La amalgama de Barbie ¿Todas queremos ser como ella?

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Esquivando dos semanas de spoilers, finalmente vi Barbie, la película que dejó sin pintura rosa al mundo, invitó a la “Pink performance” y revivió el ritual de ir al cine presencialmente, como pasaba antes.

Por Belén Ferrer

Para empezar, quiero comentarles sobre su directora: ella es una auténtica Barbie cineasta. Greta Gerwig hace de todo: es también actriz, productora y guionista. Hizo películas con excelentes críticas como Francis Ha y Lady Bird y fue la primera directora en recaudar 1.000 millones de dólares en taquilla.

Por otro lado, el Ken de esta Barbie es el guionista de la película, Noah Baumbach, que escribió los mejores guiños a este mundo (al de Barbie). Su última propuesta fue Historia de un Matrimonio, un excelente drama sobre el divorcio y las relaciones de pareja en la actualidad.   

Primeramente, Barbie invita a performatear la vida: vestirse de rosa para ir al cine, jugar un rato a ser la Barbie que añorábamos de niñas.

Con guiños a Odisea en el Espacio, Barbie comienza revolucionando el mundo de un grupo de niñas hartas de jugar a ser madres. Barbie puede ser todo lo que quiera ser, y en una acción pigmaliónica, se vuelve de carne y hueso y se hace presente en nuestro mundo.

Barbie históricamente nació como una opción para que las niñas pudieran proyectarse más allá de ser madres, cada Barbie podía ser lo que quería: veterinaria, sirena, doctora o cantante.

En el film, Barbie finalmente desea volverse humana, pero nosotras seguimos queriendo ser como ella. Esta vez su mundo se abre para conocer la plasticidad de su realidad y a ella se le presenta el nihilismo de la nuestra. En ambos mundos nada es natural. En ambos mundos los extremos gobiernan.

Para profundizar en estos mundos, le consultamos a Ana Pereyra, periodista, militante feminista, estudiante avanzada de Ciencias Políticas y de Comunicación y experta en Barbie, quien en la noche de Power Point, organizada por el Grupo Fandom, dio una gran justificación de porqué una película de Barbie la hizo socialdemócrata.

Ante la pregunta de dónde nos encuentra ideológicamente esta película, Ana, parada desde un feminismo reflexivo, nos comenta que, primeramente, desde el feminismo es muy difícil explicar el fenómeno ideológico, sobre todo, porque durante muchos años la construcción social y mediática lo ha pensado como un bloque homogéneo, cuando en realidad nunca ha sido así: “De hecho, lo que estamos viviendo ahora socialmente es descubrir la heterogeneidad dentro de ese feminismo, que es una heterogeneidad contradictoria y aunque no deja de ir en contra de los principios básicos que fundaron el movimiento, muchas veces no encuentra puntos de acuerdo con otros sectores del feminismo. Entonces creo que, dependiendo de cómo nos vinculamos con el feminismo, es cómo miramos a esta película y a todas las interrogantes que aporta Greta Gerwig”.

Feminismo, una cuestión en construcción

La entrevistada analiza qué es lo que la Directora pensó que Barbie tenía para aportar en estos términos: “Obviamente es una película bastante progre, o sea, responde a los valores que hemos tomado como base de nuestra sociedad al día de hoy. Primero, hay una crítica a la idea de un feminismo hiperidealizado. El feminismo es una cuestión en construcción, no podemos esperar que sea perfecto, y no podemos esperar que haga las cosas bien todo el tiempo. Esta es una de las cosas más bonitas que me dejó la película de Barbie: ser feministas también es entender que tenemos derecho a equivocarnos, y es un aporte, una enseñanza que creo que el mismo movimiento está tratando de incorporar al día de hoy. No estamos en el 2014 como para que se nos cancele completamente por eso. En algún punto parecía que se había villanizado a la mujer que quería tener una vida estereotípica, digamos esto de formar una familia, tener hijos y ser jefa de hogar. Está buenísimo que hayamos abierto las puertas para que las mujeres que no entraban dentro de ese estereotipo puedan ser libres de explorar lo que querían hacer con su vida. Lo que no está bueno es criminalizar socialmente a estas otras mujeres que quizás entraban dentro de ese estereotipo. Esa es justamente la idea de abrir las puertas, me parece súper compleja la cuestión ideológica, y creo que reducirla es ser injusta en muchos puntos”.

Ana Pereyra (izquierda): «Esta es una de las cosas más bonitas que me dejó la película de Barbie: ser feministas también es entender que tenemos derecho a equivocarnos».

