El escritor, historiador y periodista Osvaldo Bayer recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de San Juan. El fundamento de la entrega de esta distinción está impreso en el Artículo 1º de la Resolución 100/11 del Consejo Superior de esta casa de estudios, el cual dice: "Otorgase el título de Doctor Honoris Causa de la UNSJ al historiador, escritor y periodista argentino Osvaldo Bayer por la trayectoria llevada a cabo como periodista, escritor, pensador, novelista, ensayista, guionista, cumpliendo con el papel de intelectual lúcido y crítico, que con rigurosidad y fundamento habla de su propia realidad social e histórica, en un todo de acuerdo con lo establecido en el artículo 130 del Estatuto Universitario de esta Casa de Altos Estudios". El otorgamiento del Doctorado fue una instancia propicia para que el autor de "La Patagonia rebelde" conceda una entrevista exclusiva a Revista La Universidad. Derechos humanos, ética en la historia, academicismo historiográfico, su visión crítica sobre próceres argentinos, Mariano Grondona, el uso interesado del folklore, entre otros temas, son abordados por uno de los pensadores más preclaros de la Argentina contemporánea.
-Tras la reapertura democrática en Argentina se da la necesidad de revisar la historia con un sentido crítico, ¿qué opinión tiene al respecto?
-Estoy involucrado en eso profundamente, dado que me parece un insulto a los derechos humanos y a la mayoría de la población argentina por ejemplo que tengamos como monumento más grande de la Capital Federal y en el lugar más céntrico al General Roca, autor del genocidio en la Campaña del desierto, y que no esté allí el General San Martín o alguno de los libertadores de Mayo, como Castelli, Moreno o Belgrano. Ellos quisieron terminar con el racismo y devolverles sus derechos a los pueblos originarios. Además nunca se nos ha enseñado en los colegios que Roca restableció la esclavitud, que en Argentina había sido eliminada en 1813.
-¿El restablecimiento de la esclavitud está registrado en la prensa de la época?
-Los testimonios están en diarios de 1879. Hubo avisos oficiales del presidente Avellaneda sobre reparto de indios. "A toda familia que lo requiera se le entregará un indio como peón o una 'china' (en esos términos) como sirvienta. Después están los informes oficiales de que hubo centenares de originarios enviados a la Isla Martín García a hacer construcciones de tipo militar. Y también están las cartas del ya presidente Roca, enviando a representantes de pueblos originarios a trabajar a la zafra de Tucumán.
-Y hubo medios de comunicación que apoyaron esas acciones, ¿no?
-El Diario La Nación, por ejemplo, apoyó la Campaña del desierto. Pero también sucedieron cosas que ese diario no quiso dejar pasar por alto. Roca efectuó un fusilamiento de 60 representantes de pueblos originarios en la provincia de Buenos Aires y quedaron los cadáveres en exhibición. La Nación le dedicó todo un artículo y al día siguiente salió un editorial titulado "Impunidad".
-Hoy, ese diario y sus columnistas historiadores buscan atacar directamente a una visión historiográfica como la suya o la de Felipe Pigna, por ejemplo. La intención parece ser incluir al historiador en el mismo modelo que tiene para el periodismo: historiadores adictos al gobierno e historiadores "objetivos", ¿es así?
-Sí, esa es una campaña de mala fe de Mariano Grondona y del historiador Alberto Romero, en la que dicen que nosotros queremos reemplazar el monumento a Roca por un monumento a Kirchner. Yo jamás pensé en eso. Siempre digo que hay que dejar pasar 50 años de la muerte de una persona para luego discutir si se le hace un monumento o no, en función de su trayectoria. Hay que analizarla posteriormente, cuando ya no haya influencia de ninguna parte. Nuestro pedido al Gobierno de Buenos Aires fue cambiar el monumento a ese genocida de Roca por uno a quien lo merezca. A la mujer de los pueblos originarios, en cuyo cuerpo se originó el mestizo, el criollo, que fue el soldado de nuestra independencia.
-Usted decía que existe un estudio antropológico sobre esa cuestión de sangre.
-Sí, hay un profundo estudio de antropología de la Universidad de Buenos Aires que señala que entre el 56 y el 61 por ciento de la población argentina tiene algo de sangre de los pueblos originarios, a través del mestizo. Por eso creo que es una falta de respeto a la mayoría de la población el monumento a ese genocida, quien en todos sus discursos los trataba como salvajes o bárbaros.
-Historiadores como usted tal vez tienen una producción historiográfica accesible al público, mientras que otros se dirigen a sus pares. ¿Esto tiene que ver con aquel ataque a ustedes?
- Sí, y ese es el denominado academicismo, es decir, ellos se leen entre ellos. Nosotros hemos adoptado un idioma periodístico fácil pero siempre basado en la verdad histórica. En historia no se puede falsificar los hechos. Cuando uno produce alguna falsificación siempre habrá un historiador que encuentre la documentación científica para demostrar que hubo mentira. Hay que decir la verdad, hay que decir lo bueno y denunciar lo malo en cuanto a nuestros próceres.
-¿Los academicistas son propensos a escribir la historia oficial?
-Por supuesto, y se ha demostrado. No se puede decir una palabra contra Roca, a pesar de que está comprobado con documentación histórica, con sus propios discursos, con el informe de la comisión científica que acompañó a Roca. Todas estas cosas están en el Archivo General de la Nación. La reesclavización está en la prensa diaria de 1879. ¿Por qué negar eso? El monumento a Roca además es una vergüenza porque fue realizado por un gobierno no democrático, elegido por el fraude patriótico en la década del '30, la década infame. Eso fue cuando el hijo de Roca fue elegido vicepresidente del General Justo. Es Roca hijo quien propone el monumento, que se inauguró en 1940 con el gobierno de Ortiz, también elegido por fraude patriótico. |