edición 47
AÑO VII - Nº 47 | Mayo 2010
aporte de la unsj al país trasandino
Investigadores de la Facultad de Ingeniería evaluaron las consecuencias del sismo en Chile
Un grupo de profesionales de la Universidad Nacional de San Juan viajó a Chile convocado por la Embajada Argentina en ese país. El objetivo fue colaborar con las autoridades trasandinas en la evaluación de los daños generados por el terremoto del 27 de febrero pasado. Tras su regreso, Revista La Universidad conversó con algunos de ellos.
Por elio noé salcedo
“La experiencia de los profesionales que viajaron a Chile demostró que la Universidad Nacional de San Juan ha sido y es líder en ingeniería sísmica”, asegura el Ing. Francisco Zabala, director del Instituto de Investigaciones Antisísmicas (IIA) “Ing. Aldo Bruschi”. Esta es una de las conclusiones que dejó la experiencia vivida por los investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ, quienes viajaron al país vecino respondiendo a la convocatoria de la Embajada Argentina, canalizada a través del gobierno provincial, para colaborar con las autoridades en la evaluación técnica de los daños generados por el terremoto.
Además del Ing. Zavala, fueron parte de la delegación de la UNSJ los ingenieros Rubén Rodari y Gustavo Navarta, también del IIA, y los ingenieros Miguel Ángel Leiva, Aldo Zaragoza y Marcelo Codón, todos profesionales del Departamento de Ingeniería Civil.
En Chile trabajaron separados, según las necesidades, divididos en distintas comisiones a cargo de autoridades chilenas. El terremoto -coinciden los seis profesionales- fue muy grave en su magnitud (8,8 en la escala de Richter). Además de las víctimas fatales que provocó, el movimiento se extendió a lo largo de 500 kilómetros (todos los pueblos costeros sufrieron problemas), lo que produjo diversos daños según el tipo de construcciones y obras existentes.

Para el Ing. Codón, “el inconveniente mayor fue generado por el daño en los puentes carreteros (entre 400 y 500), aunque la mayoría de las estructuras que sufrieron daño se comportó muy bien. Fue importante no sólo por tratarse de rutas turísticas sino también productivas, sobre todo la Ruta 5, que atraviesa a Chile de norte a sur. Las estructuras deberían quedar en pie después de un sismo de esa naturaleza, ya que son las que deben permitir una fluida comunicación en esos casos entre ciudades, no sólo para evacuar a las personas sino también para transportar alimentos y poder llegar a los establecimientos sanitarios”. Para el profesional, esta consideración constituye una primera enseñanza clave que dejó el sismo sobre la importancia estratégica de la preservación de las vías de comunicación.

La comparación con San Juan

“San Juan no tiene condiciones para desarrollar magnitudes tan grandes”, afirma el Ing. Zabala. Pero el sismo en Chile enseñó muchas cosas, entre ellas, la necesidad de abandonar el adobe como material de construcción. “No es sólo un problema técnico –aclara Zabala- sino también un problema socio-económico. Donde haya adobe, vamos a tener problemas. Por eso ha sido muy importante la erradicación de villas en nuestra provincia, camino que hay que seguir en el tiempo”.
Otro problema detectado en Chile fue la construcción de ladrillos sin refuerzo o sin estructura de hormigón armado, construcciones que no existen en San Juan, aunque sí en otras ciudades argentinas. Esto se vio de manera clara en muchos edificios comerciales, que no provocaron más víctimas por el horario en el que ocurrió el terremoto.
De acuerdo al director del IIA, un capítulo aparte lo constituyó el daño de los edificios en altura (de varios pisos), con problemas de torción o irregularidad vertical (de rigidez o resistencia). La falta de regularidad por simetría, masa, rigidez o resistencia produce torsión. Por ello es preferible la simplicidad y la simetría para un mejor comportamiento sísmico de conjunto de una estructura.
Un cuarto problema relevado por los investigadores de este instituto fue la existencia de los edificios religiosos más antiguos, de gran valor histórico pero con condiciones inadecuadas para resistir un sismo de gran magnitud.
En cambio, un aspecto positivo a destacar fue que en Chile la vivienda social, de una planta y monoblock de mampostería encadenada (ladrillos y viga), “no tuvo daños, ni siquiera grietas”, dice Zabala. Esto reafirma el trabajo de construcción realizado en San Juan en este tipo de viviendas.
En síntesis, hubo importantes pérdidas económicas y pocas víctimas fatales en relación a la magnitud y extensión del sismo, considerando que a lo largo de la zona afectada viven dos millones de personas.

Francisco Zabala, director del Instituto de Investigaciones Antisísmicas
Ingeniero Francisco Zabala, director del Instituto de Investigaciones Antisísmicas.
Vulnerabilidades funcionales

Al equipo constituido por los profesionales del Departamento de Ingeniería Civil, que le tocó actuar como comisión en la VIII Región del Bío Bío, epicentro del terremoto, lo que más le llamó la atención fue “la excelente organización, velocidad y eficiencia en Santiago (gobierno central) para hacer frente al desastre”. “La prueba está –manifiesta el Ing. Zaragoza- que entre el 20 y 25 por ciento de los edificios escolares tuvo grandes problemas; sin embargo, a un mes del terremoto, estaban iniciando las clases nuevamente”.
Otra de las enseñanzas que dejó el sismo de Chile, coinciden en señalar los tres profesionales, fue que “la estructura puede ser segura, pero el problema son los elementos no estructurales, como cielorraso, tabiquería y otros elementos, que no hacen a la parte resistente, pero que pueden causar daños muy graves a las personas”. A propósito, expresan haber visto escuelas que no habían colapsado, por lo cual la estructura era un éxito desde el punto de vista de la ingeniería, “pero si hubiera habido niños al momento del sismo, las víctimas hubiesen sido muchísimas, por la cantidad de elementos que se desprendieron”. Eso es lo que “resulta ser el punto más débil de una construcción segura”.

Los pilares de la prevención

Al preguntar cómo está preparado San Juan para enfrentar un sismo de características importantes, el Ing. Miguel Ángel Leiva resumió: “Sin duda hay que hablar de prevención sísmica y ésta tiene tres pilares fundamentales de apoyo: la construcción segura, que la ingeniería trata de que no colapse ante un sismo para evitar la pérdida de vidas humanas; la preparación de la población para una emergencia como ésta (qué hacer antes, durante y después de un sismo en forma inmediata); y, finalmente, un Plan de Contingencia. Creo que de los tres pilares, el de la construcción segura es el que tenemos más firme, con las debilidades posibles, pero bastante mejor que el resto del país. En cuanto a los otros dos, hemos visto que pueden causar muchísimo daño. Respecto del segundo, hoy vemos que los chicos de la primaria saben qué hacer ante un sismo, pero los padres no. Y la currícula escolar es absolutamente insuficiente. En cuanto al Plan de Contingencia, es lo más débil. Existen planes de emergencia, con muy buen criterio, relacionados con el Centro Cívico, que es una de las obras más seguras, pero está faltando un plan general pensado para toda la población; y si bien la responsabilidad global es del Estado, nuestra Universidad tiene que asumir la responsabilidad que en esto le cabe”.

Edificio Altos del Río: no hay todavía una explicación de su colapso.
Reunión con autoridades del Ministerio de Obras Públicas y las distintas Comisiones de San Juan.
Los ingenieros Leiva, Zaragoza y Codón, junto a colegas chilenos, evaluando daños en un tramo del puente Llacolén sobre el río Bío Bío.
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