Las PASO que no pasan

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Las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) no son una elección de cargos de conducción partidaria sino de representantes del partido que gobernarán al conjunto de la sociedad.

Por Álvaro Olmedo (*)

Imagen: Telam 

En Argentina, las elecciones primarias se resuelven en las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). La Ley Nº 26.571 fue sancionada por el Congreso de la Nación en el año 2009 e incorporada en el 2011 como parte del proceso electoral.

Desde entonces y más allá de las formalidades de las formas, las PASO constituyen una evolución sustantiva en la democracia real. Generan una instancia categórica de participación ciudadana.

Antes de las PASO, las candidaturas se resolvían puertas adentro de los partidos políticos. En el mejor de los casos se dirimían en una interna cerrada; otras, con la venia de la camarilla gobernante y, la más de las veces, con el dedo largo del mandamás de turno.

Vale aclarar que no se trata de la elección de cargos de conducción partidaria. Son los representantes del partido que gobernarán al conjunto de la sociedad. Ergo, es lógico que en esa decisión suprema participe la sociedad en su conjunto.

Nunca como en la elección 2023 se había puesto de manifiesto la validez de esta forma electiva. Los dos principales frentes políticos de la Argentina dirimirán sus candidaturas con el concurso plural de todos los electores.

Por un lado, Bullrich y Rodríguez Larreta expresaron su vocación de aspirar al sillón presidencial; por otro, Massa con el aval mayoritario del partido tiene idénticas pretensiones. Sin embargo, nadie le impidió a Grabois el derecho político de ser elegido. En ambos frentes será el pueblo soberano el que, conforme a sus valores, intereses y preferencias, decida.

La argumentación en contra de este inmenso avance del ejercicio democrático es que hay que ir a votar una vez más. Cuando está en juego la democracia y la República, ese argumento resulta una nimiedad que no resiste el mínimo análisis.

Otro de los argumentos que cada tanto se escucha es “el costo de la democracia”. ¿Cuánto cuesta un acto eleccionario? Podríamos preguntarnos ¿Cuánto costó el autoritarismo de los procesos militares que se eligieron así mismos?

Nadie cree que la democracia es perfecta. Luego de los últimos 40 años de ejercicio, la democracia tiene una deuda inmensa para con los ciudadanos. No fue capaz de achicar las inmensas asimetrías entre los distintos sectores ni de asegurar que el que menos tiene, tenga el mínimo para no vender a precio vil su fuerza de trabajo. La real, la que pretende superar la democracia ficcional supone un sistema de iguales. No el igualitarismo antinatural sino la igualdad de derechos económicos, culturales, sociales y políticos entre los ciudadanos.

La democracia es el menos imperfecto de los sistemas políticos concebidos por la humanidad. Hasta tanto haya otro régimen cultural para la resolución de la Res pública, de los errores de la democracia se sale con más democracia. Léase: con más participación y más compromiso ciudadano. No hay soluciones mágicas.

Las PASO se asemejan a las primarias de los Estados Unidos. A ningún ciudadano del norte se le ocurriría la eliminación de las primarias.

Habrá que seguir avanzando sobre las primarias abiertas para ponerlas en valor y que el votante pueda juzgar los beneficios y perjuicios de las mismas. También hay que complementarlas con debates ideológico-políticos y de propuestas que superen los discursos edulcorados y las sonrisas photoshopeadas de los candidatos y candidatas.

Pero nadie debería dudar de que las PASO tienen un efecto positivo para los propios partidos políticos porque los obligan a superarse y a abrirse a la sociedad, pero también para los ciudadanos a partir de una oferta electoral más amplia y depurada.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, escritor y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan.