edición 54: ESPECIAL DOMINGO F. SARMIENTO
AÑO VIII - Nº 54 | SEPTIEMBRE de 2011
Por Prof. Carlos Fager
Docente e investigador
Facultad de Ciencias Sociales - UNSJ
Yo sé que hay gente que me quiere.
Yo sé que hay gente que no me quiere.
Silvio Rodríguez ("Esta canción")

Llegan las épocas de elecciones y algunos políticos apuestan al intelecto, apuestan a la sensibilidad literaria, apuestan a la reflexión religiosa,… apuestan.
El discurso pragmático de la propuesta de campaña se mecha con la reflexión sesuda y profunda cuando aparece un micrófono periodístico que hace las preguntas cuyas respuestas, se piensa, marcará la orientación del voto. Cuestionario "simpático" que pretende mostrar un aspecto más "humano", más "social" (de la sección Sociales). Preguntas que remiten a los hábitos familiares y domésticos de los fines de semana. "Y… los domingos estamos toda la familia junta en torno a la mesa". Un poroto. Luego de otras tan esclarecedoras como la anterior, viene la infaltable e ineludible: ¿Cuál es/son su/s libro/s de cabecera? Y entonces… la "de manual"; la que se repite como un ritual. Y claro… los rituales hay que mantenerlos. Y más si otorgan réditos. "El Martín Fierro y la Biblia". ¡Cómo no! Y uno espera que en ese momento el periodista haga justicia y comience una requisitoria que ponga en evidencia la actuación. Pero eso no va a suceder. Nobleza (y desconocimiento) obliga.
De esa manera se cubren dos frentes: El individuo ama lo nacional y es un profundo conocedor de la religión que, como él sabe o debería saber, suscribe sin demasiadas disquisiciones lo judío y lo cristiano al mismo tiempo. Otro poroto.
Y si debe responder a objeciones de algún competidor, entonces surge la otra frase "de manual": "Como dijo Don Quijote: 'Ladran Sancho, señal que cabalgamos'", prueba irrefutable de que jamás leyó la obra del de Alcalá de Henares, en la que no figura la frase en cuestión. Claro, si no leyó a Cervantes, ni hablar de la obra poética de Goethe en la que sí encontraría una paráfrasis en el poema Kläffer (Ladrador):
"Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos"

Doscientos años después

Domingo Faustino: ¡cuántas barbaridades se dicen en tu nombre!

