Todo ser humano que consume en forma continua agua contaminada con arsénico está expuesto a padecer serios trastornos de salud. En Argentina todavía son muchas las poblaciones rurales dispersas que no tienen acceso al agua potable y deben asumir, sin más alternativas, los riesgos que ello conlleva. Conciente de esta realidad, un equipo de investigadores del Instituto de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería, dirigidos por el doctor ingeniero Roberto Cáceres, decidió a fines de 2004 probar en una escuela de la localidad rural de El Encón, en el departamento 25 de Mayo, una experiencia de desarrollo tecnológico que proponía resolver esta problemática, y que ya había sorteado con éxito todas las pruebas de laboratorio: una planta para el tratamiento continuo de aguas para consumo humano contaminadas con arsénico.
El resultado de aquella experiencia confirmó los logros alcanzados en los ensayos de laboratorio: el porcentaje de arsénico eliminado fue superior al 90%, a pesar de haber sido operado el sistema por personas sin conocimientos técnicos. Con igual consecuencia, los investigadores montaron un segundo prototipo en el albergue de la misma escuela. En ese caso la planta tuvo una capacidad de purificación de 60 litros por hora (la primera purificaba 6 litros por hora). Los resultados fueron tan satisfactorios que el proyecto fue seleccionado para la Exposición INNOVAR 2006 en el marco del 2° Concurso Nacional de Innovaciones, organizado por la entonces Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, conjuntamente con el Ministerio de Economía y el Instituto Nacional de Educación Tecnológica.
Durante el último año, los investigadores pusieron una vez más a prueba el comportamiento del procedimiento, pero esta vez con aguas de otros orígenes. Las prácticas se llevaron a cabo en los laboratorios del Instituto de Ingeniería Química con una planta que operó un caudal de 6 litros por hora. Los resultados volvieron a ser los esperados: en todos los casos se redujeron los valores de arsénico, dejando el agua apta para el consumo humano (ver: Pruebas experimentales).
En la actualidad, habiendo superado la etapa de validación experimental y decididos a poner su trabajo al servicio de la gente que más lo necesita, los investigadores ultiman los detalles de un convenio con el Ministerio de Salud de la Nación, que permitirá la instalación de cuatro plantas potabilizadoras en el departamento Lavalle, provincia de Mendoza, con una capacidad de producción de 50 a 60 litros por hora cada una. Dos plantas estarán emplazadas en la localidad San José y las restantes en Laguna del Rosario, un territorio habitado por laguneros de la comunidad Huarpe de San Juan y Mendoza, que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad social.
Las plantas de tratamiento
Las plantas para el tratamiento continuo de aguas para consumo humano contaminadas con arsénico desarrolladas en la UNSJ funcionan a base de hipoclorito (lavandina) y hierro. El mecanismo de purificación es muy sencillo: el agua es clorada inicialmente, lo que provoca la oxidación del arsénico presente, luego pasa por un conducto que contiene viruta de hierro, donde se genera el agente de separación del arsénico, pasando finalmente por un filtro de tela o de arena para la clarificación definitiva. El arsénico queda retenido bajo la forma de grumo o “barro liviano”. Cada cuatro meses el filtro debe ser limpiado. El procedimiento logra reducir además los niveles de sulfatos y otros elementos pesados del agua que dañan al organismo (plomo, cadmio, níquel, cromo).
El procedimiento para el abatimiento de arsénico se desarrolló siguiendo una metodología estricta que incluyó estudios termodinámicos, cinéticos y desarrollo de modelos matemáticos. En todo momento los investigadores debieron tener presente que el prototipo debía tener bajo costo, no emplear energía eléctrica, ser operable por personas no técnicas, que utilizara insumos fáciles de obtener y que no generara residuos que pudieran representar un problema medioambiental en el futuro.
El proyecto desarrollado es ideal para aplicar en pequeña escala; resulta de gran utilidad para una sola vivienda o pequeños grupos de viviendas con pocos cientos de personas. |