Todo proyecto minero debe tener aprobada la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) para habilitar su ejecución. Previo a esto es necesario tener la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), que es un estudio de factibilidad donde se evalúa el comportamiento del entorno ambiental antes de la instalación del emprendimiento propuesto. Ésta es una actividad predictiva, previa a la puesta en marcha del proyecto, motivo por el cual tiene una alta carga de incertidumbre al momento de tomar la decisión para la aprobación, modificación o rechazo del proyecto. Debido a esa incertidumbre, la autoridad ambiental minera demanda un sólido diagnóstico ambiental que permita una óptima toma de decisiones y un eficiente manejo ambiental durante la vida del emprendimiento y su posterior cierre.
Por esta razón, el método propuesto por el flamante magíster Luis Felipe Guiñazú resulta un importante aporte en la toma de decisiones, “en especial por sus características de facilidad en la interpretación de los resultados y su versatilidad en las diferentes formas de presentarlos”.
Para el ingeniero Guiñazú, el método difuso, entre otras características ventajosas, “debe ser considerado para experimentarlo en diferentes escalas de emprendimientos mineros y, una vez aceptado por la comunidad científica minera y la autoridad ambiental de Minería, incorporarlo a la legislación como un método de evaluación del impacto ambiental minero”. Cabe señalar que estas técnicas ya están siendo empleadas en otras disciplinas y en otras aplicaciones como por ejemplo en la regulación de la temperatura de lavarropas automáticos.

El método propuesto se aplicó a una planta de molienda de minerales industriales (calcita), ubicada en Ruta Nacional 20 en la provincia de San Juan, basándose en el Informe Técnico Final dirigido por la Mg. Ing. Mónica Ramírez (2005), elaborado en el Instituto de Investigaciones Mineras de la Facultad de Ingeniería. Allí, el Ing. Guiñazú trabajó con la metodología de la matriz generalizada usando dos algoritmos de cálculo: el algoritmo preciso, desarrollado con matemáticas convencionales, y el algoritmo difuso, desarrollado con aritmética difusa.

Desde lo conceptual, el uso del procesamiento con las técnicas difusas es simple, en tanto el poder real de la metodología proviene de la posibilidad de integrar diferentes clases de observaciones, permitiendo un buen balance entre observaciones positivas y negativas y entre efectos predictivos inconmensurables tales como los sociales, económicos y biológicos. Además, la aritmética difusa puede ser usada para clasificar y cuantificar efectos ambientales de naturaleza subjetiva, tales como la percepción de malos olores.

Lógica clásica y lógica difusa

Mientras la lógica clásica considera que una declaración es falsa o verdadera, no pudiendo ser al mismo tiempo parcialmente verdadera o parcialmente falsa, la lógica difusa complementa estas suposiciones de dualidad, estableciendo que algo puede coexistir con su opuesto, haciéndola aparecer natural e inevitable. Como señala el Ing. Guiñazú, “la lógica difusa trata con ‘grados de verdad’ a las afirmaciones, y no clasificándolas en forma tajante como verdaderas o falsas”, pues “muchas de las experiencias humanas no pueden ser clasificadas tan simplemente como verdaderas o falsas, sí o no, blanco o negro… Entre la verdad de la certidumbre de ser y la certidumbre de no ser, existen infinitos grados de incertidumbre. Siendo ésta la franja que cubre el formalismo difuso”.
Comparado con el cálculo preciso (lógica clásica), el método de cálculo con técnicas difusas para evaluación del impacto ambiental minero tiene una apreciable ganancia en la objetividad del análisis de los resultados, disminuyendo drásticamente la posibilidad de doble clasificación (por ejemplo: crítico-severo) que se da frecuentemente con el cálculo preciso. A su vez, el cálculo difuso “clasifica los impactos ambientales y describe eficientemente los cambios tanto naturales como antropogénicos durante la actividad del emprendimiento, por tener una alta sensibilidad a los pequeños cambios de los mismos”. En suma, las técnicas de cálculo difuso permiten una clasificación del impacto ambiental con mayor información y es más confiable que el cálculo preciso.
En cuanto a su representación, la valoración de impactos por el método preciso da como resultado números que representan valores de impactos ambientales por efecto, globales y totales. Estos valores son comparados con un clasificador y se le asignan una o dos clases, aunque en el caso de doble clasificación, no se puede distinguir el peso de cada una de las clases.
En cambio, la lógica difusa aplicada a la caracterización de efectos ambientales provee una forma de traducción de una amplia variedad de información (datos objetivos, información cualitativa, opiniones subjetivas y necesidades sociales) al lenguaje natural (idioma). A su vez, la lógica difusa puede ser aplicada al desarrollo de índices ambientales, resolviendo muchos problemas comunes, tales como observaciones incompatibles y juicios de valor implícitos. Sobre todo, esta técnica cubre el trecho entre mediciones tecnológicas y los objetivos sociales.
Según el Mg. Guiñazú, en lo inmediato se debería generar un conocimiento mayor de la metodología por medio de la experimentación con aplicaciones variadas y con otras escalas, con diferentes dimensiones y complejidad de los emprendimientos. Además se debería completar el estudio de la metodología difusa incorporando la magnitud, calidad ambiental y el valor ambiental. Sería el paso necesario para poder profundizar trabajos de desarrollo e innovación en el tema. Guiñazú sostiene que “la metodología propuesta necesita equipos interdisciplinarios de expertos ambientalistas, quienes deben estar formados con orientación para el análisis y toma de decisiones ambientales en emprendimientos mineros, para trabajar con las nuevas metodologías presentadas en esta tesis”.