Habiendo
trancurrido algunas semanas del
penoso recuerdo del golpe, es atinente hacer algunas reflexiones
con menor impacto de lo afectivo. Mirar para atrás
no es la búsqueda de venganza sino rescatar la verdad
para crecer con la dignidad que se merece todo pueblo.
La conmemoración del golpe del
24 de marzo de 1976 ha tenido un efecto importante en la
Universidad Nacional de San Juan. Quedó claramente
expresado en casi todos los actos que no se hacía
una referencia explícita al golpe, sino a sus características.
Desde su nacimiento, nuestro país fue afectado por
muchas interrupciones en su vida democrática pero
esta, a la que aludimos, es muy diferente.
No se referencia el golpe como tal,
como forma de acceder al poder, procedimiento que reprobamos,
sino a los objetivos, metodología e implicancias
del mismo: la represión ideológica, la tortura
y la desaparición de personas para implantar el terror
de estado e imponernos un cambio de modelo de país.
Un modelo orientado a la dependencia en todos los aspectos
y al fortalecimiento de las clases dominantes que lo impulsaron.
Se persiguió a aquellos que querían una Nación
más digna, más independiente, más equitativa
y con un desarrollo autónomo.
La Universidad en general fue muy afectada.
Su intervención, el 24 de Marzo de 1976, no
es un hecho más, sino un símbolo porque la
Universidad constituía un centro de generación
de ideas y a partir de allí un motor que movilizaba
la sociedad. Se quemaron libros, se perdió calidad
académica y científica y lo que es aberrante,
desaparecieron personas. Nuestra Universidad en particular
sufrió un fuerte daño. Casi el noventa por
ciento de los desaparecidos de San Juan eran universitarios
de los distintos estamentos: alumnos, profesores y personal
de apoyo.
Pese al impacto negativo, la Universidad subsistió.
Al repliegue durante la dictadura, seguido de la resistencia
de la década pasada al ataque de los conceptos de
universidad estatal, pública y gratuita, se impone
ahora dar respuestas, con compromiso, a requerimientos sociales
formando buenos profesionales y generando conocimiento según
parámetros de calidad y pertinencia. El ejercicio
pleno de la cátedra universitaria, las propuestas
de proyectos de investigación, creación y
extensión para atender problemas sociales, el aliento
de la memoria activa y vigilante, el afianzamiento de la
identidad y el sentido de pertenencia a una comunidad son
las acciones que deben fortalecerse en la Institución.
La Universidad es el ámbito
adecuado para desarrollar la cultura del trabajo, el estilo
democrático de vida, la cooperación y la solidaridad,
valores que la apuntalan y la convierten en factor de cambio
social.