“Nadie nos dio los espacios, nosotras los hemos ganado”

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Marcela González es nodocente y trabaja en Rectorado de la UNSJ desde los años ’90, en un lugar estratégico: el Conmutador Central.

Por Susana Roldán

Marcela González tenía 28 años cuando empezó a trabajar como nodocente en la Universidad Nacional de San Juan. Su primer lugar de trabajo sigue siendo el de hoy: el Rectorado, donde se concentra la mayor cantidad de trámites administrativos y por donde pasa, a diario, gran cantidad de personas. “Tenía 28 años y mi primer trabajo fue servir café”, recuerda.

Hasta el momento de su ingreso a la UNSJ, que ella define como “una bisagra en mi vida”, Marcela sólo tenía trabajos esporádicos. “Trabajar en la UNSJ me cambió la vida, se me acomodaron muchas cosas. Yo soy una mujer que siempre me he desenvuelto sola y con mucho esfuerzo, por eso fue tan importante alcanzar un trabajo estable, como es trabajar en la universidad”, afirma.

Asegura también que no vivió el hecho de ser mujer como un límite. “Mi carta de presentación siempre fue mi actitud, en cualquier trabajo. Siempre fui muy “laburadora” y creo que eso me valió mucho”, dice. Quien escribe esta nota, recuerda las increíbles maicenitas que hacía Marcela o los riquísimos dulces caseros, estrategias que le permitían sumar un poco más a la economía familiar. Y qué decir de sus creativas manos para el tejido, otra labor que le permitía aumentar sus ingresos, teniendo en cuenta que siempre sostuvo ella sola a su hija.

“A través de la UNSJ, pude crecer. Cuando uno trabaja en un lugar estable, adquiere seguridad. Yo siempre fui muy decidida y estar en una institución como la universidad, me dio más seguridad. Nunca me fijé ni me preocupé de lo que pensaran los demás, porque yo sabía que estaba dando lo mejor de mí con lo que en la vida me había tocado”, refiere. Sobre el hecho de compatibilizar su rol de madre con el de mujer trabajadora, asegura que su hija estaba muy contenta de que ella pudiera trabajar en la UNSJ. “Creo que se puso feliz porque no estaba tanto encima de ella”, dice riendo.

Tenemos otra visión de lo que es la vida, por eso es muy bueno que haya mujeres en lugares importantes. Me hubiera encantado tener a Mónica Coca como rectora, por ejemplo.

Acerca de las mujeres universitarias, sostiene que “tenemos otra visión de lo que es la vida, por eso es muy bueno que haya mujeres en lugares importantes. Me hubiera encantado tener a Mónica Coca como rectora, por ejemplo. Creo que nadie nos ha dado espacios, sino que nosotras los hemos ganado. Por eso estoy convencida que hay que animarse más y dejar aquellos mandatos de que siempre hay que estar detrás del hombre, en vez de estar a la par. Eso es cultural y nosotras somos las encargadas de cambiarlo. Mi hija, por ejemplo, tuvo una buena educación en la Escuela de Comercio y eso le permitió entrar a trabajar y avanzar, concursando una categoría que hoy le permite estar mejor que yo. Eso me pone muy feliz”, concluyó.