Este es, justamente, año electoral. Y vaya si lo es. Consulta popular; Prima-rias abiertas; Elecciones generales. Y casualmente, también en este año se cumplen doscientos años del nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento, más que prócer. Y digo más que prócer, porque a doscientos años de su nacimiento y en año electoral, Sarmiento es la panacea. Sirve para todo y para todos.
Es cierto que Sarmiento despierta sentimientos diversos en propios y ajenos. Pocos connacionales han soportado en su historia tantas y opuestas adjetivaciones que van desde "padre del aula" hasta "vendepatria"; y en el medio una larga lista de "atributos" positivos y negativos como es esperable que suceda en cualquier visión que pretenda interpretar el pasado. Sólo para mencionar dos referentes, rescato dos posiciones ideológicas contrapuestas que paradojalmente hacen un extraño rescate de él:
Jauretche: "Sarmiento es un Facundo que agarró pa´ los libros".
Jorge Luis Borges: "Sarmiento sigue formulando la alternativa: civilización o barbarie. Ya se sabe la elección de los argentinos. Si en lugar de canonizar el Martín Fierro, hubiéramos canonizado el Facundo, otra sería nuestra historia y mejor".
Por lo menos esta última ya pone en cuestión el "pensamiento sarmientino" que ha instalado la historia oficial.
Es cierto, también, que pocos pueden ostentar una hoja de vida como la de Don Domingo Faustino. Se desempeñó en muchos oficios y/o profesiones, al margen de su gestión de gobierno y su pasión literaria, pero… ¡¿cuánto de mítico hay en todas estas facetas?!
Personalmente diría que muy pocos literatos en la Argentina pueden escribir con la pureza y claridad de estilo con la que Sarmiento produjo más de cincuenta obras. Nadie como él en el correctísimo uso del gerundio… Pero, dirán muchos, ¡a quién le importa! Lo importante de Sarmiento es que fundó escuelas; que fue presidente de los argentinos, que era periodista, que fue minero, que era escenógrafo, mozo, y pintor por mano propia de la Casa Rosada.
Nada es suficiente para los panegiristas. Y menos si encuentran alguna faceta que "sirva" a los intereses de su discurso: fijar pautas de conducta; imponer una política resistida; hacerlo militante de nuestra causa política, social o religiosa; mostrarlo como sostenedor de nuestras posiciones en lugar de, en todo caso, ser coincidentes con las suyas… Hay un Sarmiento a la medida de cada uno.
Leer su obra demandaría algún tiempo que muchos de los que opinan sobre él no se han tomado en lo absoluto.
Obsecuentes y utilitarios deberían, por lo menos, seguir el ejemplo de uno de sus principales enemigos. Deberían leerlo. "El libro del loco Sarmiento es de lo mejor que se ha escrito contra mí: así es como se ataca, señor; así es como se ataca: ya verá usted cómo nadie me defiende tan bien, señor", dijo Rosas al leer el Facundo.
A los fines de la explotación minera a cielo abierto, Sarmiento pasó a ser el minero número uno de la Argentina. Fue minero, es cierto, y eso le permitió escribir sobre el tema. ("El mineral es una gran propiedad común que toda la población explota a su manera y de la cual depende su existencia" [X-194-1845]. "No son minas como las de Copiapó [las de California], que enriquecen a una veintena de propietarios, sin mejorar en nada la condición de la masa…" [XXIII-68-1849])
En el acto de inauguración de una escuela rural, en un discurso político legitimador de la consulta popular, el gobernador nos decía (refiriéndose a DFS): "Este gran sanjuanino que seguramente nos está mirando desde el cielo, nos está diciendo sigan, sigan adelante".(2)
Y el sacerdote que bendijo (en el mismo acto) las nuevas instalaciones, también se sintió inspirado para recordar al prócer y no encontró mejor referencia para "cristianizarlo" que diciendo: (parafraseo) "Invocar a Dios en este acto es algo que Sarmiento valoraría profundamente porque, como ustedes saben, él escribió el libro 'Vida de nuestro Señor Jesucristo' porque era profundamente cristiano".
No voy a dudar de que el cura hubiera leído ese libro. Pero seguramente no había leído muchos escritos epistolares y periodísticos del "Gran sanjuanino".
"Los sacerdotes son de baja extracción. Hay exceso, por lo que habrá que matarlos y expatriarlos". (tomo 9 Obras Completas)
"El catolicismo es cruel, rencoroso, tiránico, perseguidor, expoliador y opresor de los débiles". (tomo 48 Obras Completas)
También se le escapó que Sarmiento era Masón, positivista influenciado por Darwin y su teoría sobre la evolución de las especies (rechazada por la Iglesia Católica); impulsor nada menos que de la Ley 1.420 que establecía la educación gratuita, obligatoria y… laica.
En el mismo sentido (el de utilizar al prócer), un diputado de la provincia manifestaba en una entrevista que "si Sarmiento viviera sería kirchnerista".
Muy cercano está el discurso del presidente de la Sociedad Rural Argentina, antes ganadero, hoy "sojero de la primera hora". Tan justo él se permitió pararse en el bicentenario. "Aristocracia con olor a bosta, pues la riqueza les viene de la pujanza de los toros alzados de sus estancias", diría DFS de los ganaderos debido a que privilegiaba el trabajo agrícola.
"Él había imaginado dos grandes motores que impulsarían a esa Argentina pujante y progresista: el Estado y la Sociedad.". "Una sociedad integrada, móvil y democrática, capaz de crear oportunidades de progreso para todos.", diría en su discurso el de La Rural.
"¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia... ("El Progreso", 1844)
"Tengo odio a la barbarie popular… La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil… ("El Nacional", 1857).

"Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?..." (Carta a Mitre, 1861), diría Sarmiento para contradecirlo. Y agregaría "(los argentinos son) una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización".
"Los argentinos somos pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos, ignorantes, inmorales y apenas en la infancia" (Argirópolis).
Mientras tanto, en muchas escuelas (él fundó ochocientas) siguen rescatando el anecdotario que reduce una figura enorme a un catálogo de buenas conductas a imitar (no mentir, estudiar, ser obediente, no faltar a clase, no llegar tarde, etc. etc.)
En tanto que él mismo (si lo hubieran leído…) en "Mi defensa" (1843) reconoce que su libreta de calificaciones era "abominable"; que tenía conducta deficiente y que se aburría sobremanera en la escuela.

El caso es que Sarmiento es como el Aloe Vera. Sirve para todo/s, pero muy pocos "leen el prospecto". Si lo hicieran podrían rescatar un progresista y un adelantado de su época. Un hombre brillante. Pero fundamentalmente eso: un hombre. Con profundos aciertos, pero también con enormes errores. Un hombre que, si hoy se levantara de su tumba la emprendería, en primer lugar, contra sus panegiristas, y luego contra todos aquellos que mezquinamente han hecho de él un objeto de uso interesado.

Más Sarmiento y menos fluoxetina (1): Parafraseando título de libro "Más Platón y menos Prozac", de Lou Marinoff
2- Demás está decir (o quizás no) que al finalizar su único mandato en 1874, Sarmiento se retiró de la presidencia para ser ¡Director General de Escuelas de Buenos Aires! y continuar con el periodismo.
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