edición 53
AÑO VIII - Nº 53 | agosto de 2011
Beatriz Della Motta
El secreto de sus ojos
Por fabián rojas
Sin ejercer su profesión de abogada porque no le gustaba, la devoción de la doctora Beatriz Della Motta siempre pasó por el cine, además de la literatura, la música, el teatro y la plástica. Hace escasos meses se jubiló como directora del Instituto de Expresión Visual de la Facultad de Filosofía de la UNSJ. Fue profesora y crítica de Cine. Ahora es crítica cultural. Dice que ya no puede ver películas, pero que sus ojos quedaron "colmados, llenos de imágenes" de infinitas historias.

Seguramente la calle Güemes, hacia el sur de la ciudad, hoy no guarda los mismos rasgos de los tiempos en que la joven Beatriz Della Motta salía de su casa para subir al ómnibus que pasaba por allí, viajar a Mendoza, ver un estreno en algún cine y luego inmediatamente regresar a su hogar. Hoy, los colectivos de larga distancia no van por ahí, la calle tiene otras casas, otras gentes y es mucho más transitada. Pero, eso sí, allí sigue la casa paterna en la que Beatriz continúa viviendo, atesorando en sus ojos secuencias del film de su vida, como aquellas de sus escapadas a Mendoza, o cuando en vacaciones en Buenos Aires empezaba su itinerario por salas cinematográficas a mediodía y terminaba de noche, "agarrándome de las paredes, porque veía todas las películas que podía", dice. Memorias que remarcan dos distintivos de esta multifacética docente y creadora de la Universidad Nacional de San Juan: su condición de apasionada cinéfila, algo que después sería uno de los principales engranajes de su vida profesional, y el espíritu de libertad que la poseyó siempre. "Terminé mi secundario en la Escuela Normal San Martín y por ese tiempo empezó a funcionar un instituto de nivel terciario que era de credo católico. Ingresé allí como alumna, pero yo era un poco díscola para cuestiones en que los dogmas estuvieran presentes, así es que me fui", se presenta la ya jubilada doctora Lucía Norma Beatriz Della Motta.
Profesora extraordinaria emérita de la UNSJ y directora del Instituto de Expresión Visual (IEV) de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de esta casa de estudios hasta marzo pasado –instituto en el que también ejerció como docente creadora-, Beatriz Della Motta es doctora porque se recibió de abogada, profesión que nunca le gustó y que sólo estudió por una cuestión familiar que prefiere reservarse. De esos años recuerda que durante su cursado en la Universidad Nacional de Córdoba compartía libros de estudio con el alumno Fernando De la Rúa, compañero que décadas más tarde sería presidente de la Nación. Pero ya como profesional del Derecho, la joven Della Motta sufría cada vez que debía entrar en oficinas tribunalicias. Por eso, luego de una beca por seis meses en Italia, que había obtenido de la Sociedad Dante Alighieri, dejó archivada esa profesión.

Llamando a una experta
"En mi vida profesional nunca gané mucho dinero, pero siempre lo gasté en la que fue para mí la mejor manera: viajando", adelanta Beatriz. Entonces, cuando se le pregunta cómo ingresó en la Universidad Provincial D. F. Sarmiento, antecesora de la Universidad Nacional de San Juan, para integrar las mesas de exámenes de Historia del Arte y de Historia de la Música y trabajar en la creación de la Cátedra de Historia del Teatro y del Cine, en el entonces Departamento de Artes Plásticas –hoy IEV-, responde: "Creo que tenía una ventaja: antes de aquella beca a Italia habíamos viajado a Europa en barco con unas amigas. En el viejo continente visité todos los museos que pude y me embebí de arte". En ese y otros periplos en la década del '60 Beatriz recorrió Portugal, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Grecia, Israel, Estados Unidos y Perú. Pero también realizó otros "viajes", recorriendo miles de páginas de libros de cine, historia del arte y literatura de una gigantesca biblioteca que abarca varios ambientes de su hogar. "Además –cuenta-, en esta provincia no se enseñaba nada de cine, pero yo hacía comentarios sobre esa disciplina en Radio Nacional San Juan; entonces me llamaron para dictar Historia del Teatro y del Cine".

