La batalla que independizó a Nuestra América

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Simón Bolívar y sus ideas a través de las cartas que escribió en las  horas cercanas a la Batalla de Ayacucho.

Por Elio Noé Salcedo*

La Batalla de Ayacuchoel 9 de diciembre de 1824– fue una batalla decisiva en la emancipación de Nuestra América. Los realistas se habían concentrado en Perú después de haber sido vencidos en el norte por Bolívar y en el sur por San Martín, Artigas y O’Higgins. Dicha batalla eliminó el dominio español y aseguró la independencia política de toda América.

Los antecedentes de la batalla

San Martín había dejado la escena peruana por la falta de apoyo porteño a su campaña en el Bajo Perú. Estalla entonces una furiosa lucha de facciones que incluye a españoles y americanos. El general realista Canterac entra en Lima al frente de 9.000 soldados, pero inseguro e indeciso, se retira a las sierras para reagrupar sus fuerzas. En esas circunstancias, la oligarquía peruana se divide en dos alas: una nombra presidente a Riva-Agüero y la otra al marqués de Torre-Tagle. En semejante caos llega a Perú el general Sucre preparando la llegada del General Bolívar, que entra en Lima el 23 de septiembre de 1823. A su vez, la caída del gobierno liberal en España arrastra al Virrey La Serna, enfrentado con el General Olañeta, que es dueño de la situación en el Alto Perú. La destitución de La Serna por Fernando VII beneficia los planes del Libertador, quien asume el gobierno del Perú nombrado por el Congreso peruano como “Suprema Autoridad”. Bolívar adopta inmediatas medidas para reorganizar el ejército de América, nombrando general en jefe a su lugarteniente, el general Antonio José de Sucre.

Con la noticia de la división del ejército realista, Bolívar decide enfrentar al general José de Canterac, quien se hallaba aislado en la pampa de Junín. Después de esta batalla del 6 de agosto de 1824, los ejércitos combinados de la Gran Colombia, Perú y unos 100 argentinos y chilenos irán a la búsqueda del ejército realista en Ayacucho.

Fue el 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de la Quinua. El comandante de las fuerzas Independentista era el general Antonio José de Sucre; Jefe del Estado Mayor: general Agustín Gamarra; titular de Caballería: general Guillermo Miller (Húsares de Junín, Granaderos de Colombia, Húsares de Colombia, Regimiento de Granaderos argentinos); 1ª División: general José María Córdoba (2.200 hombres); 2ª División: general José de La Mar (1.550 hombres); Ejército de Reserva: general Jacinto Lara (1.600 hombres). En las fuerzas realistas, su Comandante era el Virrey La Serna y Jefe del Alto Mando el general José de Canterac.

En la primera batalla, el Virrey José de la Serna es herido, y después de la segunda batalla, el general José de Canterac firma la capitulación reconociendo su derrota y la independencia del Perú. De esa manera, la batalla de Ayacucho destituyó al último Virrey español, puso fin al Virreinato del Perú y dejó libre a América del dominio peninsular.

Bolívar frente a la hora más gloriosa de América

Demostrando una vez más que la guerra es la continuación de la política por otros medios, según la máxima de Von Clausewitz, dos días antes de la batalla de Ayacucho, Simón Bolívar –Autoridad Suprema del Estado de Perú- le escribía a los gobiernos de Colombia la Grande, México, el Río de la Plata, Chile y América Central (llamada entonces Guatemala), convocándolos al gran Congreso de Panamá… “capital de la tierra”.

En esa carta fechada el 7 de diciembre de 1824, que tiene vigencia aun hoy, el Libertador de medio Continente decía: “Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos… Diferir más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación… Si V.E. no se digna adherirse a él, preveo retardos y perjuicios inmensos, a tiempo que el movimiento del mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en nuestro daño”. Cualquier parecido con la realidad actual no es pura coincidencia.

Finalizada la batalla, Bolívar saludaba así a las tropas triunfantes en Ayacucho: “Soldados: Colombia (Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) os debe la gloria que nuevamente le dais; el Perú, vida, libertad y paz. La Plata y Chile también os son deudores de inmensas ventajas. La buena causa, la causa de los derechos del hombre, ha ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los opresores; contemplad, pues, el bien que habéis hecho a la humanidad con vuestros heroicos sacrificios”.

Un mes después le escribía desde el Perú al Gral. Francisco de Paula Santander, a cargo de la Gran Colombia en ausencia del Libertador: “Cada día me convenzo más de que es necesario darle a nuestra existencia una base de garantía… vuelvo, pues, a mi primer proyecto como único remedio: la federación”. “Esta federación –explicaba- me parece a mí un templo de asilo contra las persecuciones del crimen (tan de moda en nuestros días). Por lo mismo, estoy determinado a mandar los diputados del Perú al Istmo inmediatamente que sepa que Colombia quiere mandar los suyos a dar principio a la unión. No dudo que México y Guatemala harán lo mismo, y aun Buenos Aires y Chile después; porque este es específico universal”. Y concluía: “Ayacucho ha sido el juicio final…”, pero “estoy bien persuadido que sin esta federación no hay nada”. En esa gran hora que América vivía, ese era el desafío, que sigue pendiente de concreción.

*Diplomado en Historia Argentina y Latinoamericana de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ.


Imagen de portada:»Batalla de Ayacucho (1824)». Fuente: Óleo sobre tela de Martín Tovar y Tovar. Colección de la Galería de Arte Nacional. Caracas – Venezuela.