edición 54: ESPECIAL DOMINGO F. SARMIENTO
AÑO VIII - Nº 54 | SEPTIEMBRE de 2011
Por Mg. Mónica Riverós de Corradi
Docente e investigadora
Departamento de Ciencias Políticas
Facultad de Ciencias Sociales - UNSJ
Según Toynbee, el crecimiento de las civilizaciones no es un proceso automático. El crecimiento exige sucesivas respuestas creativas por parte de personas o grupos que ofrezcan soluciones a los problemas que surgen, y que obviamente no pueden ser los que los precedieron, ya que ellos han sido la causa del estado de cosas que ocasiona el nuevo problema. Dicho de otra manera: los que antes gobernaron y dejaron al país en crisis no son hoy los indicados para hablar o emitir juicios. Deben asumir la cuota de responsabilidad que les compete y retirarse dejándole abierto el camino al que viene.
Siguiendo esta idea, podemos afirmar que Sarmiento formó parte de esta minoría creadora ya que, comprendiendo el contexto general en que se encontraba nuestro país cuando asumió la presidencia, lo hizo con un claro objetivo: "Póngase a mi lado detrás, espalda con espalda los otros; sostengan mi debilidad y, por mi madre y por Dominguito, prometo que levantaré la piedra y la subiré sobre la montaña. Tengo la convicción íntima de que puedo hacer el bien, porque sé en qué consiste". (Noble, 1960)
Al reflexionar sobre sus proyectos expresó: "Piden gobierno y trabajo; no la palabra sino la cosa; no el fruto maduro que nadie sembró, sino la planta regada con sudor, que dará el fruto. Pediríanme que realizara lo que tantas veces he comenzado en la escuela, en el Ejército, en Chivilcoy, en San Juan, en la prensa…". Esta carta cuyos párrafos citamos fue publicada como su programa de gobierno en el diario La Tribuna del 20 de noviembre de 1867.
Al asumir la primera magistratura en octubre de 1868 recibió un país involucrado en una guerra impopular, profundamente pobre y atrasado. Cuando en 1869 se llevó a cabo el primer censo nacional éramos 1.836.490 habitantes, de los cuales el 71% era analfabeto. El 75% de la población vivía en la pobreza y tan solo el 1% del total eran profesionales. (Pigna, 2006). Estos resultados explican su obsesión por la educación.
Es interesante analizar la presidencia de Sarmiento a partir de las cartas que le envió a su amigo y ministro en los Estados Unidos Manuel R. García. Esta correspondencia revela no sólo cuáles fueron sus planes y objetivos, sino que detalla sus obstáculos. De su lectura surge que el gran opositor de Sarmiento Presidente será Bartolomé Mitre. Éste ocupa una banca por Buenos Aires en el Senado de la Nación en mayo de 1869. Desde el comienzo, él y sus partidarios pasaron a la oposición, y desde el Congreso y la prensa se opusieron en forma sistemática a los proyectos del gobierno. A diferencia de Sarmiento, el ex presidente tenía un partido político propio y gran influencia en la opinión pública a través de su diario La Nación.
Sarmiento inicia su presidencia en un país sin comunicación, sin ferrocarriles ni telégrafos. Sus proyectos, hoy alabados por todos, en aquel momento tuvieron una oposición sistemática en el Congreso. En todo este proceso Mitre será su principal obstáculo: Sarmiento se quejará de que "creía entonces el general que el pueblo elige un presidente legalmente en toda la República para que desde el Senado gobierne el ex presidente". (Luna, 1999)
En setiembre de 1871 y en víspera de terminarse las sesiones ordinarias del Congreso, hace el siguiente balance en una carta escrita a García: "El Congreso es hoy un niño grande…". "No es que sean enemigos, sino que son adversarios del Ejecutivo como sus abuelos, y que compuesto por mayorías bien intencionadas se dejan impresionar por los demagogos que, como Mitre y otros, creen lo más glorioso y democrático y republicano crearle dificultades al gobierno".
