Huellas de la crisis
en discursos sociales de los argentinos
ESCRIBE
Liliana Berenguer
Profesora de Letras
Departamento de Lengua y Literatura Castellana
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes - UNSJ
La gran crisis que estalló
en la Argentina en diciembre de 2001 marcó un punto
de inflexión en todos los ámbitos de la vida
del país. Los diarios y revistas han mostrado
la realidad del día a día, intentando ponerle
palabras a esa sensación de ruptura y caos que vivimos
los argentinos. Hechos de violencia con víctimas mortales,
cinco presidentes que se sucedieron en el término de
unas pocas semanas, caída de la convertibilidad peso-dólar,
confiscación de los depósitos de los ciudadanos
por el Estado Nacional... esta conmoción tan profunda
ha generado discusiones y reflexiones que se convirtieron
en multitud de discursos para intentar entender la crisis
y buscar salidas ante esa sensación de “haber
tocado fondo”.
Desde nuestro interés por el lenguaje, las integrantes
del equipo de investigación del proyecto “Marcas
gramaticales emergentes en discursos sobre la crisis argentina”
nos preguntamos: ¿cómo es la lengua con que
hablamos de la crisis? ¿de qué manera se reflejan
en los discursos los cambios políticos, económicos,
sociales, culturales que generó? y recíprocamente,
¿cómo se orientan las prácticas discursivas
para generar cambios en la vida social del país? Aspiramos
a registrar algunas claves de esos cambios en los discursos
que circularon cotidianamente entre nosotros.
En esta búsqueda hemos trabajado con conceptos elaborados
desde la lingüística cognitiva, una disciplina
que concibe el lenguaje como una capacidad estrechamente conectada
con la manera en que el hombre capta la realidad. En otras
palabras, la perspectiva desde la cual los seres humanos enfocamos
nuestras experiencias, se refleja en cómo hablamos
sobre ellas: en el rol más destacado o más difuso
que adquieren los actores de los hechos que narramos, en el
grado de detalle con que representamos los sucesos, en las
metáforas a que recurrimos para ponerles palabras a
nuestras vivencias y sensaciones...
Los textos escolares
frente a la crisis Otro
propósito del equipo fue analizar cómo
se proyectan estas vivencias colectivas generadas
por la crisis en los discursos que se leen en
la escuela, particularmente en el Polimodal. En
este nivel de enseñanza la diversificación
disciplinar posibilita el abordaje, la descripción
e interpretación de los hechos desde una
perspectiva histórica, social o ético-política.
Por otra parte, los alumnos de este nivel suelen
constituir la masa laboral nueva al egresar de
la escuela, y por tanto es importante que hayan
debatido con docentes y compañeros sobre
los contenidos aludidos.
Nos planteamos diversas preguntas. Los textos
que leen los alumnos de Polimodal ¿realizan
efectivamente análisis de la realidad actual
o se quedan en la referencia de hechos lejanos?
¿Cuáles sí y cuáles
no? Estos textos ¿establecen lazos entre
la última gran crisis nacional y las crisis
que cíclicamente ha sufrido la Argentina?
¿Interpretan las relaciones entre la realidad
actual y las decisiones políticas de la
década anterior? ¿Con qué
lenguaje se abordan los hechos mencionados? Estos
interrogantes guiaron el análisis de otro
tipo de textos: los textos escolares para chicos
de Polimodal, mirados desde los textos periodísticos
sobre la crisis. |
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Una crisis con muchas aristas
Para construir una síntesis que
abarcara los principales aspectos de la crisis, recorrimos
un vasto corpus de artículos (alrededor de 200) seleccionados
de los grandes diarios nacionales. Ellos han difundido en
los últimos años, extensos fragmentos de análisis
y reflexión que a su vez mencionan libros o escritos
no siempre accesibles al público medio. Por ello nos
pareció importante ampliar las fuentes periodísticas
con algunas publicaciones de especialistas, imprescindibles
para señalar ejes conceptuales que enmarcaran nuestras
observaciones sobre el lenguaje.
