Tiempo atrás y en el marco de las muestras "Spilimbergo" y "Belleza y estilos", que se exhibieron en el Museo de Bellas Artes "Franklin Rawson", aconteció un evento interesante y emotivo. Una gran cantidad de familiares del pintor Alberto Bruzzone, venidos desde distintos lugares del país e incluso del extranjero -hijos, sobrinos, tíos, nietos…-, se reunieron en el Museo para reencontrarse y disfrutar de las obras del pintor que resguarda la institución. Como parte de la reunión, se proyectaron dos videos dedicados al artista, que algunos tuvimos la suerte de disfrutar.

Más allá de lo ameno de la reunión, fue muy oportuno que ella se realizara justamente en el Franklin Rawson en el momento en que se presentan dos exposiciones que de una u otra manera se relacionan con el artista que nació en 1907 en San Juan y falleció en 1994 en Mar del Plata, donde vivió gran parte de su vida y desarrolló su obra madura.

En 1929, Bruzzone, que había estudiado Bellas Artes en Buenos Aires, realizó su primera muestra individual en la "Casa de España" de San Juan. Y él mismo cuenta en un reportaje que habiendo vuelto a su ciudad natal en 1928 conoció a Lino Eneas Spilimbergo -que por entonces residía en la provincia- y salió con él a "paisajear", debiéndole no pocas enseñanzas. De aquellas sesiones de pintura al aire libre, en las que seguramente participaron otros pintores sanjuaninos de la época, resultaron excelentes obras de la mano de Spilimbergo, entre ellas, su "Paisaje de San Juan", que ganó el primer premio en el Salón Municipal de Rosario de 1929.

Bruzzone, por otra parte, es uno de los artistas representados en la muestra "Belleza y estilos", curada por Eduardo Peñafort y quien escribe, y que tuvo entre otros objetivos colaborar en la construcción de la historia del arte sanjuanino de la primera parte del siglo XX, reuniendo a un grupo de artistas y obras de aquellos tiempos, a los que simultáneamente quisimos rendir un merecido homenaje por su invalorable contribución al desarrollo del arte en la provincia.

De modo que de una manera casual y azarosa se entretejieron en esos días una serie de misteriosos lazos y correspondencias, un diálogo silencioso entre obras y artistas que, seguramente, en la oscuridad de la noche y apagado el ir y venir de los visitantes, sirvió mágicamente para recordar anécdotas y revivir las apasionadas charlas sobre arte.