No podemos hablar de la oposición sin mencionar la Sociedad Rural, considerando el comentario realizado por Biolcatti. Sarmiento no dejará de criticar a lo largo de su vida la concentración de la propiedad territorial y desde el gobierno intentará concretar algunos proyectos, como la fundación de colonias de pequeños agricultores. Sin embargo, cuando intentó concretar su idea se encontró con la cerrada oposición de la Sociedad Rural, la cual en la persona de uno de sus fundadores y presidente, don Enrique Olivera, le hizo saber que consideraba "inconveniente implantar colonias como Chivilcoy donde ya estaba arraigada la industria ganadera".
Posteriormente Sarmiento afirmará hablando sobre ese tema: "Nuestros hacendados no entienden jota del asunto (…), quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué a los Pereyra, a los Luros…y a todos los millonarios que pasan su vida mirando como paren las vacas. En este estado está la cuestión, y como las cámaras (del Congreso) están también formadas por los ganaderos, veremos mañana la canción de siempre" (Pigna, 2006)
Los diarios opositores no le dieron tregua durante su presidencia. En octubre de 1870 Sarmiento le describe a García la situación de la prensa: "Es la expresión no de círculos sino de propietarios políticos. Mitre, La Nación; Oroño, La República; Quintana, El Nacional. Cada uno para sí y todos contra el gobierno".
El 14 de enero de 1871 continua: "La prensa de Buenos Aires es toda hostil al gobierno, simplemente porque detrás de cada diario está un empresario político, Mitre Quintana, Castro, Oroño, todos hostiles entre sí pero de acuerdo en incomodar al gobierno".
Cuando Horacio Verbitsky en Página 12 el 21 de agosto del corriente año afirma "El problema no son los medios, sino su articulación con el poder económico y político", está describiendo los conflictos a los que se enfrenta Sarmiento.
Esta presidencia es un claro ejemplo del desarrollo del conflicto entre el Ejecutivo y el Congreso en un sistema republicano. Con el apoyo de algunos diarios la oposición hará lo posible por bloquear los proyectos del Presidente, pero Sarmiento logra imponerse y el 7 se setiembre de 1869 escribe: "Ya habrá usted visto las discusiones del Congre-so, y la formidable oposición. Pues bien: hemos hecho las cosas como queríamos. Ha sancionado el Congreso cuanta ley le hemos propuesto". Y continua: "Creo que la renovación del Congreso traerá una mayoría definida, en cuanto a oponerse a una oposición cínica e interesada como la de hoy, que está moral y científicamente vencida; porque ese ha sido el resultado de las disensiones: mostrarles que no sabían nada".
Cuando leemos su afirmación en octubre de 1869: "Pues con un Congreso que principió hostil y ha concluido sin plan ni espíritu, hemos triunfado en todas las cuestiones", sentimos que está describiendo al Congreso en el presente, que siendo mayoría no pudo capitalizarlo presentando proyectos que se concreten en leyes. Sin embargo, es optimista. En febrero de 1870 le confiesa a García: "Tengo, pues, la tela de que se hace la gloria, tierra, emigrantes, crédito y plata al contado". Su proyecto se está haciendo realidad.
Si inspirándonos en Plutarco tomamos a la presidencia de Sarmiento y a la de Cristina Fernández y hacemos un paralelo entre ellas, encontraremos similitudes: una prensa opositora en forma sistemática, un Congreso que no puede presentar proyectos pero sí puede obstaculizar la tarea del Ejecutivo, un ex presidente que no entiende que ya no gobierna y una oposición que no tiene claro tampoco cuál es su papel.
Hoy, a 200 años del nacimiento de Sarmiento, conviene releerlo, analizarlo y buscar las causas de la repetición de la historia. El sanjuanino cosechó enemigos a lo largo de su vida: como gobernador, como candidato presidencial, en el ejercicio de la primera magistratura y hasta su muerte. Son los gajes de la política. Recordemos, empero, la frase de Gracián: "Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien".
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