edición 52
AÑO VIII - Nº 52 | mayo de 2011
Pepe Vilanova
Nació en Mendoza pero eligió San Juan. Quería ser aviador y el destino lo reunió con el arte. Renunció a París por la docencia universitaria. Es el autor de la obra que identifica a San Juan en el deporte. Por convicción, no expone en galerías de arte. A pocos meses de cumplir 90 años, un repaso por la vida del artista José Carrieri.
Por JULIETA GALLEGUILLO

La Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) de la UNSJ inauguró una Muestra Permanente en homenaje a la obra pedagógica realizada en el “Taller de Plástica” del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, durante el período 1956 – 1972, bajo la dirección de José Carrieri. Este artista, hoy con casi 90 años, nació en Mendoza en septiembre de 1921 y es el menor de 5 hermanos. Terminó el bachiller en 1940 y egresó como Profesor de Bellas Artes, especialista en Escultura, de la entonces Academia Nacional de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, seis años más tarde. Recuerda, mientras observa una pequeña escultura de cerámica que hizo a sus 10 años y que hoy cuelga en una de las paredes de su taller, que de niño ya modelaba y esculpía en diversos materiales, aunque su gran sueño hasta la adolescencia fue ser aviador. “Siempre me apasionó la escultura, de chico me hacía mis propias herramientas y en cualquier material pero, junto a dos amigos, soñábamos con volar. Nos preparamos física y mentalmente para entrar al Colegio Militar pero el destino quiso que me quiebre una pierna días antes del examen médico. Mis amigos entraron a las fuerzas, yo tuve que buscar algo para hacer durante un año hasta poder presentarme nuevamente. Ese año me inscribí en Bellas Artes y ahí murió el sueño de volar. Pero la escultura me atrapó y me convirtió en lo que soy”, cuenta, orgulloso, Carrieri.

El anhelo del artista
En 1952 José Carrieri resultó ganador de una beca que otorgaba el gobierno francés y se fue por casi dos años a París. Define su estadía en Europa como “una serie de hechos que le abrieron la mente”. Conoció a varios de los mejores artistas como Pavsner, Pablo Picasso, Henry Moore, Jean Arp, Zadkine, Lucio Fontana, que le dejaron experiencias que lo marcaron a nivel profesional y personal. Cuando finalizó la beca le ofrecieron quedarse en Francia, pero él quería ser docente en su tierra. “París es el anhelo del artista y yo tenía condiciones, allá pude haber sido muy conocido y haber seguido trabajando con los grandes pero… a veces pienso que renuncié a la fama por la tranquilidad y la docencia universitaria. Y lo volvería a hacer porque esa experiencia me formó de ideas”, explica Carrieri.
A la vuelta de Europa se interesó por la “obra pública” y la mega-estructura, hacía docencia ad honorem y construía monumentos en plazas e iglesias, con la intención de que la gente deba trasladarse hasta el lugar para poder ver la obra y no al revés. Estos ideales lo acompañan hasta la actualidad. No realiza exposiciones ni participa en galerías de arte, por convicción. Afirma que de esta manera puede crear lo que desee sin restricciones y su obra está a la vista de todos en lugares que la gente recorre a diario, sin pagar entradas.