Entre los aspectos de la crisis señalados en los discursos,
ocupan un lugar destacado el problema de una clase dirigente
inescrupulosa (en textos de Lanata, o Seoane), la discusión
en torno a la inseguridad y sus responsables (Feinman, Pasquini
Durán), la abismal brecha que separa a pobres y ricos
(Sarlo, Berenblun), los fenómenos de protesta social
y de autogestión como reacciones de la sociedad civil
(Gabbeta, González, entre muchos otros), una deuda
con dos caras: hacia fuera y hacia dentro del país
(Sarlo...), la crisis en el sistema educativo (Braslavsky,
Sarlo, Montes), el impacto de la ruptura socioeconómica
en la salud de la gente, la lúcida manifestación
de los artistas denunciando la miseria y la inequidad...
Nuevos actores sociales
En el caótico escenario de la crisis
emergen personajes inusitados dentro del ámbito público.
Uno de ellos es la mujer argentina. La que en otro momento
de nuestra historia se distinguió con un pañuelo
blanco para proclamar su razón, a partir de diciembre
de 2001 irrumpió nuevamente en calles y plazas, esta
vez con cacerolas. Objeto culturalmente asociado a la mujer
y a la intimidad del hogar, la cacerola se volvió de
repente instrumento de combate, de denuncia activa de injusticias
sociales, y muy pronto se convirtió en metonimia de
la actitud femenina de confrontación y lucha.
En el marco de las redes de trueque -una de las respuestas
más organizadas de la sociedad civil ante la crisis-
el rol de la mujer es muy activo, puesto que mayoritariamente
asume el papel de coordinadora del nodo. También se
desenvuelve activamente entre los recuperadores urbanos o
“cartoneros”. En los discursos, se presenta como
agente de las acciones solidarias o se le ‘otorga’
un lugar privilegiado de enunciación a través
del estilo directo, con verbos introductorios que destacan
su protagonismo. “’Es impresionante ver cómo
crece esta propuesta’, dijo Estela, la coordinadora
del flamante nodo. ‘Como la clase media se está
cayendo a pedazos –insistió- esto constituye
la única alternativa para ayudarnos entre nosotros’”.
[Trueque]
El proyecto Grameen Bank, conocido como “banco para
pobres”, es también escenario casi exclusivo
de las mujeres, quienes constituyen el 96% de los 5,04 millones
de prestatarios de la institución en el mundo. En Argentina
la actuación femenina en esta modalidad financiera
resulta similar a la que se observa mundialmente.
Ya sea como vocera de su grupo, ya sea como beneficiaria o
agente de intercambios, la mujer emerge como participante
destacado en la elaboración de los discursos. Así,
la estructura sintáctica ayuda a la elaboración
semántica, que muestra cómo el grupo femenino
se ubica en un rol innovador con respecto a los habituales
horizontes de expectativas que supone la cultura en que vive.
Otra figura pública ligada a la crisis es la del piquetero,
un personaje que ha recibido distintas valoraciones durante
los meses más álgidos de convulsión social.
Al principio despertaron admiración en los argentinos,
por los hechos de Cutral-Có y la valiente actitud evidenciada
frente a la crisis de YPF. Después se instalaron como
fenómeno urbano y crecieron como poder respecto del
poder del Estado (diciembre de 2001 a junio de 2004). Las
críticas de la gente comenzaron a hacerse acerbas cuando
percibían “que los piqueteros querían
competir con Blumberg” o cuando destrozaron o tomaron
diversos locales. La política firme de Kirchner de
no reprimirlos los dividió, con lo que perdieron fuerza
(a partir de julio de 2004). Entonces los ataques de la prensa
hacia ellos transitaron el eje de la burla y el ridículo.
Esta evolución en el humor de la prensa puede rastrearse
en los cambios de los universos metafóricos referidos
a piqueteros. Cuando estos grupos despertaban una actitud
de empatía, las metáforas para hablar sobre
ellos eran mayoritariamente táctiles (Los discursos,
a contramano del termómetro, se fueron calentando.
