Humedales en San Juan: “Necesitamos compromisos sociales profundos que deben terminar en políticas de Estado”

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Adolfo Castro, subdirector del Instituto de Materiales y Suelos y especialista en Hidrogeología de la UNSJ, comentó la situación de los humedales en la provincia.

Por Belén Ferrer

Hace nueve años que se viene visibilizando la preocupación de varios sectores por la situación que sufren los humedales en Argentina. En los últimos años, la ola de incendios y la reacción ciudadana impulsaron nuevamente el debate y la actividad parlamentaria para aprobar una Ley de Humedales que los monitoree y proteja. Desde hace tres semanas comenzó el debate en el Congreso Nacional, por lo que falta un dictamen para debatir el proyecto en una sesión de la Cámara de Diputados y crece la presión sobre los gobernadores que se oponen a la nueva normativa. Mientras, los incendios continúan y los temores por las altas temperaturas del verano amenazan la flora y fauna del país.

En San Juan, la situación no es muy diferente y, sobre esto, Adolfo Castro, subdirector del Instituto de Materiales y Suelos de la Facultad de Ingeniería y especialista en Hidrogeología de la Universidad Nacional de San Juan, expresó su posición como experto: “Si se secan los humedales pasan cosas no muy agradables, pero para entender qué es lo que sucede, hay que entender qué es un humedal y cómo trabaja en el ciclo hidrológico. Un humedal es una zona baja, topográficamente deprimida en la cual el agua superficial y el agua subterránea tienen una interrelación muy cercana y muy obvia. El agua subterránea suele estar muy cerca de la superficie, haciendo que las plantas tomen esa agua y la evaporen, se llama evapotranspiración, las plantas toman los nutrientes a través del agua y las devuelven a la atmósfera. Esa es la parte del ciclo que ellas cumplen”.

“Cuando la alimentación hídrica de estos sitios baja hace que el nivel baje, entonces las plantas que existen se van a secar y esto va a producir la desecación del humedal, su desaparición como ente participante en el ciclo hidrológico y vamos a tener plantas secas susceptibles de incendiarse, concentración de sales en la superficie, es decir, cosas bastantes desagradables”, indicó el especialista.

Para Adolfo Castro, el cuidado de los humedales no es una decisión individual, sino que debe estar basado en una decisión política a largo plazo: “Tiene que ver con las necesidades económicas y con un apoyo científico. Primero, el conocimiento de las zonas húmedas y su extensión para saber si las variaciones que se producen en la vegetación en el nivel freático en el régimen de las correntias superficial es debido a causas naturales, a ciclos anuales, ciclos estacionales, a ciclos de más largo plazo, por ejemplo, El Niño, La Niña que son fenómenos naturales o atmosféricos que se producen. O si son debido a fenómenos antrópicos como el control de los causes de los ríos por embalses o por la decisión de un Estado para ganar terreno a los humedales para convertirlos en zonas cultivables”.

En consiguiente, el Subdirector recalcó: “Son decisiones políticas de largo plazo que tienen que ser discutidas por los representantes de la población, en todo caso. Y lo que se puede hacer es respetar las decisiones que se tomen y, eventualmente, si esas decisiones se han tomado en el pasado y no son correctas, lo que sí se puede hacer es peticionar ante las autoridades como marca la Constitución, que es el derecho de los ciudadanos, para que nuestros representantes cambien la normativa. Para mí la forma es ser respetuosos de las leyes y por ejemplo no prender fuego si no está permitido”.

En la provincia existen varias zonas con estas características, por ejemplo, en Zonda, en las Lagunas de Guanacache, en Desaguadero, Bebedero y en la zona de la Cordillera. Al respecto, Castro comentó: “Históricamente, las zonas del Médano de Oro, eran zonas inundables que se han ganado para la explotación agrícola. Yo creo que esto es deseable porque aquellas zonas inundables producían daños muy grandes en la agricultura de San Juan y esos terrenos se han ganado gracias al descenso de la superficie freática producida por la explotación de pozos para riego y también por la regulación del régimen del río. Después tenemos una segunda categoría de humedales en San Juan que son los que se encuentran al sudeste de la provincia en la zona de las lagunas de Guanacache, de Desaguadero, Lagunas del Rosario, que son objeto de afección del régimen del río. Al variar el régimen del río por el control que se establece de los embalses que están a lo largo del recorrido del río, por supuesto que va a haber una afección en esos lugares y es una decisión que debe tomarse a largo plazo el cómo cuidar esos ambientes para que la afección sea mínima y tampoco se afecte el necesario control del desarrollo río, para que no se afecte el desarrollo económico de la provincia”.

“Por último, tenemos una tercera categoría de humedales que son los altoandinos que en estos momentos estamos estudiando. Estamos haciendo censos con un proyecto que tenemos con el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (IADIZA) en Mendoza, dependiente del CONICET, cuya autora es la Dra. Laura Gómez. Hemos hecho una publicación a principio de año sobre esos humedales y una de las conclusiones fundamentales es que es necesario seguirlos estudiando y seguirlos monitoreando. Pero lo que más afecta a estos humedales es la presencia de estos cambios de régimen de los ríos”, aclaró el experto.

Castro insistió en que los humedales son muy sensibles, sobre todo en extensión, debido a las variaciones en el régimen de precipitaciones: “Cuando nieva más y se produce mayor derretimiento ves aparecer grandes extensiones de humedales altoandinos y en un año seco estos desaparecen prácticamente por completo, para volver a aparecer en otros años más húmedos. Esto es fundamentalmente notable en el contexto del cambio climático. Esto hace que los ciclos superanuales, como El Niño o La Niña, sean mucho más extremos y varíen en su duración. Incluso afecta la periodicidad y esto hace que estas variaciones sean más difíciles de estudiar y monitorear. El monitoreo se hace mediante teledetección y el estudio de imágenes satelitales, porque subir a los humedales altoandinos y medir algunos parámetros como queremos hacer, tomar la extensión de una parcela, medir los niveles freáticos, es algo que cuesta”.

El especialista en Hidrogeología opinó que el uso racional del suelo debe venir de la implementación de políticas de largo plazo que vayan de la mano con el monitoreo constante de las variables ambientales, de la evolución de las extensiones del humedal, de cómo funciona determinado caudal del río, para saber si se está afectando o no y si esa afección está dentro de lo controlable: “No hay actividad económica o social que no produzca un impacto, esto es así, por eso debe ser una negociación amigable con la naturaleza y amigable con el desarrollo socioeconómico de las regiones. También va variando de región en región, no es lo mismo el interés que puede despertar una zona de humedales en ríos enormemente caudalosos como el Río Paraná y las consecuencias mediáticas que puedan tener a comparación con nuestros humedales en nuestra zona. De todas maneras, creo que como ocurrió con la pandemia del Covid-19 que se escuchó mucho a las voces de los científicos y sobre la base de esas opiniones se realizaron políticas también acá debería ocurrir lo mismo, es algo más a largo plazo que entraña compromisos sociales profundos que deben terminar en políticas de Estado”.