Después de la Reforma del 18, “la Universidad seguía sin llegar a los sectores populares”

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El 22 de noviembre de 1949 quedaba suspendido el cobro de los aranceles universitarios. A 74 años de gratuidad universitaria, Luis Garcés, doctor en Educación, docente mandato cumplido de la UNSJ, se refiere a ello.  

Por Fabián Rojas

Imagen de portada: @beer.bunny

Mediante el Decreto 29337, el 22 de noviembre de 1949, durante la presidencia de Juan Perón, se dejaba sin efecto el cobro de los aranceles universitarios. De esa manera, la Universidad argentina sentaba precedentes en el continente en materia de accesibilidad a los estudios superiores e igualdad de oportunidades y reafirmaba como un derecho universal la educación gratuita.    

En Córdoba, 31 años antes, en 1918, había surgido una revolución estudiantil para terminar con el statu quo de la “vieja” Universidad, una serie de sucesos que se conocen como Reforma Universitaria. Sin embargo, la gratuidad no emergió de esos días.  

¿Había sido una revolución inconclusa?, le consultó Revista la U al doctor en Educación Luis Garcés, docente mandato cumplido de la UNSJ. “Claramente inconclusa. Aunque los reformistas del 18 hicieran una alianza con los trabajadores y alertaran sobre el carácter social de la Universidad, ésta seguía sin llegar a los sectores populares. El propio Deodoro Roca se referiría a Yrigoyen en 1930 como el ‘déspota ridículo, doblado en apóstol’, desde una incomprensión del fenómeno popular yrigoyenista, y la mayoría del movimiento reformista se opuso al peronismo, no sólo a su llegada en 1946, sino apoyando su derrocamiento en 1955. Hay que recordar aquella falaz consigna ‘alpargatas sí, libros no’”.

Dr. Luis Garcés: «Las dictaduras lo suspendieron (al Decreto de gratuidad) y arancelaron la Universidad, aunque con montos casi simbólico, por miedo a la protesta estudiantil».

Entonces, a partir de ese Decreto de 1949 se amplió en universidades de Argentina el universo de estudiantes de familias más vulnerables. “No sólo por la gratuidad, sino también por el impacto de la Universidad Obrera. El crecimiento exponencial de la matrícula lo demuestra: en 1945: 40.284 estudiantes; en 1955: 138.871; en 1965, 206.032 estudiantes”, detalla Garcés.

La Universidad argentina había comenzado a ser un modelo bien visto en el continente. En ese sentido, el ex docente de la UNSJ opina que en ello jugó un rol importante “la trascendencia latinoamericanista de la Reforma del 18” y, luego, “un segundo momento a partir del brillo de las Universidades nacionales que comienza en las décadas del 50 y 60, lo que, claramente, está acompañado con el atractivo de la gratuidad”.

La gratuidad universitaria surgida en 1949 se materializó mucho después en normativa. Luis Garcés lo subraya: “Se corporizó en Ley a partir de 2013, con la modificación a la Ley de Educación Superior que propició Adriana Puiggrós en el Parlamento”.  Antes de ello, la gratuidad funcionó sólo por la existencia de aquel Decreto del 49, mientras hubo democracia. Garcés repasa que las dictaduras lo suspendieron y arancelaron la Universidad, aunque con montos casi simbólico, por miedo a la protesta estudiantil. Luego, con la vuelta de la democracia en 1983, con el presidente Raúl Alfonsín volvió a la gratuidad. Después, la Ley de Educación Superior de Carlos Menem abrió la puerta en el texto para el arancelamiento, pero nunca se efectivizó. “Ante el temor de que lo efectivizara Mauricio Macri, fue que en 2013 Puiggrós impulsó la ley hoy vigente”, dice el entrevistado.

Hoy la educación universitaria gratuita es un bien invalorable y un derecho a seguir protegiendo. “Significa claramente un patrimonio a cuidar, un derecho a resguardar, ante el avance del neoliberalismo y la nueva concepción ‘negatoria de derechos’”, destaca Luis Garcés.