[Piqueteros 3]). Luego de algunos meses, las expresiones metafóricas
se tornaron preferentemente visuales (La política con
los piqueteros quedó bajo la lupa. [Piqueteros 35]
...creen que pueden ocultar a los desocupados abajo de la
alfombra... [Piqueteros 48]), cuando se tomó distancia
de ellos por considerarlos una amenaza social.
Otro síntoma lingüístico de la posición
de la prensa es en el lugar sintáctico que ocupan preferentemente
las menciones a los piqueteros en un corpus de 58 artículos
donde ellos se constituyen en tema del discurso. Es esperable,
desde los estándares discursivos, que el tema coincida
con el sujeto clausular, con su muy plausible rol de agente.
No resulta así en este caso. De un total de 28 cláusulas
transitivas cuantificadas en que tanto sujeto como objeto
son Colectivos Humanos, en 15 casos las menciones a piqueteros
ocupan la posición de objeto y sólo en 6 la
de sujeto. Los piqueteros son aislados, seducidos, debilitados,
limitados, sacados de la calle, etc., más veces que
aquellas en que encolumnan, encabezan o denuncian. Hay en
ese particular sesgo de la sintaxis del discurso de muchos
autores, una expresión clara de la poca capacidad que
se atribuye a las agrupaciones populares, de iniciar acciones
que afecten a otros grupos. La sintaxis trasluce, como siempre,
una ideología que condiciona fuertemente las opiniones
colectivas.
Algunas claves lingüísticas
de la crisis
En estudios puntuales sobre la lengua
de la crisis, se abordó el estudio de las metáforas
que han nacido para conceptualizar ese período. En
lo que respecta al tema de la inseguridad social y sus causas,
se descubre una estructura metafórica general que opone
distintas voces y orientaciones cuando se trata de depositar
culpas y responsabilidades sociales. Una de las miradas que
se evidencia en los discursos es crítica “hacia
abajo”, ya que vincula la plaga de la actividad delictiva
con la pobreza y de este modo se criminaliza a las clases
más desposeídas. Otra orientación, en
cambio, culpa a “los de arriba”, destacando los
vínculos de la inseguridad con el terrorismo de Estado,
la corrupción policial y el narcotráfico. Esta
diversidad de miradas permite abstraer ecuaciones que constituyen
una verdadera estructura metafórica:
La Crisis es Diferencia arriba-abajo de la pirámide
social
La Crisis es Diferencia tener-no tener poder
La Crisis opone Valoraciones negativas-positivas de las mismas
cosas
La Crisis conduce a enfrentarse-solidarizarse
Un
rasgo fundamental es la segmentación de la mirada.
El espacio social que representan los discursos sobre la crisis
está lleno de separaciones y quiebres que revelan la
ruptura del tejido social.
La metáfora actúa sobre los argentinos como
un poderoso catalizador de tensiones. Expresa los dolores
más fuertes, las vergüenzas más abyectas
y los propósitos más sublimes. El lenguaje –como
siempre- construye una realidad que se superpone a otras realidades
y con ellas teje la vida social.
En cuanto al alcance de las metáforas, hemos visto
más frecuentemente metáforas aisladas (esos
“chispazos” del ingenio argentino, siempre ocurrente,
siempre sutil) y algunas que organizan discursos: la cohesión
hace lo suyo solicitando al autor la continuidad de un sistema
metafórico a lo largo del texto. Mucho menos presentes,
hay algunas metáforas ya instauradas en la “formación
discursiva” de los medios sobre la crisis. Dado que
el equilibrio logrado hasta el momento es endeble, ningún
sistema metafórico común explica el proyecto
de vida argentino de hoy.
Otro rasgo del lenguaje especialmente significativo en los
discursos sobre la crisis es la negación. Se entiende
la negación como un rechazo explícito o implícito
que el hablante formula acerca de una determinada situación.
Esto nos permite interpretar adecuadamente no sólo
el contenido morfológico y léxico negativo de
nuevos casos, sino estrategias discursivas y pragmáticas
que representan formas de “decir sin decir” acerca
de temas de actualidad. Además de la concentración
numérica en lugares clave de los discursos, se advierte
una gran diversidad en cuanto a tipos de negación,
que pueden revisarse en distintos niveles de organización
gramatical.
