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Edición N° 61 - Año X - Marzo de 2013    
Columna de música

Otra de Darín

Una lectura de "Tesis sobre un homicidio", un "film pretencioso" de estreno reciente, protagonizada por el actor de la premiada "El secreto de sus ojos".

Ricardo Darín ha dejado su escritorio de empleado de Tribunales para convertirse en un abogado penalista retirado al que se le ocurre dictar un postgrado. Se ha vuelto algo más frío, pero sigue tan solitario y hermético como en 'El secreto de sus ojos' (dir. Campanella, 2009).
Estábamos expectantes de cierta resonancia con aquel memorable film. Primero, porque se trata de un thriller. Luego, porque hay una junta que se las traía (el personaje de Arturo Puig cierra, pero la medida es tan ajustada que acaba demasiado encorsetado). Y por qué no, uno esperaba un romance en clave dariniana. Nada de eso. En cambio un giro que no beneficia a nadie ni a nada, nos deja palpitando la añoranza de ver desplegar nuevamente, aun haciendo concesiones si era necesario, más del indiscutible talento de semejante actor.
'Tesis sobre un Homicidio', es el segundo film de Hernán Goldfried, estrenada el 17 de enero de este año en Buenos Aires. Roberto Bermúdez es un abogado penalista retirado que vuelve a la Facultad de Derecho a dictar un curso de postgrado. No bien éste comienza, los rastros recientes de un homicidio inteligentemente perpetrado, son advertidos justo frente a la ventana del aula en donde se desarrolla la clase. Incontables 'detalles' llevan a Bermúdez en lo sucesivo a justificar cada vez más –aunque sin prueba fehaciente alguna- la sospecha respecto de uno de los alumnos, uno muy particular. Gonzalo (Alberto Ammann), hijo de una antigua amiga de Bermúdez, se muda con su familia a España luego de su nacimiento, y ahora viaja a Buenos Aires a cursar el seminario de este reconocido abogado retirado.
Cierto coqueteo con el nombre del libro que el abogado penalista acaba de publicar, no cesa, hay que reconocer, de mantener atento al espectador. Éste es: 'La estructura de la justicia' y deja en claro en dónde se juega la eficacia del guión. Veamos.
Toda estructura, como el director habrá a priori indagado, se conforma de dos o más series. Como en las célebres escenas de cualquier policial a mano, un factor x entrecruza las series implicadas, hace que se bifurquen, las acerca, las aleja, acelera su choque y paraliza eventualmente sus ritmos respectivos. El libro ocupa este lugar, y guiño tras guiño, va entretejiendo la trama pretendidamente extraña y tensa relación entre Bermúdez y Gonzalo. Como así también la disputa entre sendas tesis acerca de…la tesis sobre la tesis sobre el homicidio.
Entre todos los recursos llama la atención una singular participación de 'el arte' (sic). Señales certeras pero fugaces, multiplican los puntos de vistas y animan al espectador a formular sus propias tesis. Muchas de las que eventualmente se escapan del estricto terreno del relato en torno al crimen. Hay un primer plano fugaz del lomo de libros de Borges y Neruda, y también de Alvear -entre otros, que no se alcanzan a grabar-, ubicados justo al lado de los de Bermúdez recién salidos. Planos que favorecen la renombrada tesis de que el arte –casi casi imperceptible pero paradójicamente tan presente- resiste ante la caída incluso del logos directus (en español: fundamento racional del derecho). Pero también y sobre todo Picasso, favorito de Gonzalo y que ofrece abonos poderosísimos para su tesis propia. Un silogismo en apariencia perfectamente logrado que destila ambigüedades por todos los agujeros. Está la escena del Museo, y una en la que participa 'Fuerza bruta', ambas secuencias de apabullamiento, donde los roles transmutan y de las que resulta que todo, estructura, series y factor x van a parar a la hoguera. Puede ser que allí –en estas alocadas cámaras peregrinas de un Buenos Aires respirado en el límite-, se despliegue la tesis del propio director. Que no es abogado ni mucho menos.
Un film pretencioso que aunque deja en claro que el cadáver frente a la ventana de la Facultad de Derecho, no es ni el país ni la justicia (que no se trata de metáforas ni de alusiones), y aunque acierte en la administración de la ambigüedad, nos deja, no obstante, masticando muchas cosas de sobra y una pregunta de menos. Esperamos expectantes otra de Darín.

 

Cristina Pósleman

Escribe:
Magíster Cristina Pósleman
Instituto de Expresión Visual
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes - UNSJ