Siguiendo a Fellini
Tiempo después, en otro de sus viajes por el viejo mundo, Beatriz visitó la tumba de Federico Fellini, su cineasta favorito. Ella explica por qué su debilidad por el director de "La dolce vita": "En el cine se objetivan pasiones y sentimientos, pero Fellini ha sido capaz como ninguno de objetivar sueños, deseos y recuerdos. Incluso en una sola escena ha logrado eso. Me gustan las películas de Fellini porque no se pueden contar, no son traducibles al lenguaje verbal, es cine puro. Alguna vez en Córdoba me dije 'siendo profesora voy a ver una película de Fellini con un sentido neutral'; pero a los pocos minutos de empezar, la película me llevó a un estado de encantamiento, ese estado en que uno no puede sino entregarse". Como contraparte, dice que nunca le gustó el western ni las películas con demasiados efectos especiales, porque "busco en el cine una poética".

María Luz
Beatriz recuerda que con su hermana Elena, médica y mayor que ella, se peleaban por cuestiones literarias. "Nos peleábamos por los poetas, ella prefería a Amado Nervo y yo a Rubén Darío. ¡Pero eran discusiones grandes, fíjese los temas de peleas que eran!", recalca. Por su inquietud y esa afición a la lectura, Della Motta recibió distintos sobrenombres, por ejemplo, María Luz, personaje de una niña superdotada y especie de antecesora apolítica de Mafalda, del dibujante Roberto Battaglia. Beatriz cuenta que más tarde tuvo suerte, porque en el secundario tuvo buenas profesoras de literatura. Una de ellas fue Margarita Mugnos de Escudero, madre del poeta Leónidas "Chiquito" Escudero, gran amigo de Beatriz.

"Esa música rara"
El rozamiento iniciático de Beatriz con las humanidades se dio gracias a su familia. Por un lado, su abuelo materno fue periodista y escritor. "Siempre iba a su casa y entraba con él en su biblioteca. Era su nieta dilecta, porque yo siempre andaba indagando en libros", comenta. Por otra parte, de la mano de su padre, que era coreuta, de niña se apasionó con la ópera y con la música sinfónica. "Mi padre había comprado un 'combinado' para escuchar discos. Una vez alguien buscaba por esta calle a mi papá, y una señora que barría en la puerta de su casa le dijo 'Della Motta vive en esa casa donde se escucha música rara'", recuerda riendo. "Ahora –añade- estoy haciendo una selección de escritos míos, será un libro de cuentos y anécdotas que se titulará 'Esa música rara'".
Beatriz siempre escribió, de hecho, tiene editadas obras de poesía como "Sueño del Ángel" –casette en que musicalizó poemas propios, de Gabriela Mistral y de César Vallejo- y "Las palabras necesarias". De este último libro Beatriz también musicalizó varios poemas, lo que dio como resultado hace unos años el nada raro y sí profundo CD "Reflejo de dos espejos", proyecto subsidiado por la Secretaría de Políticas Universitarias, en el que participó en piano el profesor Daniel Molina, del IEV. En ese trabajo canta Beatriz, quien se declara admiradora del "Cuchi" Leguizamón, Horacio Salgán, Piazzolla, Teresa Parodi, y de los tenores Beniamino Gigli y Tito Schipa, además de las sopranos Amelita Galli-Curci y Zinka Milanov.

El cineclub de la UNSJ
Mientras estudiaba Derecho en Córdoba, Beatriz se hizo socia de cineclubes y realizó cursos de cine organizados por Radio Universidad y por la Dirección de Cultura de la ciudad mediterránea. Así fue como cursó con el cineasta Leopoldo Torre Nilson, con su mujer, Beatriz Guido, y con Lautaro Murúa. Además estudió toda la filmografía del sueco Ingmar Bergman, al tiempo que no paraba de ver estrenos en salas. Eso trajo sus consecuencias en San Juan: "En los inicios de la UNSJ se dictó una resolución para que yo fundara el primer cineclub en esta universidad. Fue en 1974 y funcionaba en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía", señala Beatriz. Y relata que fue ella misma, junto a la actual directora del IEV, profesora Virginia Castro, quienes llevaron el cine en 16 milímetros a las escuelas secundarias e incluso a la cárcel.

Hoy, Beatriz repasa su experiencia como profesora de Cine en la UNSJ: "La satisfacción más grande que tengo es la aceptación que tuvieron mis clases por parte de los alumnos; en ellas hablábamos del ámbito de las producciones, de sus contextos. Cuando empecé a dar clases no había video caseteras". Sobre fines de los años '70 y ya en los '80, Della Motta también ya hacía crítica de cine en Radio Nacional San Juan. Hoy hace crítica cultural en esa misma emisora. "Por ejemplo, hablo de la situación del teatro en San Juan. Creo que es muy bueno y es un teatro de riesgo porque representa sus propias obras", expresa.

