Universidad Nacional de San Juan - Argentina - Nov.-Dic. 2006 - Año III - Nº 25

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Médico, investigador y funcionario

Ramón Carrillo…
el arquitecto hospitalario

“Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica, psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana.” Ramón Carrillo

ESCRIBE
Ing. Carlos Picco
Docente - Investigador
INAUT (Instituto de Automática), DEA (Departamento Electrónica y Automática) Facultad de Ingeniería - UNSJ

Este año, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional (del 9 de diciembre de 2005), fue declarado “Año de homenaje al Doctor Ramón Carrillo”. Por este motivo, y por la necesidad académica de contar con una guía para el contenido de módulos referentes a la arquitectura hospitalaria de la asignatura “Instalaciones Hospitalarias”, encomendé a los alumnos de 5º año de Bioingeniería que realizaran una monografía-resumen como trabajo de cátedra. Los alumnos debían adaptar a los mencionados módulos el texto de la obra del sanitarista santiagueño, “Teoría del Hospital”, a partir de una copia del original que conseguimos tras algunos años de gestión en la Biblioteca del Congreso de la Nación.

Recordamos al Doctor Ramón Carrillo como el primer Secretario de Salud Pública de la Nación (1946). De su promiscua acción como neurocirujano en la actividad hospitalaria, reconocido mundialmente por sus méritos, escritos, conferencias y acción en pos de la Sanidad Pública.
Es famosa su “Política Sanitaria” fundamentada en tres principios: Todos los hombres tienen derecho a la vida y a la sanidad / No puede haber política sanitaria sin política social / De nada sirven los éxitos de las técnicas médicas si no llegan al pueblo.
Basado en estos principios creó su famoso Plan Analítico de Salud Pública, que fundamentó en la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”; dividió al país en áreas geográficas, creó todas las normas y principios de funcionamiento y delegó las funciones.
Llevó a cabo el programa que llamó “Teoría del Hospital” (motivo del trabajo de nuestros alumnos). Este es un compendio doctrinario con principios orgánicos sobre la conformación arquitectónica-técnica-administrativa de los hospitales, que él mismo diseñó con su estilo. Una prueba elocuente de ello, son los más de 4200 establecimientos sanitarios, hospitales, hogares-escuelas, centros de salud, hogares de ancianos y niños, que se construyeron durante su gestión al frente del Ministerio, apoyado incondicionalmente por Perón, durante el 1º Plan Quinquenal.
Fue el gestor-motor de las “Grandes luchas sanitarias”, impulsó la Campaña contra el paludismo (considerado en su momento por la Organización Mundial de la Salud -OMS- como el mayor emprendimiento sanitario del mundo, debido a la cantidad de personal, vehículos, horarios, etc.), llevando de 300.000 casos en 1946 a sólo 137 en 1950. Fruto de su avasallante e incansable empuje fue también la primera fábrica de medicamentos del país (EMESTA).
Renunció posteriormente al Ministerio por celos y envidia de obsecuentes políticos; se exilió voluntariamente sin que le dieran lugar a su legitima defensa, no fue escuchado por sus detractores, enfermó y falleció en 1956, como otro más de los grandes de nuestra patria, lejos de ella y de sus seres queridos; y sin el merecido reconocimiento que este año hemos emprendido.

Quiero, finalmente, testimoniar con este recuerdo al gran sanitarista; sugiero al mismo tiempo, a los interesados en su vida y obra, la lectura de la biografía de su corto pero acaudalado paso entre nosotros, que han escrito su hermano y sobrino, Arturo y Augusto Raúl Carrillo: “El hombre, el médico, el sanitarista”

Un visionario incansable

Extraído de “Ramón Carrillo. El hombre, el médico, el sanitarista”, por Arturo y Augusto R. Carrillo

Ramón Carrillo nació el 7 de marzo de 1906 en la ciudad de Santiago del Estero y a los dieciocho años, impulsado por su vocación por la medicina, ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. En 1927 obtuvo por concurso el cargo de practicante en el Hospital Nacional de Clínicas. Y en 1929 se recibió de médico dedicándose a la neurocirugía.
En 1930 obtuvo una beca universitaria para realizar estudios de posgrado en Holanda, Francia y en Alemania, especializándose en neuropatología.
A su regreso de Europa, a fines de 1933, quedó a cargo de la organización del Laboratorio de Neuropatología del Instituto de Clínica Quirúrgica. Alternaba por esos años su formación científica con una sólida actividad humanista, cultural y política. Políticamente abrevaba en el nacionalismo de la década del 30: advirtió que éste es un país cultural, mental y económicamente colonizado. A partir de 1939 se hizo cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Allí conoció al General Juan Domingo Perón.
Fundó, y a partir de 1944, dirigió el Instituto Nacional de Neurocirugía. Fue elegido Consejero de la Facultad de Medicina en 1944 y luego Decano Interino en 1945. Fue el creador, organizador y primer Presidente de la Escuela de Postgraduados en la Facultad de Medicina, con orientación hacia la medicina social y preventiva. Fue fundador de la Sociedad Argentina de Historia de la Medicina, publicó 140 monografías sobre temas vinculados a la neurología, psiquiatría, histología y patología del sistema nervioso, con especial referencia a la neurocirugía y a la historia de la medicina.
Creador del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, su labor fue de gran trascendencia, no sólo abarcó el país sino que se proyectó a toda América Latina y el mundo, de modo tal que sus principios constituyen una de las bases de la Organización Mundial de la Salud, en especial cuando declara a la Salud como un derecho inalienable de los pueblos y obliga al Estado a garantizarlo en forma indelegable.
Habiendo dejado hacía tiempo la función pública y afectado por una enfermedad hipertensiva, Carrillo debió viajar a los Estados Unidos. De tal modo, el derrocamiento del gobierno constitucional en septiembre de 1955 lo halló tan alejado de la política como de su patria. Como consecuencia de su enfermedad, falleció el 20 de diciembre de 1956. Fue enterrado en el Cementerio Santa Isabel de Belem do Pará (Brasil), donde había sido destinado para atender a los mineros, hasta que, en 1972, sus hijos repatriaron los restos para enterrarlos en su provincia natal.
El resumen de las obras más importantes entre 1946 y 1954, periodo en que se desempeñó como Ministro de Salud, enumera 141 hospitales, 60 institutos de especialización, 50 centros materno-infantiles, 16 escuelas técnicas, 23 laboratorios e instituciones de diagnóstico, 9 hogares-escuela, centros sanitarios y centros de salud en todas las provincias; duplicación del número de camas hospitalarias en el país; “campañas integrales” para eliminar endemias, logrando la eliminación del paludismo; formación y organización de recursos humanos; reducción de la mortalidad infantil a la mitad y nacionalización de la industria farmacéutica.

 

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