Desde siempre se entendió a la filosofía como una disciplina académica que se desarrolló en un marco institucional, reglado, o como un discurso complejo al que sólo los especialistas tienen acceso; y desde esa mirada, niños y adolescentes quedaron excluidos del terreno filosófico, ya que no cuentan con los saberes previos indispensables ni con la posibilidad de asimilar vocabulario técnico y abstracto. Sin embargo, también hay otra filosofía, no académica, que puede remontarse a las figuras de Sócrates y Epicuro, que consiste en el laborioso proceso de construir un pensamiento propio, en el marco de un vínculo intenso con otras personas a través del diálogo y las experiencias compartidas.
Este modo de entender la filosofía es el que orienta a un grupo de docentes e investigadores a trabajar con chicos de comunidades aisladas en la construcción de ciudadanía, democracia, derechos y medioambiente. Se trata de un proyecto filosófico-pedagógico denominado Filosofía con niños y adolescentes.
El eje del trabajo del equipo se centra en la pregunta filosófica, de la cual emerge la reflexión. Lejos de acercarse a los chicos con respuestas prefabricadas, se concreta el ejercicio de la pregunta a partir de la cual se ensayan reflexiones a modo de respuestas, las cuales quedan ancladas en las vidas cotidianas y en los pensamientos de los sujetos que se ponen en juego. El trabajo pone en juego prácticas tales como la argumentación, el planteo de problemas, modos de formular hipótesis y de confrontarlas. Asimismo, se educa en el respeto por los otros, por las diferencias, la escucha atenta, la empatía, la solidaridad y la convivencia.
El equipo trabaja con grupos enmarcados dentro de los Programas Preventivos Comunitarios de la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano de San Juan. La mayoría de ellos se encuentran en zonas de frontera, en comunidades aisladas, como por ejemplo Tamberías, Sorocayense, Hilario y Barreal, en el Departamento Calingasta. En esos poblados las dificultades de inclusión educativa se asocian tanto a pautas culturales como socioeconómicas y geográficas; confluyen aquí cuestiones tales como la pobreza estructural de zonas rurales, el trabajo infanto-juvenil asumido como “natural”, la inaccesibilidad, las distancias (muchos de los niños y jóvenes se trasladan a la escuela a lomo de mula), es decir, una serie de factores que convierten a la educación en un bien no siempre accesible en términos de igualdad de oportunidades.
“Proponemos desde la reflexión filosófica un aporte para la construcción de ciudadanía, y un ejercicio de lo que hemos denominado apropiación de derechos; hacemos talleres donde los chicos toman conocimiento de sus derechos y obligaciones, pero también generan situaciones en las que emerge la necesidad de dar saltos cualitativos en la toma de posición y de ejercicio de la condición ciudadana”, explica la licenciada Paula Mateos, directora del proyecto.
En un primer momento el trabajo de los docentes fue pensado para aproximadamente 300 niños, niñas y adolescentes, sin embargo, cuando se puso en marcha el proyecto, el entusiasmo por participar fue creciendo y se estima que hacia la finalización el número de chicos que habrá participado alcanzará a alrededor de 500.
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