En el corpus existen temas que son universalmente negativos,
como la des-ocupación. Sobre este aspecto social de
la crisis se han registrado negaciones morfológicas,
uniones de base léxica y afijo negativo, unas más
frecuentes y otras que resultan nuevas o inusuales. Entre
las ya conocidas: inestabilidad laboral, desventaja, desprotección
de las familias, inaccesible, disparidades, incapacidad, desposesión,
requisitos innecesarios, incertidumbre, deflación,
desfavorecidos, desregulación de contratos de trabajo,
desmoronarse y desentenderse. Otros nombran realidades nuevas,
cada vez más frecuentes: impermeabilidad de estratos
sociales, “trabajador desalentado” (el que ya
no busca trabajo), desculpabilizante (uno de los efectos que
produce, en el desocupado, la discusión pública
acerca de la desocupación), desvalorización
del rol masculino, depresión severa (nueva en este
contexto), “desanclaje” de los sujetos individuales
(con respecto a su grupo, quien teme perder el empleo se vuelve
individualista, o no solidario: “átomos sociales”
según Foucault [Sin trabajo]), son algunos de los numerosos
casos registrados.
Es muy notoria la necesidad de crear neologismos o giros nuevos
para nombrar aspectos del problema que no habían sido
detectados antes. Por ejemplo, el fenómeno general
“des-ocupación” necesita ahora ser nombrado
por términos diferenciados: además de los conocidos
desempleo y subempleo, encontramos también “subempleo
invisible, constituido por ocupaciones de productividad e
ingresos bajos, carentes de protección y estabilidad,
denominados genéricamente como informales” [Sin
trabajo]. Algunos autores recomiendan inclusive hablar más
genéricamente, de la “disocupación, conjunto
de desórdenes que introduce la desocupación
efectiva o su amenaza, en la vida laboral de muchas personas:
sobreocupación reactiva, pluriocupación (o sea,
llevar a cabo, a veces en la misma jornada, trabajos diversos
y dispares), `métiers renversés` (o sea, realizar
un tipo de tarea distinta de aquellas en las que se es más
experto y preparado), etc.” [Sin trabajo]. En el contexto
de la cita anterior, resulta muy llamativa la connotación
abiertamente negativa que tienen prefijos del español,
como sobre- o pluri-. Dado que generalmente describen situaciones
muy dolorosas para las personas que asumen las conductas nombradas,
los propios prefijos –usados en lugares especiales-
asumen valores negativos: el estrés, la ansiedad y
el agotamiento real que devienen de las situaciones de sobre-
o pluriocupación tiñe de matices inesperados
a esos morfemas clásicos del español. Por otra
parte, en la misma cita vemos la incorporación de un
sintagma completo del francés (`métiers renversés´)
para nombrar otro fenómeno vinculado, pero distinto,
y que aún no recibe una denominación habitual
en nuestra lengua.
En otros niveles de organización (sintaxis, léxico)
son recurrentes las expresiones negativas que se cuantificaron.
Inclusive se ha propuesto una categoría de negación
a nivel discursivo, la “negación referencial”,
donde el tema de la noticia es un suceso “que no ocurrió”.
REFERENCIAS
[Piqueteros3] “Masivos actos
piqueteros y 25 heridos por una explosión”. Clarín
21/12/03
[Piqueteros35] Van der Kooy, E. “Kirchner en un punto
de inflexión” Clarín 4/7/04
[Piqueteros48] “Los pares de Moyano le dan la espalda
a la llegada de Castells” Diario de Cuyo 12/8/04
[Sin trabajo] Beccaria, L. y López, N. (comp.) Sin
trabajo. Las características del desempleo y sus efectos
en la sociedad argentina. UNICEF. Losada, 1996.
[Trueque] Castillo, D. “El trueque sigue generando movimiento
en la provincia” Cuyo, 6/3/02
Equipo
de Investigación
Directora: Verónica Orellano
Co-Directora: Leonor Marra
Integrantes: Adriana Collado Madcur,
Laura Villavicencio y Liliana Berenguer
Departamento de Lengua y Literatura Castellana
FFHA - UNSJ |
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