El factor emotivo de la desinformación

Comparte

En el proceso de circulación de sentidos públicos interviene una dimensión afectiva que lleva a personas usuarias de redes sociales a compartir o no fake news. En el medio, por supuesto, está la polarización y la grieta. De eso habló la investigadora y periodista Natalia Aruguete recientemente en la Facultad de Sociales de la UNSJ.

Por Fabián Rojas

Natalia Aruguete mostró una publicación de la red social Twitter (un “tweet”) que decía que en Estados Unidos personas pierden su trabajo si no estaban vacunadas, y otra publicación que chequeaba la primera y la calificaba con el sello de “falso”. En efecto, era una falsedad: en Estados Unidos no se pierde el trabajo por no vacunarse, dirá Aruguete en una reciente charla en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ. Esas publicaciones le dieron lugar para preguntar quién compartiría una u otra publicación. Hubo dudas. Entonces habló de una cuestión afectiva: “No estamos tan seguros por qué compartiríamos o no un tweet porque, en realidad, esto no se explica por cuestiones estrictamente racionales, se explica, además y, sobre todo, por factores afectivos. Porque los discursos, sean políticos, mediáticos o de redes sociales, nos interpelan, fundamentalmente, nuestras emociones. Son esas sensaciones de bronca, de indignación, de injusticia, de tristeza, de desgano, las que nos llevan a activar algunos mensajes y bloquear otros. Cuando decimos ‘esto no lo comparto’, estamos bloqueando el efecto dominó que significan las interacciones en redes sociales y, cuando lo compartimos, lo habilitamos”. Todo este proceso se da dentro de burbujas de polarización respecto de temas, sobre todo, políticos e ideológicos.

La investigadora y periodista, autora, junto a Ernesto Calvo, del libro “Fake news, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales”, citó otro ejemplo experimental. Contó que en una clase en El Salvador expuso ante estudiantes un posteo de Twitter, que en realidad era falso, en que el presidente de ese país, Nayib Bukele, les había respondido a personas privadas de libertad, quienes habían manifestado miedo de contagiarse de Coronavirus en la cárcel por su hacinamiento. “También tenía miedo la viejita a la que le pegaste para sacarle el bolso”, era la simulada respuesta de Bukele. Entonces Aruguete preguntó a estudiantes -quienes se mostraban opositores al Presidente de El Salvador-, si compartirían ese posteo. La respuesta fue “no”. Luego les mostró el chequeo que constataba que ese posteo era falso. Sin embargo, dijeron que tampoco compartirían la desmentida. “De todas maneras es muy posible que Bukele diga eso, entonces para qué voy a retransmitir algo que dice que es falso”, alegaban.

“Cuento esto porque muchas veces está la pregunta ‘qué hacemos contra las fake news –desinformación buscada-’ y yo digo: no sé, porque ni siquiera queremos compartir un fake checking (comprobación de falsedad) donde se dice que alguien no dijo eso…”, deslizó Aruguete. Y eso se da así “porque aquello afectivo que nos motiva a compartir verificaciones es exactamente el mismo sentimiento que nos lleva a compartir falsedades”, describió.

«Muchas veces está la pregunta ‘qué hacemos contra las fake news , y yo digo: no sé, porque ni siquiera queremos compartir un fake checking (comprobación de falsedad) donde se dice que alguien no dijo eso…”, deslizó Aruguete.

La identificación partidaria, que posibilita interpretar de determinada manera los eventos y que no es meramente racional y programática, apuntó Aruguete, “es una dimensión emocional que nos lleva a acompañar y reproducir determinados mensajes y evitar otros que nos generan disonancias”. De hecho, la investigadora señaló que, en un estudio realizado por ella, ante una noticia que decía que “Argentina hoy es el país con más muertes por millón de habitantes”, en contexto pandémico, quienes votarían en las siguientes elecciones a Juntos por el Cambio representaban un 35 por ciento que compartiría en redes sociales esa noticia, mientras que sólo un 12 por ciento de votantes oficialistas lo haría.

Falsedad y fake news
No toda falsedad es una fake news. Una fake news (aunque su traducción del inglés es «noticia falsa») es una acción política que busca deliberadamente generar un daño o visibilizar un determinado tema, sacando ventaja de él. En tanto, y en pandemia de Covid 19 se vio claramente, surgieron muchas noticias falsas por errores involuntarios a causa de la incertidumbre respecto del virus, pero no eran malintencionadas.

Daño cognitivo
Natalia Aruguete recordó que la pregunta del millón hoy es “¿cuánto daño nos hacen las fake news?”, pero lo que no se incluye es “cuánto daño cognitivo hacen las verificaciones”. “Esas verificaciones, que califican como ‘falso’ algo, es también un mensaje a nosotros en el cual nos dicen ‘eso a lo que vos le creíste y que compartiste era falso’; ‘eso que hiciste es éticamente reprobable’. Ese mensaje sancionatorio a nosotros y no solamente a la información estricta a la que se refieren, es una dimensión adicional de la que no somos conscientes y en gran parte explica nuestra resistencia a compartir las verificaciones. No sólo nos relacionamos racionalmente con los mensajes, también nos relacionamos con ellos en términos emocionales y afectivos. Esa dimensión afectiva explica en parte nuestro involucramiento político y nuestras posiciones políticas frente a distintos eventos”, remarcó.

“Eso a lo que vos le creíste y que compartiste era falso”. Justamente, por eso las fake news son funcionales incluso para poner en entredicho hasta a la propia democracia. Eso sí, sin daños cognitivos, ni culpas, de sus autores y autoras.

 

La investigadora Natalia Aruguete brindó el viernes 3 de junio de 2022, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ, la charla magistral “La pandemia de las fake news. Cómo las estrategias de desinformación socavan la confianza en el conocimiento experto en el marco de la crisis sanitaria por el COVID 19”. Fue en el marco del inicio de la Diplomatura de Extensión en “Periodismo y comunicación digital con orientación en deportes”, organizada por la Secretaria de Extensión de esa Facultad junto a la Secretaría de Deportes del Gobierno de San Juan.

Natalia Aruguete es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Quilmes y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Buenos Aires. Es investigadora del CONICET y docente en la Universidad Nacional de Quilmes. Es colaboradora del diario Página 12, de la Revista Anfibia y del periódico Le Monde Diplomatique. Además, es coautora de los libros “Fake news, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales”; de “Polarizados ¿Por qué preferimos la grieta? (aunque digamos lo contrario)”, y autora del libro “El poder de la agenda. Política, medios y público