La música de la cohesión social

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La musicóloga Silvina Luz Mansilla, de la UBA, brindó una conferencia sobre Música y nacionalismo en la época de los centenarios de Argentina. Sobre mitos e invenciones. “Hablar de modelos artísticos sin considerar el contexto histórico resultaría ingenuo”, dijo.

Por Fabián Rojas

No hay que situarse en la dimensión de la música rural sino en la de la música académica de un siglo atrás. Desde allí, la doctora Silvina Luz Mansilla, de la Universidad de Buenos Aires y del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, apunta: “El nacionalismo musical argentino se presentó como una música académica, creada por quienes se habían formado de una manera sólida en Europa. Por ello, en la época de los Centenarios abundaron las sonatas para piano solo”. Luego, la especialista dirá: “Me interesa retomar el tema de los Centenarios argentinos y cómo la música colaboró en la creación de algunos mitos, y cómo se inventaron algunas obras como hitos en el repertorio escuchado a lo largo del Siglo XX”. Mansilla ofreció en la “Escuela de Música” de la UNSJ la conferencia “Música y nacionalismo en la época de los Centenarios de Argentina. Sobre mitos e invenciones”, enmarcada en el proyecto “La música en San Juan entre dos Centenarios (1910-2010)”, de la Secretaría de Investigación y Creación del Departamento de Música de la FFHA.

La tradición que inventa
Silvina Mansilla repasó algunas obras nacionalistas argentinas, consideradas fundamentales en la época cercana a 1910 y 1916. Por ejemplo, habló de “Campera” (1919), de Carlos López Buchardo. “Por mucho tiempo se dijo que era la obra inaugural del nacionalismo argentino. Hubo momentos de mitificación desde su estreno. Fue empleada en radios durante la época del peronismo y se le buscó una ampliación de público, incluyéndola en festivales escolares. Además, con un tono adjetivado y encomiástico, la prensa le construyó ese carácter especial”, explicó. Otra obra contemplada fue “Canción del carretero” (1928), de Carlos López Buchardo y Gustavo Caraballo. “La representación de la carreta está en sus sincopas arrastradas. Aquí los elementos autóctonos son pocos (…); si la canción no mencionara una paisanita, una casa que se volvió una tapera, quizás no identificaríamos la obra como ‘argentina’. Tiene las características del pianismo del Siglo XIX. Pero es la tradición la que inventó que esta obra es argentina. Fue la presentación en sociedad de la obra a cargo de una cantante de cámara argentina (la esposa de Buchardo), la que convenció al público de que esta breve obra creaba un sentimiento de identificación cultural ‘nacional’”, afirmó. Además, Mansilla reflexionó sobre “Sonata para violín y piano. Tercer movimiento”, (1928), de Floro Ugarte. “Hay un aire de cueca aquí. O sea que la cueca y las escalas pentatónicas que aparecen acá nos llevan a pensar en las músicas del noroeste. Igual, parte de sus episodios son más franceses que argentinos, aunque sí es argentino sin dudas el estribillo de este rondó, y son esos los momentos en los que el público debe haber asentido pensando: ‘Qué argentina es esta sonata de violín’”.

Mostrar una sociedad amalgamada
Los historiadores Eric Hobsbawm y Terence Ranger se refirieron a la invención de la tradición y una de sus ideas es que esa invención es un elemento importante de estabilidad en sociedades en procesos de cambio rápido y profundo. Silvina Mansilla señaló que esto sucedió a comienzos del Siglo XX en Argentina. “Los cambios fueron rápidos, había mucha necesidad de mostrar al mundo, en la época de los festejos patrios de los centenarios, que la nuestra era una sociedad consistente, amalgamada, y así como se inventaron otras tradiciones, se inventaron también en el campo musical”. Otra idea de esos autores es que las tradiciones inventadas establecen y simbolizan cohesión social o pertenencia a un grupo. Mansilla rescató que había en aquella época muchos inmigrantes que asimilar a nuestra cultura. “Sentirse ‘argentino’ progresivamente a través de la adhesión como oyentes a ciertas músicas fomentó ese sentido de pertenencia”, indicó. Y una tercera tesis es que las tradiciones inventadas se basan en ejercicios de ingeniería social a menudo deliberados y siempre innovadores. “Nada más deliberado que referir a la guitarra desde el piano, como en el caso de los ‘Tristes’, de Julián Aguirre”, remarcó la musicóloga. Y continuó: “Vaya si no se innovó al traspasar la ‘Canción del Carretero’ al ámbito escolar; vaya si no fue deliberada la transcripción, por parte de Alberto Williams, de su vidalita ‘Opus 45’ al piano solo, a orquestas de cuerdas. Allí estuvo ‘Campera’ sonando como cortina en Radio Nacional, y llevada al cine, acompañando escenas de gauchos”, sostuvo. Finalmente, la especialista afirmó que a esta altura “seguir hablando de obras maestras y modelos artísticos, sin la consideración del contexto histórico que implican los ámbitos sociales, culturales y políticos, resultaría demasiado ingenuo”. //