AÑO IV - Nº32 - DICIEMBRE 2007  

entrevista  

“De chica veía la Nube de Magallanes,
ahora trabajo en ella”

NOELIA NOEL, ASTRÓNOMA EGRESADA DE LA UNSJ

NOELIA TRABAJA EN UN INSTITUTO DE ASTROFÍSICA EN LAS ISLAS CANARIAS, EN ESPAÑA. EGRESÓ EN 2002 DE LA FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES DE LA UNSJ Y AL AÑO SIGUIENTE EMIGRÓ A EUROPA. DESDE PEQUEÑA, EN SU BAHÍA BLANCA NATAL, YA SABÍA QUE LO SUYO ERA LA ASTRONOMÍA. “DE CHIQUITA APRENDÍ LAS CONSTELACIONES Y LA DIFERENCIA ENTRE UNA ESTRELLA Y UN PLANETA”, DEFINE, COMO UN TESTIMONIO DE VOCACIÓN PRECOZ.

Hace pocos días cerró la oferta educativa de la UNSJ, instancia anual a la que centenares de chicos del secundario asisten para adoptar o descartar para siempre tal o cual carrera. Muchos también buscan que allí se les encienda de una vez la llama de su decisión. El caso de Noelia Noel, nacida en Bahía Blanca y egresada de la Licenciatura en Astronomía de la UNSJ, es la antítesis de toda crisis vocacional.
Desde sus primeros años de vida, su deleite por los enigmas del cielo fue el indicio de una vocación precoz. “Mi papá compró un telescopio grande e hicimos una cúpula en el techo de mi casa para observar las estrellas desde allí –rememora-. Luego me fue gustando estudiar matemática y física, fundamentales para hacer esta carrera, y así fue que me decidí a hacer astronomía”. Hoy, a sus 30 años, reside en Tenerife, una de las Islas Canarias, en España, adonde emigró en 2003. Un año antes había egresado de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pero sus primeros tres años de la carrera los cursó en la Universidad de La Plata. El trabajo del Instituto de Astrofísica de Canarias, donde actualmente se desempeña, es algo que ya admiraba a la distancia: “Me gustaba lo que hacían quienes estudian el Grupo Local de Galaxias –cuenta-, así que me contacté con ellos y me explicaron cómo aplicar. Mandé los papeles y me aceptaron; me dieron un contrato de Astrofísica Residente”.
-Puede decirse entonces que tu inclinación por mirar el cielo fue prematura…
-Creo que siempre quise ser astrofísica, de chiquita aprendí las constelaciones, la diferencia entre una estrella y un planeta, y me gustaba explicarle a mis compañeritos de jardín cosas como el movimiento de la Tierra, el flujo de las mareas, etc. Me influenció mucho la serie televisiva Cosmos, de Carl Sagan. Y desde chica veía a la Pequeña Nube de Magallanes. Eso me encantaba, y ahora puedo decir que estoy trabajando en ella.

-Y cuando te pusiste a estudiar “en serio”, ¿qué pasó?
-Lo más atractivo de la carrera fue la posibilidad de poner en práctica la creatividad, la imaginación, pensar qué es lo que se espera, analizarlo y ver qué resultados se obtienen. Muchas veces eso implica sorprenderse al descubrir cosas que no esperás.

-¿Cómo fueron tus experiencias en los observatorios de San Juan?
-Mis primeras experiencias fueron en el OAFA (Observatorio Astronómico Félix Aguilar) y en el CASLEO (Complejo Astronómico El Leoncito), y fue muy lindo. Te sentís más cerca del objetivo, aunque en realidad sabés que estar delante del telescopio no es todo ni mucho menos, el trabajo duro viene después, a la hora de analizar los datos.

-Ser astrónomo no sólo te permite viajar imaginariamente hacia las estrellas, sino viajar literalmente a otras latitudes…
-Es posible que un astrónomo no permanezca siempre en el mismo lugar. Es una profesión que te hace ir por el mundo, y eso a veces puede ser un contratiempo. Pero es una linda carrera.

-¿Específicamente en que te desempeñas en las Islas Canarias?
-En el estudio de las poblaciones estelares en la Pequeña Nube de Magallanes que, junto con la Gran Nube de Magallanes, son las galaxias irregulares más cercanas a la Vía Láctea, y solamente son visibles desde el hemisferio Sur. Estudiar las poblaciones estelares es como aprender la ecología de las estrellas, porque ese estudio conecta la naturaleza, variedad, y número de estrellas con el medio en el cual ellas viven.

-¿Alguna anécdota de tu vida de astrónoma en otros países?
-Sí, tengo muchas anécdotas, como una vez que observando en el Siding Spring Observatory de Australia… ¡se me metió un canguro en la sala de control…! ¡Lo peor fue que estaba sola y no me di cuenta de que era un canguro hasta que topé con él! La verdad es que no sé quién de los dos estaba más asustado.

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