edición 54: ESPECIAL DOMINGO F. SARMIENTO
AÑO VIII - Nº 54 | SEPTIEMBRE de 2011

Por Luis Garcés y Adriana Puiggrós

Civilización y barbarie, igualdad y divisiones, lo público y lo privado, inmigración y desprecio por el otro. Estas son algunas series de oposiciones que, en una charla exclusiva para esta revista, la Dra. Adriana Puiggrós, especialista en educación y legisladora nacional, y el Dr. Luis Garcés, docente e investigador de la UNSJ, ubican en el contexto político, social y cultural que rodeó a Domingo F. Sarmiento, y que incluso llegan hasta el presente.

Luis Garcés: Sarmiento fue un actor principal en la llamada Generación del 80 y quien instauró el principio de la "escuela pública". Me preguntaba qué fue de todo eso, en términos culturales, educativos, en los 130 años que transcurrieron; qué quedó de aquello en nuestra escuela de hoy, cómo sedimentaron o cómo se diluyeron aquellos derechos.

Adriana Puiggrós: La obra en educación de la Generación del 80 parte del protosistema educativo que habían organizado los caudillos con criterios a la vez localistas y modernos, generando un sistema educativo moderno, muy importante para la organización de la sociedad argentina. El sistema fue consistente, como para resistir los embates del cambio de época y de organización económica, social y cultural que significó y significa hoy el neoliberalismo.

L.G.: También habría que discutir si ese sistema fue el que generó la impronta dicotómica de "Civilización y Barbarie", constituyendo la base de una matriz cultural en la que los nativos fueron "bárbaros", mientras europeos y estadounidenses fueron los "civilizados".

A.P.: Sin dudas, y es ahí donde está enclavada la tragedia argentina, en la operación que realizó Sarmiento cuando llegó de Estados Unidos con la idea de una educación única, común, influido por las ideas del estadounidense Horace Mann. En la teoría de Mann la educación común tiene como base la igualdad de los habitantes. Pero hubo una dislocación de ese planteo porque para Sarmiento los sujetos de la educación estaban divididos. Así, la educación común en este país no fue una idea que se fundamentara en la igualdad. Sarmiento en este sentido alteró el principio liberal de la escuela moderna. Creo que entender esta contradicción es comprender un problema crucial de la política y la cultura en la vida social argentina durante un siglo.

L.G.: Las condiciones de esa matriz cultural han persistido en la Argentina durante más de 100 años. Incluso hoy resulta difícil, para gran parte de la sociedad y hasta de la intelectualidad argentina, despegarse de aquella estructura maniquea, imposibilitando la comprensión de nuestra realidad social. A menudo la "barbarie", como conceptualización, sigue presente, estigmatizando a los sectores sociales más vulnerables.

A.P.: Hay un hilo que recorre la historia argentina que tiene nombre: "gorilismo". Es un término que no sólo refiere al antiperonismo y podría tener como sinónimo el término "antipopular". Es esa frase de Sarmiento en la Introducción a "La educación popular", cuando dice "Pobre México, pobre Bolivia, que no acabaron con su población indígena".

L.G.: "Error de España", dirá Sarmiento.

A.P.: Sí, y puede establecerse además una correspondencia con Borges y Bioy Casares en ese desprecio tremendo que exhiben por el conjunto, expresado en ese maravilloso lenguaje, como lo fue también el lenguaje de Sarmiento.

L.G.: Seguramente también fueron presos de esa matriz dicotómica, como desde otra perspectiva lo fue el nacionalismo autoritario denostando a Sarmiento. Recuerdo aquellas sentencias, en el '43, cuando Martínez Zuviría era ministro de Educación: "La escuela pública es una invención diabólica", y las maestras norteamericanas de Sarmiento, "una plaga igual a la de los gorriones". Y uno a veces se pregunta si acaso no fue posible otra matriz, no maniquea, que superara esa tradición hispánica contrarreformista de la mano de un concepto menos antitético, con mayores niveles de inclusión; o si es que tal vez ya estábamos condenados para siempre a esa continuidad liberal excluyente. Tal vez indagar sobre esta línea ayude a imaginar caminos de superación hacia el futuro.

A.P.: Creo que ahí el tema central es la vinculación entre el liberalismo como teoría de progreso y del individualismo, y el liberalismo económico de base colonial y dependiente de Inglaterra que se dio en Argentina. Creo que esta vinculación fue trágica para este país. El liberalismo decimonónico no parece haber tenido fuertes vinculaciones con procesos nacionales de independencia. Pero también hay que tener en cuenta el peso enorme de la Iglesia, como gran actor conservador.

