Bolívar y la política latinoamericana

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Continuamos reflexionando sobre las ideas fundamentales de Simón Bolívar, cuyo pensamiento nos ha sido legado en muchas de sus cartas y proclamas escritas.

 

Por Elio Noé Salcedo*

En la más famosa de sus cartas, Bolívar habla de “los objetos más importantes de la política americana” y despliega sus vastos conocimientos –menos limitados que el de muchos de nuestros contemporáneos- sobre “un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo” (1). Para empezar, sabe dónde está parado y conoce su patria en toda su extensión y magnitud: «Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo viejo en los usos de la sociedad civil» (2).

Se refiere al virreinato del Perú como “aquella porción de América” (3); a Venezuela, como “el orgullo de la América” (4); a Nueva Granada (hoy Colombia) como “el corazón de América” (5); sobre Puerto Rico y Cuba se pregunta: “¿no son americanos estos insulares?” (6); mientras que, después de advertir sobre las “divisiones internas y guerras externas” en el Río de la Plata, se solidariza con sus habitantes, “acreedores a la más espléndida gloria” (7). “Este cuadro –sostiene al visualizar a toda la América hasta entonces española- representa una escala militar de 2.000 leguas de longitud y 900 de latitud en su mayor extensión, en que 16 millones de americanos defienden sus derechos o están oprimidos por la nación española… sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio” (8).

“¡Qué demencia –resalta- la de nuestra enemiga, pretender reconquistar la América…!”;  acaso “¿podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?” (9). A esta altura, “menos difícil es unir los dos continentes que reconciliar los espíritus de ambos países” (España y América) (10).

Tampoco le es ajena la indiferencia de Europa y de la América anglosajona: «No solo los europeos, hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, porque ¿hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la libertad del hemisferio de Colón?» (11). Sin que ello disminuya su empuje y convicciones, su realismo le hace ver que la América «se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España…» (12). No había comenzado todavía la usurpación de territorio por parte de otras potencias.

Pero no obstante esas dificultades y tener como prioridad «la libertad del hemisferio«, como gran estadista que es, se interesa además por «los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores y otros accidentes (que) alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la población...» (13), sin dejar de advertir: «por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza» (14).

El caso más extraordinario y complicado

Con gran sabiduría y realismo político, anticipándose a un debate que todavía confunde a algunos contemporáneos, encara con sencillez y contundencia «el caso más extraordinario y complicado» de nuestra identidad y originalidad nacional latinoamericana, pero también la única verdad histórica a la que ningún americano puede o podrá sustraerse: «No somos indios ni europeos sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a los del país y mantenernos en él contra la invasión de los invasores» (15). En esta misma Carta, Bolívar da las claves para resolver definitivamente esa contradicción:

Primera clave: «Para sacar del caos a estas Repúblicas nacientes, todas nuestras dificultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo; y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla» (16).

Segunda clave: «Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas« (17). Hoy diríamos que no se puede cerrar «la grieta» sin esa premisa.

Eso era y es precisamente -suelo, derechos, intereses y el mismo enemigo- lo que nos igualaba y nos iguala a «nuestros hermanos los indios«, como los considera el Libertador San Martín, y que el Libertador Bolívar (igual que los Libertadores Miranda, Morelos, Murillo, Artigas) tiene también entre sus prioridades.

Tercera clave: la del sistema de gobierno y modelo económico propio, según nuestra idiosincrasia e intereses: «No solamente se nos había robado la Libertad (independencia política) -explica Bolívar- sino también la tiranía activa y doméstica”, que en el pensamiento de los Libertadores es el derecho propio a gobernarnos por nosotros mismos y según nuestro modo y necesidades nacionales (18).

En efecto, «en el régimen absoluto, el poder autorizado no admite límites. La voluntad del déspota es la Ley Suprema… Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas, pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son tártaros los sultanes de Tartaria«. Por el contrario, «la América todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa (léase “soberanía”), no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior» (19).

Del mismo modo, la dominación semicolonial, el imperialismo y/o el colonialismo moderno nos privan hoy del goce de nuestra propia tiranía activa o soberanía económica (proteccionismo industrial, retenciones, regulaciones, control de precios, paritarias, etc.) y pretende «liberar» nuestra economía al servicio de una minoría rapaz y de un orden mundial inicuo.

* Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana.

(1) Bolívar S. (2012). Nuestra Patria es América. Discursos y Documentos de Simón Bolívar (Carta de Jamaica a Henry Cullen, Kingston, 6 de septiembre de 1815). Buenos Aires: Editorial Punto de Encuentro, pág. 20;

(2) ídem, pág. 32;

(3) ídem, pág.  22;

(4) Ídem, pág. 23;

(5) ídem, pág. 24;

(6) Ídem, pág. 25;

(7) Ídem, pág. 26;

(8) Ídem, pág. 27;

(9) ídem, pág. 28;

(10) ídem, pág. 21;

(11) Ídem, pág. 29;

(12) Ídem, pág. 30;

(13) Ídem, pág. 31;

(14) Ídem, pág. 42;

(15) Ídem, pág. 33;

(16) Ídem, pág. 39;

(17) ídem, pág. 40;

(18) Ídem, pág. 41;

(19) Ídem.


Imagen de portada:  El Libertador Simón Bolívar. Fuente: CommonsWikipedia (Iamcharles66)