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Luis Javier Garcés
Docente - Investigador
Facultad de Filosofía,
Humanidades y Artes - UNSJ
 

Cinco problemas claves
en la educación superior

El sistema educativo está en crisis y, más allá de esta afirmación harto repetida, es tiempo de reflexión. En este artículo el autor propone centrar la mirada en aquellos problemas que a su juicio constituyen algunos de los ejes centrales de esa crisis en las Universidades Nacionales.

La crisis que enfrentamos las universidades nacionales constituye una problemática bastante más profunda que sus manifestaciones superficiales, crudamente expuestas ante la recurrente amenaza -o efectiva concreción- de recortes presupuestarios. El ajuste indiscriminado resulta tan pernicioso como la continuidad de estructuras ineficaces que dilapidan los recursos. Es por ello que nuestro marco general es el de una invitación a la reflexión acerca de nuestras potencialidades endógenas, a adoptar una dirección que nos permita ver críticamente nuestras posibilidades de resolver con mayor calidad de servicio y eficacia los problemas que aquejan a nuestras estructuras educativas; para optimizar, a la vez que el servicio de educación que prestamos, nuestro propio posicionamiento y legitimación social en el marco de transformaciones -no siempre deseadas- que se viven. Es imperativo -como ya señalara la UNESCO- "potenciar la Educación Superior para convertirla, en el menor plazo posible, en un instrumento fundamental para superar el actual sombrío panorama, abrir espacios para la solidaridad inteligente y responsable, desarrollar los valores culturales, reconstruir el tejido social y el propio Estado, y contribuir, junto con los demás sectores sociales, al incremento de la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Las Universidades de los países en desarrollo tienen la obligación de realizar una investigación que pueda contribuir a solucionar los problemas más graves de dichos países y de proponer nuevos enfoques para el desarrollo"
(1)

1º Problema:
Los logros del sistema son insuficientes

En la década 1988-1998, las Universidades Nacionales se han expandido considerablemente(2); surgió una decena de nuevas universidades y la matrícula creció el 45%. En el quinquenio 93-98 el presupuesto público se incrementó un 72%, el gasto creció del 0,44 en 1990 a 0,59 del PBI en 1998 y la oferta de posgrado se duplicó. No obstante el incremento, la inversión por alumno ($1.874.- en 1998) dista mucho de la inversión que realizan los países desarrollado

Gasto por estudiante en
educación superior - 1994
(3)
Países
Gasto
Argentina
1.874 (4)
Estados Unidos
15.510
Francia
6.010
Alemania
8.380
Japón
8.880
Italia
4.850
España
4.030
Países Bajos
8.540
Portugal
6.161
Reino Unido
7.600
OCDE
9.820

Gasto en educación superior, como porcentaje
del PBI 1994 (5)
Países
Gasto
Argentina
0,55
Estados Unidos
2.6
Francia
1.3
Alemania
1.1
Japón
1.1
Italia
0.9
España
1.2
Países Bajos
2.1
Portugal
1.0
Reino Unido
1.5
OCDE
1.8


