La democracia amenazada

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Una politóloga y un politólogo de la Universidad Nacional de San Juan analizan por qué el mejor de los sistemas de gobierno está en peligro, a la luz de las vociferaciones de campaña. Las conquistas colectivas parecen tambalear.

Por Fabián Rojas

    En 1987, cuando aún la democracia argentina relucía de nueva, Charly García cantaba en “Parte de la religión”: “Todo se construye y se destruye tan rápidamente…”.  Tomada en perspectiva, la frase parece un déjà vu. A cuarenta años de ser ininterrumpidamente organización del Estado en Argentina, la democracia al menos se ve amenazada de ser destruida. Pero no sólo como el ejercicio de emitir un sufragio, sino la democracia como sistema que persigue condiciones que deben impactar favorablemente en la vida de las personas.

   Como dice Yanina Jotayán, politóloga de la UNSJ, las democracias actuales están en un momento de crisis muy grave y están en peligro. “Pero no entendidas las democracias como instituciones, sino entendidas desde las condiciones que hacen posible un sistema democrático. La ruptura social, este sentido de violencia social que cada vez es mayor, y la violencia política… son realmente alarmantes”, se preocupa. Porque las condiciones de posibilidad para que haya democracia han sido puestas en cuestión y desacreditadas fácilmente como si se hablase de la pavada más liviana. Con el auspicio de discursos violentos en redes y medios de comunicación tradicionales, ministerios públicos y políticas públicas se van a ir… “¡a fuera!”. Ciencia y tecnología; la extensión de derechos que significa la Asignación Universal por Hijo; la salud y la educación públicas; el transporte público; el Ministerio de Trabajo, en fin, las políticas, ¡a fuera! “¡Se acabó el curro de la política!”, grita el candidato a Presidente de la Nación. “Todas las políticas son construcciones colectivas e históricas. Y los derechos son logros sociales, son logros colectivos que, así como se construyen, tristemente también pueden destruirse”, avisa la investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales. 

    Pero, al llegar al poder un gobierno de derecha o extrema derecha, ¿realmente peligra la continuidad de políticas públicas o es sólo un discurso de campaña?  “Si construyen legitimidad en derredor de sus planteos, sí. En cambio, si no lo hacen, pierden la pulseada y su vocación por desmantelarlas (a las políticas públicas) se puede frustrar. No obstante, se invisibilizan. Se disuelven organismos, recursos. Todo lo que se logró no lo van a poder desaparecer, pero sí lo van a debilitar”, asegura Oscar Rivero, politólogo de la FACSO – UNSJ, autor del libro “Análisis Político”, de reciente aparición.

   La democracia invoca una suerte de pacto colectivo, algo así como un consenso sobre valores que, hasta ahora, a nadie se le ocurría que podían estar en cuestión. Yanina Jotayán trae al sociólogo Boaventura de Sousa Santos. “Es interesante pensarlo desde el lugar que él enfatiza y que tiene que ver con la ruptura del pacto y el contrato social de un Estado, en el cual ciertas nociones de igualdad, solidaridad, justicia, este sentido de comunidad, de derechos, pierde su valor social colectivo. Y en ese sentido, cuando las agendas son dominadas por sólo intereses particulares, que no está mal, pero dominadas sólo por eso, se pone en peligro mucho más que la vigencia de políticas públicas. Se pone en peligro la vigencia del sistema democrático y el sentido, el ethos (manera de ser) final del Estado”, argumenta.

   Si hay algo más o menos nuevo en este paisaje es que las narrativas que cuestionaron histórica e incansablemente la existencia y rol del Estado han logrado permear las subjetividades menos favorecidas por distribuciones regresivas del ingreso. “El éxito de la derecha, su mayor logro, es haber perforado la conciencia social, en democracia, de sectores populares. Con ayuda de sus herramientas mediáticas y el contexto internacional de crisis económica y reconversión del capitalismo. Obviamente que estamos en un contexto de retroceso de la dinámica democrática liberal progresista en países de larga tradición democrática. Todo les ayuda. Pero las demandas sociales son muy potentes si no dan respuestas. De hecho, no lo hacen. Por un lado, se expanden, y por otro, son derrotados. El problema es que son ciclos largos y en el camino sus políticas se llevan puestos los mejores sueños de muchas generaciones”, hace ver Oscar Rivero.

    Los cuarenta años que cumplirá en diciembre próximo la Democracia argentina guardan experiencias que dicen que los derechos logrados jamás fueron por tracción individual sino comunitaria. En esa línea, Yanina Jotayán afirma que aún “no logramos ser conscientes de que no hay logros individuales sin conquistas colectivas”.

    Debería importar a la ciudadanía, entonces, que lo puede perderse no es problema de alguien solo, sola, sino que sería un drama social. “Se perderían políticas, pero no políticas en términos abstractos y generales, sino en términos concretos, en reducción de ingresos, aumento de la desigualdad; eso implica una pérdida de ciudadanía, a veces no formal, pero sí de facto. Entonces, cuando hay propuestas que se alejan de principios democráticos, de principios de construcción de una equidad social, hay pérdida no sólo de política sino de derechos de ciudadanía y de democracia. Así se dan a veces giros antidemocráticos que son muy tristes”, lamenta la politóloga.