Todo está guardado en la retina
"Yo digo que tengo un metro de altura de hojas de comentarios sobre cine. Un día vino a casa la magister Cristina Pósleman, del IEV, vio ese material y me propuso publicar un libro", explica Beatriz. Ese fue el origen de su libro "Mirar a quién", un compilado de críticas de cine. En ese texto, como respondiendo a una tácita pregunta sobre cuáles y cuántas películas vio, Della Motta escribe: "Después de ver tantas películas quedó afectada mi vista. Eminentes oftalmólogos se ocuparon de mis ojos. Tal vez ellos no pudieron con unos ojos invadidos, colmados, llenos de imágenes que quedaron allí, disputándose un lugar más allá de la memoria y más acá de un oficio que me dio y me quitó cosas (…) Qué tengo en mis ojos. Tengo otras miradas, como aquella alcohólica, de Robert Mitchum, en 'Adiós muñeca'; los ojos húmedos de Greta Garbo en 'La dama de las camelias' suplicando al padre de Armando no le arranque el amor de su hijo; toda el agua del mar de 'Moby-Dick'; todas las arenas de 'Lawrence de Arabia'; la mirada entrecerrada de Clint Eastwood; Gelsomina tocando la trompeta en 'La Strada'; el alambrado de púas del campo de concentración de Dachau en 'Noche y niebla', de Resnais; la niña de vestido rojo en la brutal escena de Cracovia en 'La lista de Schindler'; Marcello Mastroiani y Anita Ekberg en la Fontana de Trevi de 'La dolce vita'; el tango que bailaban exiliados argentinos en 'El exilio de Gardel', en París; el caballero Block jugando al ajedrez con la muerte en 'El séptimo sello', de Bergman…", y la lista sigue, continúa extensamente mencionando más obras de Fellini, de Orson Welles, Sergei Eisenstein (El acorazado Potemkin), Giuseppe Tornatore y muchas más.
"Hace mucho tiempo que no puedo ver cine. Mi mamá me decía que me iba a quedar ciega de tanto mirar películas. Ahora tengo seis operaciones en la vista y mis retinas están muy débiles", se resigna Beatriz. Y no es extraño, demasiadas historias pesan en ellas.

Robo de bebés

En el trabajo poético musical "Reflejo de dos espejos" Beatriz Della Motta incluyó un poema de su autoría que alude a la apropiación ilegítima de bebés perpetrada por la última dictadura militar. "Yo digo que es una canción de cuna al revés, se titula 'Niño de La Ribera'. La Ribera era un campo de concentración en Córdoba", explica.

Niño de la Ribera
Haz de nacer mi niño al horror y al espanto
Se abrirá tu mirada a la muerte y al miedo.
Te acunarán gemidos de salvajes torturas
Y lacerados ángeles temblarán en tu sueño.
Y un día de mastines me vaciarán de tu alma.
Nos cortarán de sangre, seré llama sin fuego
Entre escarchas dolidas aullarán tus raíces
Y arrancado de origen serás ala sin cielo
Ay, no me nazcas niño hasta que venga el alba
Espera que no muerdan los mastines en celo
Que te acunen de pétalos y ángeles fusilados
despierten de esperanza y te cuiden el sueño
Y te cuiden el nombre y abriguen tus raíces
y crezcas en tu sitio y pronuncies tu cielo
Ay, no me nazcas niño
Ay, no abras tu mirada
a la muerte y al miedo.

Currículum resumido

Beatriz Della Motta, además de abogada egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, es profesora de Lengua y Cultura Italiana por la Sociedad Dante Alighieri. Realizó cursos en Crítica Cinematográfica y su especialidad principal es Historia del Teatro y del Cine. También fue profesora titular de Sociología del Arte, asesora académica y directora del Departamento de Artes Plásticas de la Universidad Provincial D. F. Sarmiento. Fue directora, docente investigadora y creadora en el Instituto de Expresión Visual de la FFHA de la UNSJ, y profesora de Cursos de Posgrado sobre Shakespeare para la Maestría de Literatura Inglesa de esa unidad académica y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Ha realizado numerosas actividades de transferencia académica y extensión y ha recibido distinciones de diversas instituciones.
Entre sus publicaciones se encuentran "La palabra necesaria" (libro de poemas), "Sueño del Ángel" (casette de poemas propios, de César Vallejo y Gabriela Mistral, musicalizado por Beatriz Della Motta), y el CD "Reflejo de dos espejos" (con poemas, música y voz de Beatriz Della Mota y piano y arreglos del Prof. Daniel Molina).

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