Mujeres sanjuaninas

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Revista La U presenta la primera de una serie dedicada a las mujeres sanjuaninas.

 

Por Elio Noé Salcedo

“Hay una historia que no está en la historia, que sólo se puede rescatar aguzando el oído y escuchando los susurros de mujeres”, dice la Prof. Patricia Blanco en Mujeres, música y memoria en San Juan. 1900-1930. Y restituirles la historia –añade-, es “devolverles su pasado y la memoria en general”. Pues bien, si de rescatar la historia de la mujer sanjuanina se trata, comencemos por el principio.

Teresa Asencio: fundadora de nuestra estirpe

Para entender nuestra historia como sanjuaninas y sanjuaninos, dentro de la cual se inscribe la historia de las mujeres en particular, resulta necesario reparar en ese hecho fundamental que ocurrió poco tiempo después de la Fundación de San Juan en 1561 y como consecuencia de la Fundación de Juan Jufré: el 20 de mayo de 1563, la hija de Juan Huarpe, conocido también como el cacique Angaco, fue bautizada con el nombre de Teresa de Asensio, y antes de 1570, a menos de ocho años del acto fundacional, la hija del Huarpe se había casado con el capitán Eugenio Mallea, segundo de la expedición de Jufré.

Esa unión traería consecuencias “irreparables”, y la historia ya no podría volver atrás, porque el español Mallea y la huarpe Asensio tendrían seis hijos: Julián Asensio de Mallea; Elvira Guerrero de Mallea y Asensio, mujer de Juan de la Barrera y Estrada; Luciana de Mallea y Asensio, mujer de Baltasar de Quiroga y Lemos, natural de Chile; Petronila de Mallea, casada con Juan Gil de Heredia; Cristóbal de Mallea, marido de una de las hijas de Alonso Rodríguez Lucero; y Eugenio de Mallea y Asensio.

Definitivamente, por mera consecuencia natural de descendencia, los hijos de Teresa Asensio y del español Mallea serían nuestro antecedente germinal directo más lejano, con una particularidad que no permitiría volver atrás la historia: a partir del nacimiento de los hijos de Mallea y Asensio, no seríamos más españoles ni huarpes sino indo-ibero-americanos, es decir, en términos actuales, latinoamericanos, esa palabra que resume en nuestros días nuestra identidad y macro nacionalidad.

Esa es a partir de entonces nuestra estirpe, mitad de la cual nos la proporcionaría Teresa Asencio. Ella fundaría en San Juan lo que el mexicano José Vasconcelos llamará “la quinta raza o raza cósmica”, “fruto de las anteriores y superación de todo lo pasado” *.

 

 

Paula Albarracín de Sarmiento, una mujer sin concesiones

Como lo ha afirmara el propio Sarmiento en Recuerdos de Provincia, su familia estaba “tristemente marcada por la menguada herencia que había alcanzado hasta su madre”, que era la única que sostenía el hogar y que prescindía de los “accidentales aportes” del padre. Nada tenía que ver su madre con aquella “mediocridad muy vecina a la indigencia” de la que hablara el hijo en su primer folletín publicado en 1843 en Chile, haciéndole poco honor a su provincia, a su familia y en particular a su madre.

Muy por el contrario, como el escritor lo admitiría en Recuerdos de Provincia, Paula Albarracín “sabía leer y escribir en su juventud” –cosa no muy común ni usual en aquellos tiempos tanto para hombres como para mujeres-, y era una mujer “de inteligencia clara y sin concesiones hechas a la vida”. Es más, “a los veintitrés años emprendió una obra superior, no tanto a las fuerzas cuanto a la concepción de una niña soltera: con el producto de sus tejidos que consistía en una pequeña suma de dinero y con la ayuda de dos esclavos de una tía rica echó los cimientos de la casa que debía ocupar en el mundo al formar una nueva familia, sin ayuda de más nadie”.

En aquellos tiempos –relata Sarmiento- cualquier mujer industriosa, y lo eran todas, aun aquellas nacidas y criadas en la opulencia, podía contar consigo misma para subvenir a sus necesidades”. Es más, “la reputación de omnisciencia industrial la ha conservado mi familia hasta mis días, y el hábito del trabajo manual es en mi madre parte de su existencia, confirma su biógrafo**.

No podría esta mujer plena quedar afuera de ninguna historia de la mujer y menos de la mujer sanjuanina, por más breve o sintética que esa historia sea.

 

* J. Vasconcelos (1923). La raza cósmica.

**D. F. Sarmiento (1850). Recuerdos de Provincia.

 


Imagen de portada: Doña Paula Albarracín de Sarmiento. Casa Natal y Museo D. F. Sarmiento. Fuente Diariohuarpe.com