edición 44
AÑO Vi Nº 44 | septiembre 2009
Señales del sistema: las marcas que nos marcan
Por: Magíster Malena Peralta
Centro de Creación de Artes Plásticas y Museo Tornambé
FFHA - UNSJ
Todo texto se desenvuelve a partir de una fascinación, un hilo conductor, marcas que me cruzan. Breve reflexión sobre el hombre, su condición, su insoportable fragilidad, en la medida que lo que se pone constantemente en escena es el problema del poder. Por él se transgreden y someten a desplazamientos discursos fuertes y consistentes que terminan siendo marcas ineludibles y efectivas en la memoria.
Esta especie de “era del vacío” en donde el hombre no encuentra caminos claros, ese sinsentido de la vida como su más preciso sentido, muchas veces determina formas de autoagresión, de abandono, de indiferencia para con otros y nos marca cotidianamente generando enfermedades. Son marcas hacia adentro. La vida cotidiana, ese lugar en el que el hombre domestica el hecho de vivir y con el paso de los días va tejiendo su aventura personal, donde ama, siente placer, envejece, se va tornando indiferente, intervenido desde un afuera sin poder ejercer control alguno.
La experiencia del abandono, el dolor del despojo, arrima otras desventuras, angustias e incertidumbres que se manifiestan en el cuerpo del hombre, generando enfermedades. Ese cuerpo es soporte del individuo, es frontera de su relación con el mundo, está en comunicación con los campos simbólicos que otorgan sentido a la existencia colectiva. Relación que se trastoca a la hora del abandono, de las desvalorizaciones.
¿Por qué en países como el nuestro son tan grandes los índices de exclusión, de indigencia, de pobreza, de personas que mueren sin tener acceso a la salud? En este juego del vivir, todos somos víctimas de este modelo perverso que provoca marcas visibles, que fagocita y robotiza a los seres humanos en beneficio de pequeñas minorías. Todos nos sentimos desposeídos cuando vemos que desde el poder político somos invisibles para aquellos que debieran considerarnos a la hora de los acuerdos y los tratos.
Hoy más 1.100.000 personas carecen de agua potable, otros millones en países en desarrollo mueren cada año por enfermedades asociadas al consumo de aguas contaminadas. ¿No es ése nuestro destino? Es como estar en un territorio que es expresión del cierre, de la clausura, como cuerpos cerrados que apoyan su cierre.
Con esta realidad, tendremos que poner en práctica un factor llamado por la medicina oriental “control por parte del huésped”, o sea, cuidarnos nosotros (huéspedes de los gérmenes), que somos quienes les abrimos o cerramos la puerta.
 

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