Editorial edición 54: ESPECIAL DOMINGO F. SARMIENTO
AÑO VIII - Nº 54 | septiembre de 2011
ESCRIBE: Benjamín Kuchen
Rector de la Universidad Nacional de San Juan
En el Bicentenario de Sarmiento

Hacer mi vida en San Juan me llevó a tener una vinculación más estrecha y reflexiva con el prócer que se identifica con la provincia sanjuanina.

La celebración del bicentenario del natalicio de Domingo Faustino Sarmiento ha movilizado a la sociedad a opinar sobre su compleja personalidad y obra. Este número de Revista La Universidad tiene la intención de poner a disposición del lector pensamientos y conceptos de distintas personas que lo han estudiado con mayor profundidad.

No hay duda de que la figura de Sarmiento se proyecta en casi todo el siglo XIX, en tanto es un hombre con una gran capacidad de acción y propuestas innovadoras para su época, las que realiza desde los distintos lugares en que trabajó, especialmente en la función pública, como legislador, Presidente de la Nación, ministro, gobernador, director General de Escuelas.

Imbuido del pensamiento de su tiempo, ha producido a través de la escritura una amplia obra que consta de más de cincuenta tomos a la que se agrega una actividad epistolar dirigida a políticos, familiares, maestros, amigos, que asombra por su magnitud y calidad. La escritura de Sarmiento no escapa al romanticismo y positivismo del siglo XIX y revela sus intenciones políticas y sus ideas sobre la determinación del medio geográfico, escritura en la cual no siempre es posible encontrar homogeneidad en el pensamiento. La dimensión de la obra sarmientina es inspiradora de comentarios contrapuestos. Se instala de este modo un discurso de múltiples voces, heterogéneo, a partir de quienes lo leen, lo estudian, opinan, cuyo objeto es Sarmiento, pero con un denominador común en el que emerge siempre una personalidad compleja, vigorosa, apasionada, con defectos y desaciertos, con proyectos que lleva a la práctica.

Aun contextualizando sus opiniones en el ideario de su época, algunas de ellas son fuertemente cuestionadas. Sin embargo, su obsesión por la educación con las características de pública, obligatoria, laica y para todos, lo sitúa en un lugar de gran reconocimiento. La idea de educación popular para el progreso del país es central en su proyecto político y se materializa en la Ley de Educación 1.420, la que junto con el impulso que Sarmiento también da a la ciencia y a la tecnología constituyen las bases fundamentales para el futuro de Argentina.

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