La riqueza del conocimiento
“Si se analiza lo que han hecho los países que tienen el PBC alto, mejor distribución y un ISP mayor, vemos que son países que no tienen grandes recursos naturales, que no han apostado a la minería extensiva, la agricultura y demás, sino que por el contario carecen de estos recursos y derivan la mayor parte de sus riquezas del conocimiento. Son países cuyas economías se denominan justamente Economías Basadas en el Conocimiento, donde el capital intelectual es el que define la rentabilidad de las empresas. Estas sociedades requieren además un alto nivel educativo y esto hace que sean más democráticas. Si se avanza hacia una economía basada en el conocimiento, automáticamente todos los parámetros se alinean y se puede tener certeza de que va a mejorar el grado de satisfacción de la población”.
La información más cotizada
“No es posible hacer ciencia y tecnología si no se asignan fondos para obtener información. Pero podría gastarse sumas ingentes de fondos en obtener cantidades grandes de información y esta información ser irrelevante. El tema es cómo en términos prácticos se logra que esa información que se obtiene a partir de inversión pública, en institutos y universidades, se transforme en beneficios tangibles para la población. Y un beneficio tangible muy necesario es la generación de trabajo de calidad. El principal problema que tenemos en la sociedad es todavía esta asimetría en la distribución del ingreso, porque de hecho existen sectores que aún están excluidos. Se debe pensar que la principal responsabilidad de un sistema científico es contribuir a incrementar la inclusión social. Esto nos lleva a repensar el rol del investigador, como aquel que ostenta esa información y como responsable del uso adecuado de esa información”.
Vasos comunicantes
“En sistemas políticos en que los científicos eran considerados como peligrosos o prescindibles, éstos pasaron a elaborar su propio sistema de validación, ya que si no era la sociedad la que los evaluaba, se evaluaban entre ellos. Así pasó a validarse la capacidad de producir conocimiento original, lo cual no estaba necesariamente asociado a mejorar la calidad de vida de la gente. Se pensaba que la generación de conocimiento básico fluiría y se derramaría en el sector productivo, convirtiéndose en innovación, y que eso mejoraría la actividad económica y la calidad de vida de la población. Este modelo lineal es válido cuando hay vasos comunicantes que canalizan el conocimiento hacia reservorios adecuados. Cuando no existen vasos comunicantes, el conocimiento se derrama y se desperdicia o, peor, es aprovechado por países que ya tienen desarrollo. Esta es la situación en la que está la mayor parte de América Latina”.
Acoplar ciencia y producción
“A lo largo del tiempo hemos financiado proyectos asociativos en el sector académico y el productivo, a través de los PAE (Programa de Áreas Estratégicas) o de los PITEC (Proyectos Integrados de Aglomerados Productivos), con resultados positivos. El año pasado empezamos a abrir convocatorias para fondos sectoriales. Para elegir en qué áreas, vemos qué hay a nivel mundial y en Argentina, y hay tres tecnologías que están revolucionando el universo de lo conocido: la biotecnología, las tecnologías de la información y comunicación y la nanotecnología. Decidimos financiar estas tres plataformas, pero las tres son muy amplias en sus aplicaciones. Por eso definimos campos de aplicaciones y establecimos 5 áreas, que son salud, energía (con énfasis en la renovable), agroindustria, medio ambiente y desarrollo social. De las intersecciones surgen posibilidades como aplicar la nanotecnología a la producción de fármacos, que si se producen localmente con esa tecnología no sólo permitirá acceder a fármacos de bajo costo sino exportarlos e ingresar divisas. En todos los casos existe esa doble función: solucionar un problema, social o económico, y generar una actividad productiva que se traduzca en puestos de trabajo e ingreso de divisas al país. Sobre esta base hemos lanzado la primera convocatoria, con fondos del Banco Mundial, para las tres disciplinas por 54 millones de dólares con subsidios de hasta 7 millones de dólares por consorcio. En todos los casos un consorcio representa a más de una universidad y a más de una empresa”.
Federalizar las tecnologías
“Otro vínculo que hay que establecer es el de la ciencia metropolitana con la de las provincias. En Argentina tenemos una seria asimetría en términos de adopción de tecnologías. Hay gente que vive en el Siglo XXI y gente que vive en la época de las colonias, con esquemas productivos antiquísimos. Este vínculo lo generamos a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, y estos proyectos son los que tal vez nos han dado más satisfacciones en términos de impacto social. Cuando se apunta a llegar a estos sectores relegados, se habla de innovación inclusiva, de cómo la tecnología mejora la calidad de vida de aquellos que estuvieron históricamente postergados”. |