edición 42
AÑO Vi Nº 44 | Septiembre 2009
Rosita Collado
por omar cereso
La vitalidad de sus acciones se condice muy poco con el perfil de una docente jubilada tipo, mucho menos con una de 80 primaveras, como es su caso. Es que sus días transcurren acelerados, siente que a los meses le faltan semanas, y a las semanas días para hacer lo que quiere, en especial lo que más placer le produce: leer. “Ahora estoy fascinada con la Teoría de la Complejidad, de Edgar Morin”, dice con entusiasmo. Asegura que todo lo que hace está impulsado por el deseo de hacer docencia para socializar el conocimiento.

Así es como la reconocen quienes hoy la acompañan en su activa militancia en favor de la educación pública y los Derechos Humanos. Y así la recuerdan también quienes la trataron durante los tiempos en que dirigía el Colegio Central Universitario Mariano Moreno (CCUMM), institución con la que abrió caminos inexplorados en la educación media de la provincia.

Clara vocación

Rosa Collado es una docente de alma. Nació y creció junto a sus 5 hermanos en Chimbas, en el seno de una familia de tradición docente. A muy corta edad descubrió la pasión por la lectura y apenas un poco más tarde, su vocación por la docencia. “Cuando niñas nos traíamos a casa con mis hermanas pilas de libros de la (Biblioteca) Franklin para leer en las noches; recuerdo que mi madre solía sacarnos el foco de la pieza para que dejáramos de leer y durmiéramos”, recuerda.
Rosita, como le llaman casi todos, estudió y se graduó como maestra en la Escuela Normal Sarmiento; luego, escapando de un desengaño amoroso, según confiesa, viajó a Mendoza para estudiar el Profesorado en Francés en la Universidad Nacional de Cuyo. Gracias a su destacado rendimiento académico fue becada por el Gobierno de Francia para estudiar un año en La Sorbona, la célebre Facultad de la Universidad de París. Esa experiencia fue “valiosísima” para los desafíos que asumiría tiempo después como Directora del CCUMM. Es que por entonces ella ya prestaba especial interés a todo lo relacionado con proyectos pedagógicos innovadores.
Movilizada por ese interés, y al mismo tiempo que estudiaba como becaria, logró conocer y hacer un curso en el Liceo Piloto de Sevres, una prestigiosa escuela experimental ubicada en las afueras de París, y a la que sólo accedían estudiantes de los sectores más acomodados de Francia. “Allí aprendí muchas de las estrategias y recursos pedagógicos que luego apliqué en el Colegio Central”, asegura.

La docente itinerante

Después de recibirse, Rosita trabajó varios en años en diferentes instituciones educativas de Mendoza, hasta que a fines de 1964 la muerte de su padre la obligó a regresar a San Juan, y a quedarse para cuidar a su madre. A inicios de 1965, la Universidad Provincial Domingo Faustino Sarmiento llamó a concurso de cargos para lo que sería una escuela de nivel medio de características únicas en la provincia: una institución pensada para experimentar innovaciones pedagógicas. Así nació el CCUMM, que en menos de seis meses de vida tuvo a Rosita Collado como profesora de Francés primero, luego como Regente del anexo Villa América (que no era experimental), y finalmente como Directora, cargo que ocupó hasta 1988, cuando se jubiló.
“Cuando me designaron en la dirección estaba todo por hacer, la única directiva que tenía era hacer una escuela experimental con una matrícula muy elevada y conformada por chicos muy humildes”, rememora. Bajo la conducción de Rosita, el CCUMM definió su primer Proyecto Institucional, en el que se diseñaron e instrumentaron recursos innovadores para la educación escolar de la época. Entre otras estrategias, la joven institución fue pionera en la organización de los espacios curriculares por departamentos y en la instrumentación de bachilleres orientados. En materia de procedimientos didácticos, el CCUMM fue la primera institución en poner a prueba las evaluaciones integrativas, en permitir a los alumnos usar bibliografía no citada en los programas, y en ajustar los contenidos de las asignaturas sólo a ejes estratégicos, para que los docentes tuvieran mayor libertad para dictar sus clases.
Con la humildad que la caracteriza, Rosita minimiza su participación en el proceso de gestación del proyecto institucional del Colegio Central, que hoy, por su calidad educativa, es una de las organizaciones más prestigiosas de San Juan. “Crecimos mucho gracias a los docentes y al trabajo en equipo, lo que también fue una innovación pedagógica, porque por entonces las escuelas tenían sistemas de gestión muy verticalistas”, dice. También rescata el papel que cumplió el pedagogo Pedro Lafourcade, quien fue su maestro y asesor durante los primeros años de formación del colegio. La docente asegura que el educador puntano fue “el ángel guardián” que la escuela tuvo en sus inicios, y quien consolidó el proyecto educativo del colegio.

