
El objetivo del seminario fue reflexionar sobre los problemas que caracterizan la educación superior en la región y acordar los temas que se expondrán en el encuentro mundial de París. Durante el desarrollo se analizaron los aspectos comunes y diferenciadores que caracterizan la educación superior de la región, entre ellos, el sentido social de la universidad en el siglo XXI, la pertinencia de la educación superior, el impacto social de algunas carreras en áreas de vacancia y la vinculación con los modelos de desarrollo, la investigación científica, la transferencia tecnológica, el financiamiento de la educación universitaria y las posibilidades concretas de construir un espacio común regional.
Participaron del encuentro ministros de educación de los países de la región y autoridades universitarias de Argentina, Latinoamérica y Europa.

Algunas conclusiones

En representación de la UNSJ, asistió al seminario la licenciada Norma Rossa, vicerrectora de esta casa de altos estudios. Tras su regreso de Buenos Aires, la funcionaria comentó para Revista La U algunas de las conclusiones que dejó el encuentro. “Una idea clave fue considerar la complejidad y desigualdad que presentan los sistemas educativos de la región, tanto entre los diferentes países como entre los propios sistemas y niveles de cada país. Un ejemplo claro de esto último lo constituye Brasil, que viene instrumentando desde hace algunos años programas específicos para acentuar la formación en posgrados y ha conseguido resultados en cantidad y calidad, sin embargo, sigue siendo un país con enormes niveles de analfabetismo” dijo la vicerrectora.
Con respecto a las particularidades diferenciadoras que presenta la educación universitaria argentina, Rossa puntualizó que nuestro país sigue siendo, en promedio, el lugar de mayor cantidad de personas de entre 18 y 24 años con algún grado de formación superior. Este fenómeno fue valorado positivamente por los asistentes extranjeros al seminario, aún cuando la mayoría de esas personas no hayan concluido sus estudios, otra característica propia del sistema universitario argentino.
También se abordaron en el seminario las consecuencias que dejó en la educación superior de la región las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante los años ‘90. Por entonces, “con la excusa de que todos los esfuerzos debían orientarse a la instrucción básica, es decir, a que todos supieran leer y escribir, se descuidó la formación superior y, como se sabe, no hay forma de desarrollar un país sin educación superior y fortalecimiento del desarrollo tecnológico” comentó Rossa, a propósito del enfoque que caracterizó el análisis del tema.

Otro asunto importante abordado en el encuentro fue el fenómeno conocido como fuga de cerebros. Al respecto, la vicerrectora de la UNSJ señaló que los organizadores se mostraron gratamente sorprendidos por la conferencia que ofreció sobre el tema el Rector de la Universidad de Salamanca. En su exposición, el catedrático se mostró contrariado ante la situación de querer seguir llevándose a Europa, a través de programas de becas y ayudas específicas, a los estudiantes latinoamericanos destacados y, al mismo tiempo, sentirse responsable de la continuidad de un proceso de descapitalización de conocimientos que sufre la región. Fue la primera vez que en este tipo de encuentros, “alguien, desde el otro lado del mostrador, confiesa algo que todos sabemos”, comentó la funcionaria.
Con respecto a la formación de posgrado, hubo coincidencias por parte de los asistentes en enfatizar la necesidad de fortalecer las políticas desde los estados nacionales en acuerdo a los modelos de desarrollo de cada país.
Además, se discutió la necesidad de afrontar acuerdos comunes entre los diferentes países, tratando de poner especial interés en ofrecer mayores posibilidades a través de sistemas de becas u otro tipo de alternativas similares, según comentó la vicerrectora.
La reunión de Buenos Aires fue apenas el primer paso camino al encuentro mundial de París de 2009, donde los organizadores confían en llegar a presentar un diagnóstico lo suficientemente representativo de la realidad de la educación superior en Latinoamérica y el Caribe y ofrecer propuestas superadoras.
La tarea no será fácil. El trabajo seguirá el año próximo en Colombia

La educación superior en el mundo

La última reunión mundial convocada por UNESCO para discutir el estado y los desafíos de la educación superior trascurrió en París, en 1998. El éxito de aquel encuentro estuvo respaldado por un largo proceso de preparación, que tomó casi una década, en la que se realizaron conferencias previas en diferentes regiones del mundo.
Con la participación de organizaciones gubernamentales y no-gubernamentales de todo el planeta, el encuentro acordó una “Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción” y un “Marco de Acción prioritario para el Cambio y el Desarrollo de la Educación Superior”.
La declaración comprendió tres grandes secciones, intituladas: I) Misiones y funciones de la educación superior; II) Forjar una nueva visión de la educación superior; y III) De la visión a la acción. En la primera sección se adoptaron los principios claves referidos a la misión de educar, formar y realizar investigaciones, así como los que guardan relación con la misión ética de la educación superior, su autonomía, responsabilidad y función prospectiva.
En apretada síntesis, la declaración afirma que la misión clave de la educación superior es contribuir al desarrollo sostenible y al mejoramiento del conjunto de la sociedad mediante:
a) la formación de diplomados altamente calificados que sean, a la vez, ciudadanos participativos, críticos y responsables.
b) la constitución de un espacio abierto para la formación superior, que propicie al aprendizaje permanente.
c) la promoción, generación y difusión de conocimientos por medio de la investigación científica y tecnológica, a la par de la que se lleve a cabo en las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas.
d) la contribución que la educación terciaria puede dar a comprender, interpretar, preservar, reforzar, fomentar y difundir las culturas nacionales, regionales, internacionales e históricas, en un contexto de pluralismo y diversidad cultural;
e) la protección y consolidación de los valores de la sociedad, “velando por inculcar en los jóvenes los valores en que reposa la ciudadanía democrática y proporcionando perspectivas críticas y el fortalecimiento de los enfoques humanistas”.
f) el aporte al desarrollo y mejora de la educación en todos los niveles, en particular mediante la capacitación del personal docente.
En cuanto a la función ética, la autonomía y la función prospectiva, la declaración propuso trabajar por “preservar y desarrollar sus funciones fundamentales, sometiendo todas sus actividades a las exigencias de la ética y del rigor científico e intelectual”.
La declaración estableció también que las universidades tienen “una especie de autoridad intelectual”, que la sociedad necesita para ayudarla a reflexionar, comprender y actuar. Tal autoridad deben ejercerla de manera autónoma y responsable, para lo cual deben reforzar sus funciones críticas y progresistas mediante un análisis constante de las nuevas tendencias sociales, económicas, culturales y políticas, desempeñando de esa manera funciones de centro de previsión, alerta y prevención; y, utilizar su capacidad intelectual y prestigio moral para defender y difundir activamente valores universalmente aceptados, y en particular la paz, la justicia, la libertad, la igualdad y la solidaridad.

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