edición 51
AÑO VIII - Nº 51 | marzo de 2011
ENTREVISTA | ALEJANDRO POZZI - OSCAR MENDOZA
Rebelión en el mundo árabe
Las manifestaciones populares ponen en el centro de la escena mundial a los países árabes. Para Alejandro Pozzi y Oscar Mendoza, docentes e investigadores de la UNSJ, el detonante de las revueltas no tiene un carácter religioso sino emancipatorio. El análisis de una región que se convirtió en un campo de experimento político.

El mundo sigue con atención la evolución de los conflictos que ponen en jaque el equilibrio de Oriente Medio y el resto de los territorios árabes, una región considerada estratégica por sus reservas energéticas y valor geopolítico. Revista La Universidad conversó con el Prof. Alejandro Pozzi y el Dr. Oscar Mendoza, dos especialistas en política internacional de la UNSJ, con el objeto de acercarse a una realidad que tiene como principales actores a los sectores populares.

- ¿Las movilizaciones populares obedecen a reclamos de cambio de figuras o pretenden cambios más profundos?
Oscar Mendoza:
-Demandan cambios más profundos, ya que el cuestionamiento va dirigido no sólo a las figuras gobernantes sino también a los regímenes políticos, en su mayoría autocráticos y corruptos, y a las estructuras socio-económicas en las que se sustentan desde hace décadas con la complicidad norteamericana y europea.

- Hay quienes sostienen que está llegando a su fin una era, ¿cómo podría caracterizarse esa era?
Alejandro Pozzi:
-A grandes rasgos, y aun a riesgo de comprender un espacio temporal e histórico muy amplio, creo que, con diferentes características y estadios de desarrollo y tipos de regímenes, la era que se cierra y entra en transición es la del post-imperialismo y construcción de los Estados independientes, que podríamos situar entre el primer cuarto del siglo XX y el mismo del XXI, con distintos tipos de construcciones sociopolíticas.

- ¿Y cómo repercute esto en el orden mundial?
O.M.:
-La crisis muestra un claro efecto dominó: comenzó en Túnez, siguió en Egipto, luego sus consecuencias se hicieron sentir en Yemen y Jordania y más recientemente y en forma brutal en Libia. Ante la posibilidad de que las protestas alcancen a los Emiratos del Golfo y a la propia Arabia Saudita, EE.UU. y las potencias occidentales han asumido una política proactiva que les permita encauzar los cambios políticos que inevitablemente se producirán, y que generarán un nuevo status quo que preserve lo esencial de sus intereses estratégicos. Pero el proceso está en curso y su final es incierto.

- ¿La situación de Libia es diferente al resto de los países en conflicto?
A.P.:
-Libia tiene sus particularidades, pero en lo estructural responde a la situación general de la región, es decir, al estallido de movimientos y revoluciones democráticas, frente a autocracias rígidas, despóticas y particularmente longevas. Son regímenes que en los últimos veinte años aplicaron políticas económicas neoliberales, auspiciados por empresas multinacionales y gobiernos del Occidente desarrollado, especialmente EE.UU. y los países europeos con memoria colonial.

O.M.: -Hay que recordar que la Libia de Kadafi nació de una revolución anti monárquica, nacionalista, laica y con tintes populares. En un primer momento, ese proceso le dio al país un nivel de vida de los más aceptables de África, con un apreciable apoyo popular, situación que empezó a cambiar en la última década cuando el presidente adoptó políticas neoliberales y no dejó lugar para las alternancias en el poder. Esas dos caras del régimen son, probablemente, las que provocaron la guerra civil de hoy, y explican el apoyo que Kadafi todavía tiene de importantes sectores, a diferencia de Egipto y Túnez.

Profesor Alejandro Pozzi

- ¿Qué rol está jugando EE.UU. en las revueltas?
A.P.:
-Buscará mantener el status existente, neutralizando a Irán, haciendo control de daños sobre las reformas que pudieran darse en la región; tratará de sostener o reorganizar los equilibrios existentes e inventar nuevos, con el fin de estabilizar la zona. Eso le permitirá asegurarse el alineamiento de sus aliados o evitar la radicalización de los procesos políticos. Un objetivo claro es mantener bajo control las rutas petroleras y las corrientes comerciales.

O.M.: -En el caso particular de Libia, la indefinición del conflicto o incluso la posibilidad de un triunfo de Kadafi, ha puesto a EE.UU., la OTAN y a las democracias occidentales en la posición de atacar o hasta invadir. En cualquier caso, el costo político será muy alto y, desde ya, denuncia las contradicciones de las grandes potencias. Francia, Gran Bretaña y Rusia han sido quienes proveyeron el 80% de las armas que hoy utiliza Kadafi para reprimir a su propio pueblo.

-¿Y el rol de Israel?
O.M.:
-Las principales preocupaciones de Israel son la evolución política de Egipto, pieza fundamental de sus acuerdos de paz en la región, y evitar que los conflictos impacten en su dificultosa relación con Palestina, lo que provocaría una situación mucho menos cómoda para negociar, así como impedir o prevenir la formación de una coalición hostil del mundo árabe.

- Está claro que la región resulta clave para el interés internacional…
A.P.:
-Sí, por varias razones. Entre las más destacadas hay que decir que allí están las reservas energéticas más importantes del mundo; que la indefinición del conflicto entre Israel y Palestina aporta inestabilidad en la zona, y que además conviven en un delicado equilibrio regímenes anti y pro imperialistas.

- Será muy difícil para las dictaduras sobrevivir a estos procesos…
O.M.:
-Sucede que Occidente desarrollado, con Estados Unidos a la cabeza, está perplejo; no parece comprender la dimensión y el carácter emancipatorio y anti-imperialista que este proceso político podría alcanzar. Además, ya no hay lugar para el apoyo a regímenes dictatoriales ni guerras unilaterales, ni la hipocresía discursiva, ni sistemas económicos asimétricos y excluyentes, sostenidos a rajatabla por los organismos financieros internacionales.

-Esto echa por tierra también aquella tesis que sostenía un choque de civilizaciones…
A.P.:
-Totalmente. Esa es una tesis sostenida por el Pentágono, el lobby pro israelí de Washington y los think-thanks republicanos, verdaderas usinas de proyección global de la hegemonía imperial, la guerra preventiva, el capitalismo neoliberal salvaje y una concepción retrógrada sobre la evolución política mundial. Una visión desde la cual se considera a Medio Oriente como el eje del mal, encarnado en el Islam, sin diferenciar el islamismo radical de las particularidades que presentan el resto de los países de la región.

- Entonces, ¿la componente religiosa no es la causa principal de las movilizaciones?
O.M.:
-Las demandas de democracia y desarrollo económico no tienen nada que ver con las posiciones del islamismo radical, lo que demuestra que las dictaduras pro-norteamericanas han ingresado en su etapa de agotamiento como modelo político. Sin embargo, a la hora de predecir el futuro, aún existe cierto grado de incertidumbre que el observador no debe perder de vista, alimentado por la ausencia de una memoria democrática de estos pueblos, su marcado sentimiento antioccidental y los fuertes intereses económicos y estratégicos anclados en las monarquías petroleras del golfo.

Dr. Oscar Mendoza
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