Militante de derechos humanos

Rosita todavía se emociona cuando recuerda algunas de las tantas anécdotas que guarda en su memoria. Algunas simples y simpáticas, como la del ex alumno que les pedía a sus hijos persignarse cuando pasaban frente al colegio, porque “es el templo del saber”, solía decirles. Otras menos felices, como cuando la citaban a declarar durante la dictadura y lograba resistir a las presiones para que atestiguara contra algunos de los docentes que estaban a su cargo. Las injusticias siempre la irritaron. Su compromiso con los Derechos Humanos nació el día que vio una imagen que mostraba el sufrimiento en los campos de concentración nazi, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Más tarde ese compromiso se pondría en acción cuando la dictadura le arrebató un sobrino. “Ahí me sumé a mi hermana y recurrimos a cuanto organismo existía para preguntar por él”, cuenta.
Hoy, entre muchas otras actividades, Rosita invierte su tiempo en preparar y ofrecer charlas en escuelas y ONG’s, con el objetivo de promocionar los Derechos Humanos y los textos de la Constitución Nacional, un proyecto que ella misma diseñó y lleva adelante desde la Asociación de Maestros de la Provincia. “Es inadmisible que haya políticos, periodistas y docentes que no conozcan la Constitución”, dispara con vehemencia, para luego agregar entre risas: “Antes de morir voy a pedir que graben en mi tumba: ‘Por favor, lea la Constitución’”.

1970 - Rosita Collado en un acto del CCU
ROSA COLLADO
-Maestra y profesora de Francés.
-Miembro de la Asociación Sanjuanina de Profesores de Francés
-Copresidenta de la Mesa Directiva de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos- Delegación San Juan
-Vicepresidenta de la Asociación de Maestros de la Provincia
-Miembro de la Red por la Identidad San Juan.
-Secretaria del Centro de Documentación y Estudios Latinoamericanos
-Miembro del Encuentro Nacional de Mujeres
-Directora del Colegio Central Universitario Mariano Moreno desde su creación hasta 1988.
Textual
La Educación
“La educación no es ajena a la realidad sociocultural que nos toca vivir. Hoy la humanidad, y en particular Argentina, padece una profunda crisis de valores. Y la educación formal, tal como está organizada, no puede hacer mucho para cambiar la situación. ¿Qué puede hacer un docente en cuatro horas diarias ante una sociedad que se derrumba? La educación ha sido reducida a la indigencia, y los docentes deben mendigar salarios y condiciones laborales dignas cada año. Por otra parte, me apena la falta de fundamentos filosóficos actualizados de los docentes de hoy”.

El Colegio Central Universitario
“Siento que es el hijo que nunca tuve, y me siento orgullosa de él. Hay que seguir concibiéndolo como una institución innovadora, dispuesta a experimentar y validar metodologías y prácticas para que luego sirvan a otras instituciones. Es necesario repensar y modificar el sistema de ingreso para garantizar el derecho a la igualdad de oportunidades”.


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