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Edición N° 58 - Año IX - Octubre de 2012    
Columna de opinión

Mujeres: víctimas de una sociedad de subordinación

Se habla de violencia de género porque aín persiste una asimetría en las relaciones de poder entre varones y mujeres, la cual perpetía la subordinación y desvalorización de lo femenino. Existen distintas formas de violencia.

La violencia de género -que no es privativa de un sector social- se presenta como doblemente violenta cuando recae en sectores excluidos, ya que los sectores sociales en situación de exclusión y vulnerabilidad, cuando son víctimas de violencia o delito desde su condición de "no personas", de "no portadores de derechos", no suelen ser atendidos para ser preservados de mayor daño social o suelen ser revictimizados, especialmente las mujeres de los sectores más vulnerables.
Se define la discriminación contra la mujer como "Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo, que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer independientemente de su estado civil, sobre la base de igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la esfera política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. CEDAW, ART. 1".
Argentina lleva sancionadas a la actualidad 19 leyes nacionales específicas de protección a las mujeres, y un amplio margen de programas y políticas sociales han sido también diseñados y ejecutados sobre esa base, siendo la más completa la sanción de la Ley Nacional N° 26.485/09, que implica un "inmenso desafío político y social para que sus promesas se hagan realidad, dotando de competencia, capacitación y presupuesto para que la norma sea de protección para las mujeres, pero se observa la escasa voluntad (política) de las autoridades para aplicarlas. Falta (reforzar) una política eficaz y coordinada para prevenir y erradicar la violencia de género hacia las mujeres", (Faur, Eleonora, 2010).

Espacios en San Juan

En San Juan este proceso se dio a través de la sanción de normas y la creación de espacios institucionales que abordaron la temática de la violencia contra la mujer. En 1985 se creó el Departamento de la Mujer y Familia; luego en 1987, por impulso del Consejo Nacional de la Mujer (CNM), se creó la Subsecretaría de la Mujer, dependiente de la Secretaría General de la Nación, y posteriormente se creó la Dirección de la Mujer dentro del ámbito del Ministerio de Desarrollo Humano, la cual tiene como normativa vigente la Ley 7.943 de Violencia Familiar (2008), que no atiende específicamente la violencia de género, sino a la mujer maltratada o violentada como emergente principal del cuidado familiar.

Separar lo biológico de lo social

La problemática específica de la mujer se abordó desde la segunda mitad de la década de los años '80 desde la mirada teórica de los estudios de género. La categoría género aboga por la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres y por el respeto de los derechos de la mujer.
En efecto, la categoría género intenta distinguir el sexo biológico del sexo socialmente construido. El género se refiere a la construcción sociocultural que se le atribuye al sexo biológico, es decir, al conjunto de ideas, representaciones, valores y normas sobre lo que es ser hombre o mujer, lo propio del niño y de la niña, de lo masculino y de lo femenino, siendo este un conjunto de construcciones culturales e históricas susceptibles de cambiar a través de las prácticas sociales. El propósito de esta distinción es separar lo biológico de lo social en virtud de que lo social ha sido interiorizado, naturalizado e invisibilizado tan profundamente que se confunde con lo biológico. El género es una categoría relacional que define relaciones de poder entre varones y mujeres, en los espacios píblicos y privados y al mismo tiempo se entrelaza con los condicionantes de clase y etnia, porque no es lo mismo ser mujer negra y pobre que mujer blanca de clase media.
El patriarcado, que sostiene la superioridad masculina, tiene una base material que organiza la reproducción de la especie; la sexualidad, los comportamientos y la crianza de los hijos y un conjunto de normas ligadas al poder, bajo un mismo proyecto estratégico de control de la propiedad y de los recursos para la reproducción cultural y social.

Violencia de género

Violencia de género es aquella violencia que se desprende del hecho mismo de ser mujer, de acuerdo con Breith (1993, 72) la violencia de género "forma un solo cuerpo con las injusticias estructurales y alimenta la lógica imperante de una cultura violenta donde se nos trata de acostumbrar al dominio de unos a otros como forma natural de vida de una sociedad de subordinación" Para Kaufman esta violencia representa "muchas cosas a la vez. Es el hombre individual ejerciendo poder en relaciones sexuales y, al mismo tiempo, la violencia de una sociedad jerárquica, autoritaria sexista, clasista, militarista, racista, impersonal e insensata -proyectada a través de un hombre individual hacia una mujer individual". En una sociedad globalizada, la violencia nos empuja hacia la competencia, la discriminación y sobre todo a nuevas formas de violencia contra la mujer como la esclavización que sufren en la industria de la prostitución y trata.
Cuando se piensa la violencia se piensa en un golpe o insulto directo. Sin embargo, hay muchas formas de violencia invisibilizadas para muchas personas sin ni siquiera ser consciente de ello por quien lo hace, y quien la recibe.

