Revista La U

Soñar con robots de la mano de la educación pública

El testimonio de Nicolás Pereyra, un estudiante que migró de su Salta natal a San Juan y logro trabajar en el área de la robótica gracias a la Universidad Nacional.

Por Belén Ferrer

La Universidad Nacional de San Juan todos los años recibe estudiantes de todo el país que buscan en la provincia el sueño de convertirse en profesionales. Nicolás Pereyra es uno de ellos.

Nicolás viene de Salta y está a un final de convertirse en Ingeniero Electrónico por esta universidad. Desde muy chico le intrigaron los robots y al terminar el secundario realizó un año de la Tecnicatura Electrónica en la Universidad Nacional de Salta. “Ahí conocí a Daniel Córdoba, un profesor de Física de un instituto preuniversitario perteneciente a esa universidad. Daniel no era cualquier profesor, era un apasionado por la enseñanza de la Física con una misión muy clara: Que el saber no sea un privilegio de pocos. Por esto, llevaba adelante un taller gratuito llamado ‘Física al alcance de todos’, donde recibía alumnos/as de toda la provincia que tenían curiosidad por ese apasionante mundo. Se encargó durante muchos años de formar exitosamente a ingresantes del prestigioso Instituto Balseiro, como así también de formar gente para participar en olimpiadas de física, y de promover entre sus alumnos y alumnas la curiosidad por las ciencias”, indicó Nicolás.

El estudiante comentó que su profesor, conociendo el nivel y el prestigio de la Universidad Nacional de San Juan, lo motivó a optar por hacer Ingeniería Electrónica en esta Universidad: “Si bien la carrera no está particularmente orientada a la robótica, aporta una base sólida para su desarrollo al profundizar en áreas de la electrónica como sistemas de control, telecomunicaciones y electrónica digital. Fue así que, con el incondicional apoyo de mi madre, hoy docente jubilada y de mi padre, que trabajó como herrero desde joven, decidí mudarme a San Juan”.

Hoy en día, Nicolás se encuentra a un examen final de terminar la carrera, y si bien reflexiona que le llevó bastante más tiempo del que esperaba, es totalmente consciente que de no haber sido por todas las oportunidades del sistema educativo público y gratuito muy probablemente no estaría haciendo aquello que tanto deseaba de chico.

Nicolás Pereyra, estudiante avanzado de Ingeniería Electrónica – XII Competencia Internacional de Robótica en Bahía Blanca – 2014

Por otro lado, el entrevistado expresó que, además del saber, la UNSJ le brindó un espacio de contención: “El comedor del Palomar, además de alimentarme, representó un espacio muy importante para sociabilizar, sobre todo para los que veníamos de otras provincias o departamentos”. También valoró actividades como eventos o talleres de música, danza, teatro que cubren una cuota necesaria de revalorización de la cultura: “Nos encuentra sintiéndonos parte de un todo, de un colectivo que se emociona en el abrazo, que tararea tonadas que le cantan a la tierra, o que levanta polvo bailando una chacarera quizás de otras tierras, pero tierras que al fin y al cabo levantan la misma bandera. Pienso también la importancia de las instalaciones deportivas que tanto contribuyen al bienestar y a la salud de la comunidad universitaria. O en el famoso camping de la U donde tantos asaditos y buenos ratos se habrán compartido”.

Desde hace dos años Nicolás trabaja en Ekumen, una empresa argentina de desarrollo de software de robots. Él ingresó junto con otras tres personas formadas en esta misma universidad. Esta empresa, como muchas de las empresas modernas, más allá de sus exigencias a nivel técnico, pone especial foco en las habilidades sociales: “Les interesa todo eso que muchos consideran un costo, una pérdida de tiempo, un gasto innecesario y que se entrena indudablemente en las interacciones que se dan en cada uno de esos entornos que mencioné anteriormente, y que hoy están en riesgo a causa de las políticas de desfinanciamiento a la educación pública”, indicó.

“No puedo evitar pensar en los ataques desde ciertos sectores contra la gratuidad de la educación, del comedor, contra el subsidio al boleto estudiantil, o contra aquellas personas que no logran terminar a tiempo la carrera. Tampoco en los ataques contra la cultura y contra todo aquello que nos hace humanos y nos diferencia de, justamente las máquinas, los robots. Me aterran los discursos repetidos y no re pensados, que nos quieren hacer creer que las universidades tienen que formar capital humano en vez de promover el desarrollo pleno de seres humanos. Me aterra pensar que el sector de la sociedad con mayor potencial para promover grandes cambios sociales, sea rebajado a un frívolo análisis de costos/beneficios. Me horroriza ver cómo los que tienen el poder de la palabra vociferan cobardemente desde sus atriles cuál es la ciencia que sirve y la que no, cuando la realidad muestra que los únicos países que prosperan son aquellos que invierten en ciencia y educación. Por último, me entristece pensar que, dados los altísimos índices de pobreza e indigencia, aceptemos como sociedad que se destruya o se privatice uno de los factores esenciales para la movilidad social ascendente, de la que yo y tantas otras personas ya nos beneficiamos”, reflexionó Nicolás.

El entrevistado concluyó que, desde su actual posición de programador en el área de la robótica, es consciente de que su mero esfuerzo personal no le podría haber permitido llegar a este lugar. La infinidad de oportunidades que se le presentaron desde que ingresó a la Universidad Nacional de San Juan fueron decisivos para su crecimiento: “Desde políticas de Estado, instituciones, personas que trabajan y forman parte de organismos públicos indispensables para el funcionamiento de nuestra sociedad, hasta mis círculos personales, sanjuaninos/as y amigos/as de todos lados, ayudaron a que hoy esté donde quise estar desde que era chiquito”.

Scroll al inicio