Por otro lado, Ana nos dice que tanto Barbie como el feminismo han ido evolucionando y creciendo. Por eso, mirar a Barbie y a sus orígenes con el diario del lunes y con el feminismo de hoy le parece un poco injusto: “Creo que la película hace un trabajo maravilloso en mostrar eso con Sasha, la hija de Gloria. La protagonista cree que el concepto de Barbie había revolucionado el mundo y lo había transformado para bien, y Sasha le niega todo eso. En esa dinámica está la cuestión de la propia crítica interna del feminismo, a mí me parece que esta crítica del feminismo políticamente correcto es válida, pero no podemos dejar de lado los aportes que tiene ese feminismo políticamente correcto, que desde ese lugar de lucha ha conseguido cosas que quizás la confrontación directa no hubiera conseguido porque son espacios que se conquistan mediante otras estrategias. Entonces ese feminismo es útil para dar voz y para representar a esas mujeres que no terminaban de encajar. Si nos quedamos solamente en eso y en que Barbie hizo todo mal, nos estamos perdiendo de un montón de cosas que sí que ayudaron y empoderaron a mujeres en su momento”.

Lo que muestra el humor

Para Ana, el mensaje de trasfondo es que acá no hay gente que tenga la verdad absoluta y la película maneja esto espectacularmente a través del humor: “Creo que el humor es una herramienta maravillosa para mostrar y poner en evidencia tanto los errores del progresismo como los del machismo, y ser capaces de hacer una autocrítica sin necesidad de dejar todo de lado. Si no podemos dejar de pensar en blancos y negros tenemos un problema como sociedad. Creo que el humor y el humor usado en este tipo de contextos es lo que nos hace realmente aprender y dirigirnos como sociedad a un futuro mejor”.

Rarita

Otro planteo que llama la atención en la película es la existencia de la Barbie rarita, una especie de disidencia, apartada de la norma que va a ser central en la resolución del conflicto y en el empoderamiento de las Barbies: “Para mí que es como una representación de la sororidad, esto de que las diferencias que nos separan en muchas cosas las podemos poner a trabajar para algo que nos beneficie a todas. Y eso es lo que tiene de valioso el feminismo. Y más, este feminismo de hoy que es consciente de la heterogeneidad que tiene en su interior. Es pensar que esto existe, pero no va a tirar abajo el feminismo, no es el botón de autodestrucción del movimiento, sino que tenemos que aprender. Barbie no quiere ser como la Barbie rarita, pero puede trabajar con ella, porque al final no están tan lejos como creen, pero siguen siendo distintas, y eso es muy importante”.

Estereotipos

En cuanto a que la protagonista sea la Barbie “estereotípica”, Ana nos comenta: “Creo que la cuestión del estereotipo es algo que se genera todo el tiempo. Nosotros tenemos estereotipos heredados, que son los que criticamos, pero también estamos generando estereotipos ahora, y esto de la crítica al progresismo también es porque hay estereotipos progresistas. Lo que creo que la película hace es representarlos y ponerlos a dialogar y estos son diálogos de cuestiones muy de nuestra vida cotidiana. Creo que Greta tiene esa magia de sorprendernos bastante a menudo cuando hace una película, entonces a mí en lo personal no me decepcionó esta forma de plantearlo”.

Barbie quiere ser humana

En cuanto al final, con Ana coincidimos en que largamos una carcajada: “El final honestamente fue una combinación fantástica para mí. Venía muy movilizada, porque la peli venía como con ese final muy melancólico y muy de encontrar tu camino, tu destino y demás. Y con la visita a la ginecóloga, me pareció brillante”. Barbie ahora tiene órgano sexual y eso es lo que la hace totalmente humana.

Barbie intenta amalgamar todo, la aceptación de la realidad, la convivencia con los Ken, la elección del camino difícil que necesita de zapatos cómodos, pero sin perder la identidad: sus zapatos finalmente no tienen tacos, pero son rosados.

Hablar de consumo cultural nos permite pararnos en una vereda para hablar de Barbie como lo que es: una película que de alguna manera muestra una realidad como sociedad en la que el feminismo ya no parece totalmente contrahegemónico, que quizás ha llegado a un estadío de normalidad y comodidad, está en boca de todas/os y por eso corre riesgo de no cambiar las problemáticas profundas. Sin embargo, no podemos dejar de aceptar que transformó la vida de muchas, como nos marcó nuestra entrevistada. Igualmente, Barbie no es sólo eso, es una propuesta artística, llena de imágenes, colores, planos, movimientos, actuación. Y para eso existe, para abrirnos a un mundo de preguntas que probablemente no tenga respuestas cerradas, como casi todo en la vida.

Lo logrado con el feminismo no se va a evaporar por ver una película mainstream, al contrario, pienso que esta película expone globalmente muchos de estos logros, pero nos toca a nosotras seguir profundizando las luchas según nuestras necesidades.

Guste o no, Barbie logra lo que logró en nuestras infancias: pensar nuevos mundos, ficciones y realidades manejadas por nosotras.