A pesar del bajo gasto por alumno, nuestras universidades tienen un alto gasto por egresado, el que según algunas estimaciones se ubica en alrededor de $40.000.-(6); lo que evidencia que a pesar de algunas variaciones positivas de la última década, nuestra crisis está signada por los bajos rendimientos, dado que el alto gasto por egresado se origina en el hecho de que sólo alrededor del 18% de quienes ingresan a la universidad logran graduarse.
Allí reside la baja legitimidad social del Sistema Universitario. Su constatación originó los sucesivos avances del poder gubernamental sobre los presupuestos universitarios. En ese marco no sólo se plantean los recortes presupuestarios, sino la discusión sobre arancelamientos, restricción del ingreso o imposición de tributos diferenciales a los alumnos, políticas éstas cuya aplicación redundaría -entre otros efectos- en una disminución de la matrícula.
Esos intentos por resolver el problema -influidos por planteos neoliberales-, propician una "solución negativa", en la medida que buscan "eficientizar" el sistema por la vía de su achique, sin acudir a razones de fondo.
La solución negativa parte de la idea de que no es posible tener un sistema eficiente, con buenos rendimientos y adecuados logros, mientras se mantenga la cantidad de alumnos que el sistema alberga. Si éste cuenta con 1.200.000 alumnos, de los cuales sólo se graduará el 18%, la respuesta que desde allí se propicia es la prescindencia por alguna vía de ese millón de alumnos que nunca se graduará y que pesa considerablemente en los costos por egresado.
Lo que debe preguntarse entonces, es acerca de la razonabilidad que tiene para la Argentina la existencia de un sistema universitario con 1.200.000 alumnos, así como el papel que el país otorga a la formación de sus recursos humanos para propiciar un desarrollo económico-social sustentable. Si ello fuera razonable habría que intentar remover los obstáculos que impiden aumentar la proporción de graduados del sistema.
Los bajos rendimientos operan devaluando la legitimidad social de un sistema universitario en el que los individuos no encuentran satisfacción adecuada a sus necesidades de formación, haciéndolo presa fácil de las políticas de ajuste. Este proceso de deslegitimación social -que abarca el conjunto de las instituciones educativas- ha sido develado por investigaciones que muestran que mientras hacia 1984, el 54% de la población tenía plena confianza en los Sistemas de Educación, ya en 1996 ese valor había descendido hasta el 33%.(7)
La conjunción retroalimentada de estas dos problemáticas de gran envergadura: bajos rendimientos y baja legitimidad social, conspiran contra la continuidad del sistema y constituyen el núcleo de la crisis por la que atravesamos, por lo que la mayoría de los problemas que puedan puntualizarse aparecen como causa o consecuencia de éstos.

2º Problema:
Inadecuado capital cultural de los ingresantes

El estudio realizado por Elida Gueventter(8) revela la escandalosa caída de los rendimientos de la escuela media, como muestra el cuadro siguiente.

Logros de los egresados secundarios
  Nivel de logros
área 1971/1980 1991/1995
Funciones lógico-
matemáticas
70% 18%
Funciones
lógico-verbales
62% 37,5%
Funciones
lógico-espaciales
49,6% 20,5%

La escuela media, y el conjunto del sistema educativo se ha visto envuelta en un proceso de deterioro de larga data. El elemento más fuerte que afecta al rendimiento de la Educación Superior es la constatación de que las Instituciones Educativas certifican saberes que los alumnos no han adquirido.
A menudo las universidades han producido adaptaciones, intentos nivelatorios, y diversas prácticas que pretenden, con dispares y escasos éxitos, solucionar el problema. La más grave de ellas es aquella que "empuja el nivel hacia abajo", descendiendo su propio nivel para adaptarse a la situación de partida de los ingresantes.
La reversión del problema obligará a las universidades a estrechar lazos con el resto del sistema, lo que encuentra una dificultad adicional de tipo jurisdiccional, dada la dependencia provincial de los sistemas educativos, por lo que se impone la búsqueda de fórmulas de acuerdos en el ámbito de los gobiernos provinciales y del Consejo Federal de Cultura y Educación.
Difícilmente se pueda revertir la situación de los ingresantes en términos de su capital cultural, si no se recurre a políticas que refuercen seriamente el nivel medio. La Universidad en convenio con los gobiernos provinciales podría proponer fórmulas para una escuela a contraturno durante algún período de tiempo, para aquellos chicos que pretendan ingresar a la Universidad.
A lo mencionado debe sumarse la crítica situación socioeconómica de los estudiantes. Cualquier análisis revela una profunda caída en sus niveles socioeconómicos, lo que a su vez origina un crecimiento notable de quienes deben desarrollar tareas laborales simultáneas con sus estudios. Los datos muestran que la mayoría de los estudiantes no lo son de tiempo completo, sin que las instituciones, salvo casos muy puntuales, hayan podido realizar adaptaciones que permitan contemplar esta situación.

