edición 50
aÑO VII - Nº 50 | noviembre 2010
A un año de la desaparición física del poeta y dramaturgo José Campus, Revista La Universidad recuerda a uno de los insignes hombres de la cultura de San Juan.
Escribe
Prof. Jorge Fernández
Docente e investigador. Programa DICDRA | FFHA - UNSJ
José Campus nació el 26 de enero de 1930 y murió el 25 de septiembre de 2009. En su juventud participó de algunos grupos filodramáticos que significaron su primer acercamiento al teatro. Pero sería el circo la experiencia que lo marcaría profundamente, su paso como actor de reparto en las obras que cerraban los espectáculos circenses. Una etapa de su vida poco conocida pero que innegablemente lo cimentó en el dominio del oficio teatral.

En 1959 ingresó al curso dictado por Adelaida Hernández de Castagnino, lo que daría origen al Instituto Superior de Artes, y a su Escuela de Arte Dramático, propuesta largamente esperada por los sectores de la cultura provincial sanjuanina. Campus hace su debut como actor en Donde hubo fuego y Los habladores. En 1960 actuó bajo la dirección de Natalio Seta en La taza de té y colabora como ayudante de dirección, para luego alejarse de la Escuela de Arte Dramático y formar el Centro Sanjuanino de Arte Dramático junto a otros ex alumnos.

Campus abandona la actuación para abocarse a la dirección teatral (es posible pensar a Campus como un severo juez consigo mismo) y en ese espacio encuentra su vocación. En 1961 dirige el Elenco de Teatro Independiente (ETI) y pone en escena Amorina, luego forma el Elenco de Teatro Experimental Alfonsina dirigiendo Las tres perfectas casadas. El estilo “férreo” de Campus frente a los actores y lo sobrio de sus puestas consiguen cierta aceptación en los círculos ligados al arte y el apoyo del público. Dirigió en 1963 la efímera Comedia Provincial de Teatro y en 1964 con el ETI puso en escena La zorra y las uvas y su obra preferida: Recordando con ira.
Contratado posteriormente por la Dirección de Cultura de la Provincia de Santa Cruz, permanece por varios años fuera de San Juan. A su regreso en 1972 dirigió el elenco experimental de teatro de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de San Juan. Puso en escena Dos temas para un mismo tiempo, obteniendo el primer premio para puesta en escena en el concurso Radio Colón, donde también es premiado como mejor director.

Poeta y dramaturgo José CampusCampus, como hombre de teatro, mantuvo una mirada crítica, a veces tajante, sobre el campo artístico, posición que le valió no pocos desacuerdos con sus contemporáneos. Él creyó que un cambio era necesario en los modos de hacer teatro y en las dramaturgias representadas en la provincia. Desde ese pensamiento, lideró el grupo que se escindió del Instituto Superior de Artes en 1960, proponiendo un movimiento de síntesis poética del trabajo actoral. Síntesis que tomaba como base la experiencia concreta del hecho teatral.

Campus fue un guía esclarecido al momento de establecer modos de dirección. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que fue el primer director local de teatro que sin vacilaciones trató de imponer un claro concepto poético sobre la puesta al incipiente campo teatral sanjuanino. Una osadía estética frente a la acción de faro del ISA, que aún asignaba al aggiornamiento teatral el eje de toda puesta en escena. Al igual que artistas de la época, dio a su elenco la denominación de “experimental” en clara señal de su posicionamiento sincrónico y concordante al teatro de otras capitales, calificación que, como a muchos grupos, lo excedió en propósitos. Sus fuertes opiniones lo llevaron a ocupar un espacio periférico alejado de la exposición social o mediática, fiel a sus conceptos y a su dignidad mantuvo un rol antagónico dentro del campo cultural, permaneciendo emancipado de los modismos de época. Creyó que la interioridad del actor debía ser guiada por la visión poética del director y que esa era la voz y perspectiva dominante en toda puesta en escena. Posicionamiento que le valió reconocimientos y desacuerdos, pero que lo constituyen ineludiblemente en un de los preclaros hombres del teatro y la cultura de San Juan.

