edición 49
AÑO VII - Nº 49 | septiembre 2010
NOTA DE TAPA: honoris causa
Dr. Ernesto Laclau
Después de participar en el Congreso Internacional Extraordinario de Ciencia Política y recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan, el filósofo y politólogo Ernesto Laclau dialogó con Revista La Universidad.
por omar cereso

Fue uno de los más importantes participantes del Congreso Internacional Extraordinario de Ciencia Política. Profesor en la Universidad de Essex, Inglaterra, donde ocupa la cátedra de Teoría política, el Dr. Ernesto Laclau es un teórico político frecuentemente llamado postmarxista. Nacido en Buenos Aires en 1935, entre sus obras bibliográficas destacan “Hegemonía y Estrategia Socialista” (1985), escrito junto a Chantal Mouffe, “Política e ideología de la teoría marxista. Capitalismo, fascismo, populismo” (1977); “Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo” (1990); y “La razón populista” (2005).

-¿Qué pasó con el orden mundial después de la Guerra Fría?
-Evidentemente la hegemonía de Estados Unidos no se consolidó, como algunos diagnosticaron; lo que yo veo es que estamos avanzando hacia un mundo multipolar. En 20 años China va a superar por mucho a EE.UU. como la primera potencia económica mundial y además se están formando bloques regionales. Un ejemplo claro es lo que pasó en 2005, en la reunión de presidentes de Mar del Plata, cuando el proyecto de EE.UU. de establecer el ALCA fracasó, en tanto que en América Latina hay una integración regional cada vez más fuerte, y por otro lado también esta la Unión Europea. Es decir que estamos dejando atrás la idea de un mundo unificado por un centro único de poder.

-¿En ese contexto cómo ve a América Latina?
-Yo creo que el destino manifiesto de América Latina es el MERCOSUR. Los estados latinoamericanos separados no tienen viabilidad económica de largo plazo, o sea que tienen que tender a una integración cada vez más fuerte. Recuerdo que a fin de los años 40 Jorge Abelardo Ramos escribió un libro que se llamaba “América Latina, un país” y en esos momentos parecía una utopía absoluta, pero estamos hoy en el proceso de avanzar hacia ese objetivo.

-Hoy las diferencias ideológicas no parecen ser un obstáculo para la integración regional, como sí pasó en otros tiempos…
-Sí, efectivamente. Hoy los países latinoamericanos se están dividiendo entre lo que podemos llamar un modelo de tendencia nacional y popular, entre los que encontramos a Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil y la Argentina, y por otro lado, un modelo más socialdemócrata, cuyos estereotipos serían Chile y Uruguay, que votaron el proyecto de Bush en Mar del Plata, aunque hoy Uruguay está cambiando con la política de Mujica, y Colombia, que evidentemente es el régimen más conservador de la región. Pero todos valoran de manera favorable la integración.

“Me sentí muy contento y halagado cuando me enteré de que la Universidad de San Juan me había otorgado el título de Doctor Honoris Causa. Trataré de hacer lo posible para estar a la altura de este halago y ojalá que de ahora en adelante tengamos con la Universidad un contacto más estrecho”. (Ernesto Laclau)

-¿Qué visión tienen los intelectuales europeos de los procesos políticos en América Latina?
-Durante mucho tiempo fue negativa. Por ejemplo todo lo que tiene que ver con populismo es algo que a los europeos les cuesta mucho entender. En España es desastrosa la percepción tergiversada que se tiene de muchos fenómenos políticos. Ahora, después de la proyección del documental de Oliver Stone ("Al sur de la frontera"), quizás haya empezado a modificarse un poco está visión.

-Qué curioso que pase eso a partir de una película...
-Y sí, esos son los procesos moleculares a través de los cuales las percepciones políticas a largo plazo se modifican.

-Seguramente su teorización del populismo es una herramienta más útil para analizar lo que está pasando hoy en la región…
-Yo sostengo que los sistemas políticos se articulan entre dos dimensiones o polos opuestos, uno institucionalista y otro populista. La política de movilizaciones siempre va a ser populista por su naturaleza, pero todos los regímenes políticos viables tienen que combinar las dos dimensiones. El gobierno de Lagos en Chile o el de Tabaré Vásquez en Uruguay, por ejemplo, tenían un claro predominio de la línea institucionalista, con una participación popular más distanciada, mientras que hoy los regímenes preponderantes en la región tienen una dimensión populista, lo que implica una movilización de demandas más importante. Todo régimen que intente introducir cambios radicales, va a generar una relación de tensión con la dimensión institucional.

-¿Esto es lo que está pasando hoy en la Argentina?
-Sí, un ejemplo es lo que está pasando en el Congreso, donde hay un claro intento por disminuir la efectividad política del Poder Ejecutivo en el proceso de cambio. Además es evidente que hay fuerzas extremas que están intentando trabar el funcionamiento institucional del país. En Argentina históricamente las tendencias institucionalistas han sido conservadoras y antipopulares; fue el anti personalismo contra Yrigoyen, fue también el repudio al peronismo… El problema surge cuando se pretende una ruptura de esa tradición, para lo cual es necesario una cristalización simbólica, ideológica. Si pensamos en la crisis de la IV República en Francia, veremos que había un sistema parlamentario donde las elites habían llevado el país al borde del caos y se necesitó la cristalización simbólica de un sistema de poder en torno a la figura de De Gaulle para fundar la V República; ahí el momento del personalismo jugó un papel decisivo en la solución de la crisis. En América Latina hoy tenemos un escenario político similar donde los regímenes presidencialistas fuertes son la posibilidad de cambio, algo que es imposible que ocurra en un régimen de democracia diluida en una pluralidad de fracciones. Toda democracia está en un punto intermedio entre el institucionalismo puro, que sería la parlamentarización del poder, y el populismo puro, que sería la concentración del poder en un líder.

 
-De todos modos, la consolidación del sistema político sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país…
-Hay que recordar que la Argentina ha pasado por dos experiencias traumáticas, la dictadura militar, que incidió totalmente en el sistema institucional del país, y el neoliberalismo de los años noventa, que generó todo tipo de antagonismos y la ruptura dentro del sistema y provocó la crisis de 2001. Por lo tanto la reconstrucción institucional que comenzó en 2003 tiene un doble carácter: por un lado, hacer avanzar banderas democráticas y populares progresistas, y por otro crear un sistema institucional viable. De todos modos la sociedad argentina actual es mucho más democrática que la que existía hace diez años.

-¿Qué rol cree usted deben asumir las Universidades en los procesos de democratización?
-En Argentina, como en otros países latinoamericanos, las universidades han empezado a organizar cursos de posgrado en los que se están formando nuevas elites y grupos de pensadores que seguramente irán modificando el sistema político. Las universidades se están democratizando y al mismo tiempo están extendiendo su área de acción. Ese es un papel importante.

Dr. Ernesto Laclau

PARA VER Y ESCUCHAR

Discurso del Dr. Ernesto Laclau, disponible en:
http://www.creacom.unsj.edu.ar/reproductor.php?Id=22&capitulo=1

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