3º Problema:
Retraso e inadecuación del conocimiento disponible

El sistema de educación superior no ha crecido sistemática, sino desordenadamente; el surgimiento de Universidades Nacionales o Privadas, de Facultades o carreras y de instituciones de educación superior no universitaria en el ámbito de las provincias, no siempre ha reparado en la existencia previa de una masa crítica adecuada en cada área del saber.
Con el tiempo, algunas instituciones, fruto de determinadas condiciones favorables, o meritorios -aunque aislados- esfuerzos han logrado revertir esos defectos fundacionales. Otras, en cambio, no han podido superar las mínimas barreras que posibilitan la circulación de saberes de primer nivel en el área, quedando sumidas en un perfil de insuficiente nivel científico.
Una tendencia espontaneísta nutrida de intereses sectoriales, ausente de una visión macropolítica del servicio de educación superior, ha dado como resultado la existencia de instituciones o carreras, que se encuentran notablemente retrasadas respecto de su participación en la sociedad del conocimiento.
A pesar de ello, el país en conjunto posee en sus claustros suficiente masa crítica para un adecuado desempeño prácticamente en todas las áreas del saber, pero distribuida con asimetrías insostenibles. Tal circunstancia determina que muchas instituciones otorguen -en algunas de sus áreas- credenciales devaluadas a sus egresados, situación que ha comenzado a originar rechazos por parte del mercado de trabajo. Asimismo, la percepción social de estas carencias influye negativamente en la distribución geográfica del servicio, dado que los sectores que pueden hacerlo, se movilizan fuera de sus lugares de residencia, tras la búsqueda de excelencia.
Ante esta situación se impone una seria evaluación académica del conjunto de las instituciones que permita establecer claramente las fortalezas y debilidades de cada una de ellas, en cada una de sus áreas, para a partir de allí, forzar políticas de integración conducentes a la elevación del nivel académico del conjunto, mediante la recirculación de profesores dentro del sistema y diversas estrategias destinadas a potenciar las áreas más deprimidas.

4º Problema:
Obsoleta e inadecuada mediación
pedagógico-institucional

La Universidad se encuentra atravesada por la crisis que afecta al resto del sistema educativo, manifiesta en la rigidez y desactualización curricular, la baja producción escrita de docentes y alumnos, la pérdida de sentido y falta de pertinencia de gran parte de los estudios y el desincentivo permanente a la docencia universitaria. Los sistemas de administración, montados al estilo burocrático de la administración pública, distan mucho de adecuarse a las necesidades académicas y científicas.
En un marco de crisis y bajo capital cultural de los ingresantes, los profesores de los primeros años no cuentan con los suficientes elementos de carácter pedagógico que posibiliten una reversión de la situación de partida. La tendencia de las últimas décadas ha sido hacia una devaluación social de la labor docente -y en consecuencia del saber pedagógico-, cuestión ésta que se manifiesta en los bajos salarios como en la estructuración de las áreas pedagógicas, la mayoría de ellas insertas en los niveles no universitarios provinciales, y en general, subestimadas desde la misma comunidad científica.
Las instituciones siguen funcionando con compartimentos estancos a su interior, sin avanzar en procesos de departamentalización o en armado de estructuras matriciales que optimicen y superen la superposición de esfuerzos. La fragmentación constituye la nota relevante, imposibilitando que los propios docentes accedan a la información que posibilite una visión macro de la institución, de su departamento o de la propia carrera.
Los sistemas electorales, envueltos en la crisis de los sistemas de representación de la sociedad toda, no posibilitan una clara articulación entre los distintos componentes de la comunidad universitaria, sumiendo sus prácticas políticas en diversas formas de clientelismo y acuerdos corporativos potenciados (salvo en pocas excepciones) por regímenes de elección indirecta de autoridades.
Las viejas y valiosas banderas reformistas suelen plantearse con un grado de anquilosamiento que impide su decodificación en el marco de las necesidades de admitir diversas formas de evaluación interna y externa de las prácticas universitarias, impidiendo ver que la "autonomía universitaria no constituye un valor absoluto".(9)
El cogobierno universitario ha incorporado formalmente en su seno a los egresados, sin articular ninguna política efectiva para su participación en la vida universitaria; no ocurre lo mismo con otros actores cuya presencia podría ser relevante al momento de posibilitar serias articulaciones del nivel, tanto con el resto del sistema educativo, como con los intereses de la producción, la sociedad y el mercado. Los Ministerios de Educación provinciales no tienen en cuenta la existencia de las Universidades en sus respectivas jurisdicciones, ni éstas prestan suficiente atención a las provincias, como no sean los intentos de articulación -hasta ahora absolutamente insuficientes y no vinculantes- que se canalizan en el seno de los CPRES regionales.