Poesía de José Campus

Nació bajo signo de acuario.
Pudo suicidarse en cualquier momento.
Prefirió ser voluntario de la vida.
Caminó
casi sin intenciones.
Paso a paso se convertía en cotidiano.
Se ahogaba de gris.
Dolía.
Eso le permitió verla.
- ¿Cómo te llamas?
- Marister
A pesar de todo, aún no era tarde.

del libro “Cuentos de Amor y Magia”, 1992

a los obreros

los he visto
madrugada de lunes
todo horario
en latido
de engranajes
y palomas
iguales – parecidos
de costumbre
total
abierta a tajo
y color sol
maduro
desde antes

del libro “Entre cuatro paredes”, 1991

ciudad

hay
trigales detenidos en las manos.
soledad
de granos y de pájaros.
sombra
en la mañana
de todos los caminos
y un Cristo
que agoniza de olvido
entre trenes locos
aturdiendo el silencio

epitafio

vengo
de calles
con árboles de hojas asustadas

estamos,
vida,
donde nadie
sabe nuestros nombres

donde no lastiman los recuerdos
y la semilla
germina
sin cansancio.

del libro “Quiero”, 1962

Campus, “el viajero sin brújulas”
Escribe Mg. Ricardo Luis Trombino Subdirector Departamento de Letras | FFHA - UNSJ Escritor e Investigador de Literatura Sanjuanina

José Campus es uno de los principales referentes de la literatura sanjuanina. Solía definirse como “un viajero constante sin brújulas ni guías”. Tal vez eso marcó su vida y su escritura. Un viajero aprende a llevar equipajes livianos, apenas lo esencial. Así era su poesía, absoluta síntesis de vocabulario, apenas las imágenes, la metáfora, el símbolo que permitiese sugerir todo lo que queda en manos del lector.
Transitó también otros géneros, con despojo de requisitos y condiciones clasificatorias. Fue un precursor del cuento breve, que ya cultivaba a fines de los sesenta, con textos originales impregnados de un lirismo por el que se disolvían fronteras entre poesía y narrativa. Escribió teatro, dirigió y actuó. En sus obras dramáticas predominan los personajes símbolo, en un tiempo y un espacio sumamente poéticos.
Por eso podría afirmarse que, más allá de las fronteras o clasificaciones genéricas, Campus fue esencialmente un poeta que transitó libremente los mares vastos de la literatura. Su temática es esencialmente humana, mostrando al hombre adulto encerrado en sus costumbres y en la monotonía de “escenarios grises”, intentando recuperar el significado de libertad y espontaneidad de la infancia, para sortear la rutina cotidiana: “Llevaba un libro de matemáticas y el trompo campeón en el bolsillo, / cuando penetró en el hombre”.
Supo qué palabras decir y cuáles callar, para que los silencios, las pausas, los espacios en blanco del papel, todas las indeterminaciones, fuesen también parte esencial de su mensaje. Toda su obra es poesía: amorosa, social, existencial; poesía en definitiva, por sobre los rótulos genéricos.
El 25 de septiembre de 2009 sus manos se convirtieron en alas, su voz en viento, su poesía transitó a lo más esencial y sintético de la palabra, lo que queda después de este viaje: el silencio.

 
Sinfonía de sentidos
Escribe
Ana Martín
Poeta sanjuanina | Estudiante de Letras | FFHA - UNSJ
A veces, por allí anda Campus. Mitad sol, mitad luna, nos regala versos nacidos del cemento, de los trigales, del canto de una ciudad cuyos bares se transforman en refugio para los amigos y en vitrina para la tristeza. Nos ofrece sus manos, gastadas por el paso de la lluvia, para señalarnos a un pájaro que, en ese instante, se torna irremediablemente místico. Cargados de contrastes y evitando cualquier estereotipo, sus poemas nos esperan para estallar en una sinfonía de sentidos. Cada espacio en blanco es un silencio que nos invita a adueñarnos del poema y completarlo. Leer a Campus implica suspender la vorágine cotidiana para entablar un diálogo con uno mismo, con nuestros miedos y deseos, y con aquellas preguntas que creemos estarán eternamente sin respuesta. Quizás él ya no esté de plaza en plaza predicando, pero en sus letras palpita su espíritu intenso, que traspasa el papel y nos habla. Por eso a Campus se lo lee con el alma.
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