52 años con la universidad
“Los años que trabajé para la universidad fueron los más felices de mi vida”, afirma José Carrieri. En 1956 vivía en Mendoza y recibió un llamado del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la entonces Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FICEFN) de la Universidad Nacional de Cuyo, con sede en San Juan, ofreciéndole un cargo como docente de Plástica en la carrera de Arquitectura. Asegura que ni lo pensó. Junto a su esposa, la artista plástica Leonor Rigau, con quien tuvo cuatro hijos, decidieron venirse a vivir a San Juan.
Durante sus años en la universidad fue organizador del Taller de Plástica del Departamento de Arquitectura, por el que le rindieron el reciente homenaje. Creó, junto a otros docentes, espacios destinados al arte en los que alumnos de arquitectura, pintura, escultura y música podían sentirse contenidos. “Recuerdo aquellas épocas en que los estudiantes de Arte y Arquitectura teníamos varias sedes donde podíamos ir a expresarnos, nos juntábamos alumnos de distintas carreras, era fantástico. El matrimonio Carrieri siempre se caracterizó por su estilo innovador, en todos los aspectos”, expresa la Mg. Itatí Peinado, secretaria de Extensión de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (FFHA) de la UNSJ.
José Carrieri impulsó la investigación sobre las formas desde el Taller de Plás-tica del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la FICEFN. En este espacio aplicó las ideas que incorporó en París y propició la conjunción arte y ciencia, y la importancia de los materiales en tiempo y espacio. Comenzó a interesarse por la mega estructura y la exposición al aire libre, donde la gente se desplaza a diario, e inculcó eso a los alumnos. “Él tiene algo que se ha perdido en la universidad: no sólo te enseñaba lo que necesitabas para aprobar la materia sino que iba más allá. Nos fomentaba la creatividad aunque no estudiábamos arte, pero un arquitecto debe ser creativo”, cuenta la Arq. Virginia Rodríguez, titular de la Secretaria de Extensión de la FAUD.
Desde 1964 Carrieri fue jefe del Departamento de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la FICEFN y Director Organizador del Departamento de Plástica de la Universidad Domingo Faustino Sarmiento, desde 1970. En 1973, cuando se creó la UNSJ, Carrieri se incorporó a la FFHA donde un año más tarde fundó el Instituto de Expresión Visual (IEV), que dirigió hasta 1994. Luego dirigió cátedras y talleres de fotografía hasta que en 1976 fue decano de la FFHA de la UNSJ, mandato que duró dos años. El artista recuerda así ese periodo: "Estar al frente de una unidad académica en época de dictadura no fue nada fácil. Vi cosas que prefiero olvidar. Muchas veces me descubrí ayudando a alumnos o docentes. Con sólo no decir nada, mantenerse al margen y hacerse el tonto se podía salvar una vida. Ser autoridad era complicado pero sin dudas ser alumno era peor. Fueron años duros para todos".

Hacer la diferencia
“Entre el genio y el hombre común no existe una diferencia esencial sino gradual”. José Carrieri afirma que esta frase de Walter Gropius, arquitecto alemán, fue la que lo convenció de que a los alumnos se los debía estimular. Muchos de sus ex alumnos aseguran que Carrieri creó otra forma de enseñar, menos lineal y más emotiva. “Siempre apelé a los sentimientos con los alumnos y nunca les prohibí expresarse. No importaba si estudiaban Arquitectura, si un alumno quería traer la guitarra al taller y tocar mientras sus compañeros modelaban en piedra, lo hacía. Toda expresión contribuye al arte y toda experiencia contribuye al ser humano. Creo que es eso lo que hasta el día de hoy la gente de la FAUD me reconoce, que nunca me sentí ni más ni menos que cualquiera de mis alumnos”, culmina Carrieri.

Muestra y catálogo
En el marco del homenaje a José Carrieri por sus 16 años de trabajo como docente del Taller de Plástica del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la FICEFN, las autoridades de la FAUD elaboraron un catálogo con fotos de más de 400 obras de los alumnos que pasaron por el taller. “Son muy valoradas las obras que conforman la muestra y el catálogo porque son trabajos sumamente creativos. En aquella época trabajábamos mucho con temas de actualidad que despertaran el interés del alumno para crear”, comenta Carrieri.

Los interesados en visitar la Muestra pueden hacerlo de lunes a viernes en horario de mañana en el subsuelo de la FAUD, ubicada en el Complejo Universitario “Islas Malvinas”, Rivadavia.

La obra que marcó su carrera

Con motivo de realizarse en San Juan el primer Mundial de Hockey sobre Patines, en 1970, el entonces gobernador de la Provincia, José Augusto López, le pidió a “El Rosetón de los Deportes”, de Pepe CarrieriJosé Carrieri que hiciera un monolito de 1.50 metros de altura que represente al deporte, para colocar dentro del Estadio Cerrado Aldo Cantoni en el cierre del campeonato. Así surgió la idea de “El Rosetón de los Deportes”, la mega estructura de 70 toneladas y 8 metros de altura que se encuentra frente al Parque de Mayo. “Pensando en el monolito que me habían pedido, se me ocurrió la idea de hacer un símbolo. Algo lo suficientemente grande y llamativo como para que cada vez que alguien lo vea se acuerde de San Juan. Hice la muestra en escala de 1/20 y se la enseñé al gobernador. En menos de un mes lo habíamos construido y el 2 de mayo de 1970, en el cierre del Mundial, lo inauguramos”, cuenta el artista. Los materiales utilizados fueron hierro y cemento, y se necesitaron dos grúas para poder colocarla en el lugar que ocupa actualmente. La obra constituye una composición laminar generada por superficies regladas a partir de curvas sinusoidales inscriptas sobre la superficie de cinco cilindros entrelazados que simbolizan los cinco anillos olímpicos y los cinco continentes.

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