edición 48
AÑO VII - Nº 48 | JULIO 2010
Columna de Cine
Algo para recordar
Por Dra. Beatriz Della Motta
Directora del Instituto de Expresión Visual - FFHA - UNSJ
Así se llama una amable comedia sentimental de los años ’50 con una pareja de oro: Cary Grant y Débora Kerr. Hablando de recordar, al final de la grilla del televisor a la derecha, el canal Europa – Europa asegura un placentero ejercicio de la memoria, cuando recrea ante nuestros ojos películas francesas, inglesas, italianas, polacas, alemanas, españolas, griegas. O nos depara otras que no vimos y que de alguna manera sentimos que nos faltan.
Pueden ser títulos que dejaron huellas o no tanto. Cuando recobramos por ejemplo el primer Fellini de “El sheik blanco” o de “Los inútiles”, vemos otra vez el inmenso Alberto Sordi, o ese muchacho entrañable Franco Interlenghi que allí adquirió pasaje para desembocar nada menos que en “La dolce vita”.
Y aquí caemos en la cuenta que este film se estrenó entre rechiflas y escándalos el 5 de febrero de 1960. Cuando sorteando censuras y problemas se estrenó en San Juan, creí haber arribado a la posesión de un sueño.
San Agustín escribió acerca de la memoria: “Es el vientre del alma”. Cuando he visto algún viejo film he sentido ese estremecimiento del alma: me he acordado dónde estaba y cuándo lo vi la primera vez, con quién estaba y que significó para mí.
Creo que fue en el pasado mes de marzo cuando vi una película también italiana de la cual no capté el título, la había dirigido un tal Gagliadi y mostraba un escenario de maravillas sobre los teatros trashumantes del Medioevo.
Y lo que fue en lo más alto de la noche encontrarme en medio de ese cabal poema que es “El desierto de los Tártaros”, que basado en el libro de Dino Bussatti dirigió Valerio Zurlini. Es una historia que siempre está amenazando ocurrir. Un fuerte militar erigido en una zona de confusos límites, hay un regimiento en medio de esa nada y esos militares se pierden a sí mismos en la infinita soledad y en la inútil espera de un enemigo. Zurlini, un director que se fue joven, tuvo para este film un reparto deslumbrante que plantea filosas competencias actorales: Vittorio Gassman, Marcelo Mastroianni, Max Von Sidow, Maurice Trintignant, Fernando Rey, Franciso Rabal, Giuliano Gemma, Jacques Perrin.
Pero hay más: en el mes de abril pasado al cumplirse otro aniversario de su desaparición, un tributo a Greta Garbo nos trajo títulos inolvidables como “La dama de las camelias”, “Mata Hari” o “Ninotcka” (aquella que se anunciaba: “Garbo ríe”). Ernst Lubitsch dirigió esta comedia ligera y satírica que lleva el sello de la elegante indiferencia y sofisticación característica de sus obras.
Y revisitando esa entrañable comedia all’ italiana “Los desconocidos de siempre” de Mario Monicelli con Gassman, Mastroianni, Claudia Cardinali y nada menos que Totó, que fue un mundo en sí mismo que con aquella imagen estilizada de la vejez, la tristeza y la decadencia fue para muchos un payaso pero era también un aristócrata del alma y del arte. Fuera de la pantalla y del escenario era Antonio, príncipe de Curtis, y sus títulos incluían los de príncipe de Bizancio, Cilicia, Macedonia, Tesaria y Ponte, duque de Chipre y Epiro, conde de Drivasto y Durazzo, noble caballero del Sacro Imperio Romano. De ahí sus ojos cansados que parecían haberlo visto todo.
Cuando uno anda por ese cine entre tantos y tantos que ya se fueron para siempre, les aseguro que la memoria duele, pero dicen por ahí que encontrar el pasado es encontrar el futuro.
Ojalá nunca se me terminen los recuerdos.
Copyright © 2004 - 2010 Revista La Universidad | Universidad Nacional de San Juan - Argentina | Todos los derechos reservados | revista@unsj.edu.ar