5º Problema:
No existe un “sistema” de Educación Superior

Ese enjambre de instituciones de educación superior (37 universidades estatales, 42 privadas y alrededor de 1700 instituciones superiores no universitarias bajo jurisdicción provincial), que pueblan nuestra geografía, está bastante lejos de constituir un "sistema", si por ello se entiende a una red articulada de instituciones orientada a la generación y distribución de conocimientos de alto nivel en el seno de la comunidad nacional.
Si bien los arts. 8, 9, 10, 70 y 71 de la Ley de educación superior previeron diversos mecanismos de articulación, coordinación y consulta, (Consejo Federal de Educación, CIN, CRUP, Consejo de Universidades y CPRES), los resultados siguen presentando una estructura sin "partes efectivamente articuladas".
Esos organismos constituyen entes cuyas facultades no son vinculantes para las partes, por lo que las decisiones resultan libradas a la voluntad de sus componentes y a la conjugación de sus intereses. Esta lógica de funcionamiento de un "sistema" que no funciona como tal, tiene a su vez una tendencia reproductora al interior de las propias instituciones,(10) donde a menudo las distintas facultades, departamentos o institutos tienden a autonomizarse en sus decisiones, diluyendo el sentido institucional de cada universidad, para transformar a la institución en una especie de "Federación de Facultades o Departamentos".
Este modo regulatorio de la actividad institucional de educación superior, ha generado consecuencias muy nocivas para la prestación del servicio en la medida en que superpone esfuerzos, genera absurdas competencias de mercado a partir de la utilización de fondos públicos, dilapida recursos, tiende a que todas las Universidades se "especialicen" en todo y responde más a las demandas que a las necesidades
La ausencia de un sistema de educación superior se encuentra vinculada a la irresuelta coordinación del sistema federal argentino y su ensamble de las autonomías provinciales en el esquema nacional. Lo mismo podría decirse de las autonomías institucionales.
La autonomía universitaria, entendida como autonomía de los centros del saber frente al poder político, frente a las censuras ideológicas y los dogmas acientíficos, es ejercida a veces a contrapelo de sus principios fundantes, como una facultad anómica e irresponsable motivada por intereses de grupo o sector.
Avanzar en la estructuración de un sistema que no avasalle las autonomías, supone necesariamente darle unidad a ese sistema, desde el ejercicio conjunto y concertado de cada autonomía, y no desde poderes centrales, propiciando fuertes pactos -necesariamente vinculantes en los organismos federales de concertación.


Notas:
1 Conferencia Regional para la Transformación de la Educación Superior - UNESCO-CRESALC - La Habana, 22-11-96
2 Anuario 1998 de Estadísticas Universitarias - Ministerio de Educación
3 Bricall y Brunner - UNIVERSIDAD SIGLO XXI. Europa y América Latina. Regulación y Financiamiento Documento
Columbus sobre Gestión Universitaria. UNESCO, 2001
4 Los datos de Argentina corresponden a 1998
5 Bricall y Brunner - Op.cit.
6 López, G., Universidad de Quilmes - 2000
7 Etcheverry Guillermo Jaim, “La tragedia educativa”, FCE, Bs. As., 1999
8 Etcheverry Guillermo Jaim, Op.cit.
9 "La autonomía universitaria no constituye un valor absoluto como a veces se la ha presentado, pues ella adquiere su legitimación mientras la universidad contribuya a promover el conocimiento y se brinde satisfactoriamente a la comunidad, la universidad no puede erigirse en un feudo inexpugnable durante etapas de normalización institucional, donde intervienen otros desafíos que resultaban tradicionalmente prohibitivos: las evaluaciones y acreditaciones exógenas para optimizar la enseñanza, las rendiciones presupuestarias en aras de una mayor transparencia, la adecuación de los estudios al desarrollo regional, o los acuerdos con el ámbito empresaria"l Biagini, Hugo E., 2001, "La Universidad hoy desde la perspectiva reformista".
10 En algunos casos esta situación resultó agravada por lo prescrito en el art. 50 de la Ley de Educación Superior, al establecer algún margen de autonomía a las facultades o departamentos que superan los 50.000 alumnos