L.G.: La Iglesia tampoco escapó a las antinomias. La revancha clerical frente a la Ley de Educación 1.420 de 1884 ha estado presente durante al menos un siglo, hasta el Congreso Pedagógico de Alfonsín. Esa misma Iglesia que durante tanto tiempo sentó las bases de un discurso profundamente antisarmientista, precisamente por la laicidad de la educación.

A.P.: En ese Congreso Pedagógico de 1986 la Iglesia ganó una de sus más importantes batallas, y fue cuando consiguió que la antinomia entre educación pública estatal y educación privada fuera sustituida por una nueva ecuación aceptada por derechas y por izquierdas, esto es, que la educación pública puede ser tanto estatal como privada. Esto fue una granada puesta en la cultura argentina, una cultura que en grandísima medida se apoyó en lo público y en el papel del Estado en la transmisión de la cultura.

L.G.: Si se piensa en Sarmiento participando en ese Congreso Pedagógico, él que había luchado tanto por la escuela pública, difícilmente comprendería cómo de pronto lo privado y lo público pueden ser ambos públicos; ese eufemismo de lo público con posibilidad de gestión privada y estatal que introdujo aquel Congreso, pero que además luego fue entendido así por la Ley Federal de Educación de los '90.

A.P.: Sarmiento en el Congreso de 1986 se hubiera sentido muy mal, porque habría visto cómo el liberalismo, -él era un liberal conservador, pero con principios liberales muy fuertes- se iba tornando neoliberalismo. Habría visto cómo el conjunto aceptaba que se fueran destruyendo las bases de la educación pública. Por otro lado, si Sarmiento leyera hoy lo que ocurre en Chile, también se sentiría muy mal. Él construyó ese sistema educativo público estatal chileno, y hoy resulta que el Estado quedó subordinado al papel del municipio y del sector privado, con inversiones mínimas.

L.G.: Cuando Sarmiento inicia el proceso de implementación de la educación pública en el país, lo hace de la mano de maestros y maestras estadounidenses. Tal vez es difícil que, al importar a alguien, ese alguien trabaje en un modelo distinto de aquello en lo que se formó. ¿Qué interacción social y política se pudo producir acá para que el sistema se tornara más excluyente que el de Estados Unidos, de donde ellos provenían?

A.P.: Sarmiento fue muy contradictorio y complejo, y quizás es fundante de la complejidad de la cultura argentina. Trajo las maestras estadounidenses por la idea de que eran protestantes, feministas y de gran cultura, para modernizar la cultura argentina contra el hispanismo más arcaico. Al mismo tiempo, los valores democráticos que portarían efectivamente quedaron limitados por ese desprecio de Sarmiento respecto de los indígenas, los gauchos, la población nativa de Latinoamérica.

L.G.: Tal vez lo más grave de esa matriz cultural dicotómica es que impidió ver nada más ni nada menos que la alteridad, aquella posibilidad de ver al otro, a los otros, a esos tantos otros que pululaban en los pueblos latinoamericanos. Esto es lo que quizás estuvo presente allí y sigue presente hoy. Mientras el esquema sea civilización "o" barbarie, será difícil que tengamos alteridad, y mientras no la tengamos no podremos concebir la inclusión.

A.P.: Es cierto, y es gravísimo que en un país de inmigración haya habido una dicotomía fundante, estaba la idea de que la propia existencia tiene como condición la desaparición del otro. Es tremendo que al mismo tiempo que el país convocaba la inmigración haya primado una postura de negación de la alteridad. Rescatar la idea de la alteridad, de la inclusión, supone una superación de ese maniqueísmo que mencionabas, incluyendo, en términos sociales, económicos y políticos, al conjunto de lo que se excluyó.

L.G.: Sí, y también en el terreno de las ideas; caminar hacia una cultura y una sociedad más abiertas, abrir las mentes a los procesos históricos, superar la dicotomía fundante nos permite discutir con Sarmiento, sin discutir contra Sarmiento, entendiendo lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos ser.

Perfil de Luis Garcés | Doctor en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires, Ex secretario Académico de la UNSJ. Titular de las cátedras Historia de la Educación II y Política Educativa en la Facultad de Filosofía, Humanidad y Artes (UNSJ). Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Historia de la Educación.

Perfil de Adriana Puiggrós |Doctora en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Investigadora Principal del CONICET e investigadora del Instituto de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Autora de numerosas publicaciones relacionadas con la Educación. Fue Profesora titular de la cátedra Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y Decana de esa Facultad. Desde 2007 es Diputada Nacional y presidenta de la Comisión de Educación .

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