edición 54: ESPECIAL DOMINGO F. SARMIENTO
AÑO VIII - Nº 54 | SEPTIEMBRE de 2011
En el año del bicentenario del natalicio de Domingo Faustino Sarmiento, Revista La Universidad dedica la presente edición a reflexionar sobre este emblemático sanjuanino, uno de los estadistas y pensadores más importantes que dio Argentina, cuya obra trasciende largamente fronteras y tiempo.
por fabián rojas
ilustraciones Jorge rodríguez
Tal vez como nadie, en la de por sí turbulenta historia argentina, Domingo Faustino Sarmiento cobija atributos que lo hacen excéntrico y lo llevan a encarnar un personaje absolutamente inquieto, revulsivo y extraordinario, cuya obra y pensamiento lo situaron y lo sitúan tanto en lugares pletóricos de rosas como en otros matizados con espinas. Temperamento y verbo disparadores de polémicas entre sus contemporáneos y su posteridad, blanco añejo de incondicionales adhesiones y de intransigentes críticas, a doscientos años de su nacimiento la evolución de la historiografía y los debates sobre su obra y persona en distintos foros parecen estar haciendo un acto de justicia cuando el sanjuanino es ubicado lejos de cualquier escala de grises o términos medios. Si el autor del Facundo trasciende los tiempos y sigue alimentando discusiones e interpretaciones disímiles, no es sólo por su obra iniciática en torno a la educación libre y laica ni por su investidura de Presidente de la Nación o Gobernador de la Provincia. Es también, y en gran medida, porque Sarmiento fue y es un personaje complejo y de fuertes contrastes, sumergido en un profundo y embravecido mar de ideas y ánimos que lo tornan una de las figuras más emblemáticas y atractivas de la historia vernácula.

Si algo puja permanentemente por seguir saliendo a la luz desde las entrañas del tiempo en que vivió, es que Sarmiento fue un hombre cuyas ideas se deslizaron por una muy delgada línea entre la aceptación y defenestración porque simplemente no respondían o, mejor, no eran reflejo de los cánones políticos, sociales y culturales decimonónicos de Argentina y de América Latina.
Se obnubilaba con la civilización y progresos europeos y renegaba de la pampa y de los lastres del colonialismo, pero a la vez soñaba e impulsaba emprendimientos, como la minería, en su afán de erigir esa actividad como motor de desarrollo soberano, accionado y puesto en marcha para beneficio sólo del país y de San Juan. Fue aguerrido con los nativos, con la "América española, absolutista, bárbara"; con frases por demás inquietantes, como "el derecho no rige sino con los que lo respetan; los demás están fuera de la ley" (al momento de sugerirle a Mitre que "no trate de economizar sangre de gauchos"). Se encandilaba con el modo de vida, vestimenta y hábitos en ciudades estadunidenses, en desmedro de la "barbarie gaucha" y el "salvajismo indígena" locales. Pero Sarmiento también supo oponerse a parte de las capas sociales más elevadas del país. Atacaba a la aristocracia y esgrimía declaraciones punzantes contra la oligarquía ganadera terrateniente, por caso, luego de estudiar el sistema de distribución de tierras heredado de las tradiciones españolas, el cual privilegiaba a círculos de poder: "Las generaciones presentes no tienen un palmo de terreno donde pararse, pues sus propietarios las adquirieron (a las tierras) hace un siglo por distribuciones gratuitas".

He ahí sólo un ápice del estridente eco que legaran pensamiento y obra de Domingo Faustino Sarmiento. Sólo un ápice, porque quien fundara cientos de escuelas, importara maestras de Boston, gobernara el país, conociera el exilio, promoviera el primer Censo nacional, enfrentara a poderosos caudillos, fuera un escritor excepcional e iniciara la novelística en el continente, ejerciera un periodismo combativo o se enfrentara a la Iglesia en el Siglo XIX, es meritorio de múltiples enfoques que de todas maneras no abarcarían toda la catadura de tamaña figura. Revista La Universidad invitó para esta edición a distintos académicos a reflexionar sobre este hombre nacido en 1811 para marcar hitos en la historia argentina y americana. A continuación, distintas miradas, como variopinta fue la personalidad de Sarmiento.

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