edición 50
AÑO VIII - Nº 51 | marzo de 2011
Columna de Cine
Parodia en tiempos de e-mail
Por Cristina Pósleman
Instituto de Expresión Visual - FFHA - UNSJ
Del 9 al 12 de febrero se llevó a cabo el 6ª Festival de Cortos Penca. A continuación, algunas impresiones sobre el “corto” como género.
Nos detengamos en uno de los que se vieron, “Miradas perdidas” . Una habitación urbana. Allí se ve a una mujer sentada como si estuviera comiendo una manzana. En el frente del cuadro, un hombre mueve la boca como si estuviera hablando. Unos sonidos guturales, de corneta lejana, nos pondrán en contexto. Comer una manzana ya no es comer una manzana, tomar unas bolsas de la mesada, caminar y salir ya no responde a nuestro sentido común. Se podría decir que ella se dirige hacia, pero en rigor retrocede por la habitación hacia la mesada. Se podría decir que toma unas bolsas, que se dirige hacia la puerta y sale de espaldas. Pero, en rigor, esto no es lo que ha ocurrido.
Al principio todo parece indicar que se ha invertido la cinta. Algunos segundos después se revela lo que realmente pasa. Se ha montado una secuencia que pervierte la resultante de pasar al revés una película. Una forma de descentrar un orden reconocible y estéticamente correcto. El método aquí no es dar vuelta la cinta ni duplicar esa acción, sino parodiar la linealidad del efecto. Torcer la superficie, desafiar los límites de la literalidad. Un espejo loco acaba con toda lógica sensorio-motriz. Entonces no hay lenguaje para describir las acciones que se llevan a cabo. Jugando con lo literal y su revés, este corto atrapa a más de uno por un buen rato.
En definitiva, se muestra que el simulacro del revés no es el derecho, sino su imagen parodiada: desnudamiento de lo absurdo del pensamiento antinómico y mecánico. En definitiva, se comprueba en este corto magnífico que a veces para imitar no se necesita del modelo. Es ciertamente una versión pervertida de la lógica del relato lineal y burla la inocente –y a veces pasiva- actitud con que los espectadores nos disponemos frente a la pantalla. Toda una cuestión política.
Y me acuerdo de lo que algún filósofo ha dicho de estos géneros llamados “menores”. Que no lo son por más fáciles y baratos, sino porque tienen ese apremio juvenil de dar mil vueltas y caer parado, y esa capacidad de hacer estallar potencias dionisíacas. Arte de jugar con los efectos colaterales, de ir más rápido por el costado y sacar ventaja.
“Miradas perdidas” comprueba que “lo que va” es la estética de la brevedad y el doble simulacro o la perversión. “Miradas perdidas”, las nuestras, que recurren a cuanta referencia haya a mano para sortear las magníficas trampas que nos ofrece la imagen cinematográfica hoy.
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