Desvalorización de lo femenino

¿Por qué hablamos de violencia de género? Porque aín persiste una asimetría en las relaciones de poder entre varones y mujeres que perpetía la subordinación y desvalorización de lo femenino. Esta inequidad responde al patriarcado como sistema simbólico (ideas, discursos e imágenes) determinante de un conjunto de prácticas que niegan los derechos de las mujeres y reproducen el desequilibrio existente entre los sexos. La diferencia con otros tipos de violencia reside es que en este caso el factor de riesgo es el sólo hecho de ser mujer (M.A. Banchs, 2001).

Violencia subterránea

Existe una violencia subterránea sobre la cual se apoya el reparto desigual del poder, es decir, del acceso y control de recursos materiales y culturales. Se llama subterránea porque no suele ser percibida como violencia, sino que esta desigualdad es considerada como un hecho inscripto en la naturaleza femenina, por débiles, por sensibles, e incluso por idiotas. Otra es la violencia explícita, reconocida como tal, pero frecuentemente mitificada a través de su negación, de su ocultamiento, de su justificación o de la culpabilización de las víctimas.
Cualquier forma de discriminación hacia la mujer es, en sí misma, un hecho violento que las mujeres no percibimos porque hemos incorporado estereotipos y roles sexuales sobre la superioridad del sexo masculino y no como construcciones socioculturales e históricas que se dan en la socialización familiar, en la educación formal, en los medios de comunicación, en el campo laboral, profesional y en todos los órdenes institucionales.
Otras formas de violencia soterrada son los "piropos" degradantes, groserías como nombrar la madre en caso de insulto y las diversas estrategias culturales que refuerzan en el imaginario simbólico la inferioridad de la mujer, por ejemplo en los refranes en torno a las mujeres, la violencia aparece con una fuerza inusitada, en los que se la identifica con la estupidez y la maldad. Este discurso que muestra el menosprecio hacia las mujeres va acompañado por la necesidad de control sobre ellas.

Aborto y violencia

Otro fenómeno de discriminación es el tema del aborto. ¿Es o no es violencia que la mujer sea obligada a dar curso a un embarazo producto de una violación o de un incesto? En personas de sectores populares, la posibilidad de ser concientizadas sobre una sexualidad responsable, la información oportuna y adecuada sobre los métodos anticonceptivos, el acceso a los métodos de planificación familiar, no es resuelta debido a las carencias culturales de las propias interesadas y a la irresponsabilidad del Estado.

Violencia silenciada

Esta violencia es reconocida por todos como tal, pero es ocultada. Se trata de los casos de violación, de acoso sexual en el trabajo, de maltrato doméstico, de abuso sexual incestuoso, de trata de mujeres. Nadie niega que estos sean actos de violencia y pocos ponen en duda que el autor de estos actos es un hombre y la agredida una mujer. Sin embargo, se suele pensar que "algo hizo" aquella mujer para recibir tal maltrato. El acoso sexual en el trabajo es silenciado, o disfrazado. El maltrato en pareja es definido como pelea de marido y mujer, asuntos privados en los que terceros no deben intervenir. El abuso sexual incestuoso es simplemente "negado", nadie lo ve. Inés Hercovich (1992) cuando trata de responder a la pregunta ¿por qué callan las mujeres violadas?, expresa que todo el escenario, los protagonistas, los hechos, son borrados para no cuestionar las certidumbres apaciguadoras (1992, 64). Mucho peor en el caso del incesto".
La situación de la violencia hacia la mujer a partir de los noventa, es el develamiento de la violencia que se produce en el hogar, hecho que se politiza haciendo píblico lo privado, comunicando lo incomunicable, haciendo que las experiencias que se vivencian como privadas puedan de ser debatidas.

"Malas, sospechadas, despreciables"

Sean como sean, seguro las mujeres son "malas, sospechadas, despreciables", sobre todo cuando no son controlables por los hombres o el sistema social y son libres.
La mujer, en su condición de subordinada, es víctima, siempre víctima y, sólo eso. La relación de dominación-explotación se constituye con la necesidad de preservar la figura subalterna de las mujeres. Su subalternidad significa ausencia de poder. Se trata, pues, de una resignificación de las relaciones inter e intragénero y de una distribución más equitativa de las parcelas de poder.

Laura Ávila
Docente Investigadora
Facultad de Ciencias Sociales - UNSJ
Directora del Proyecto de Investigación "Violencia de Género en la Provincia de San Juan"

 

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