Universidad Nacional de San Juan - Argentina - Julio 2007 - Año IV - Nº 29

    Principal
    Editorial
    Libros
    Equipo
 

Escríbanos

 


Entre el sujeto y la estructura

Yamandú Acosta (Uruguay)

Universidad de la República, Montevideo, Uruguay.
Texto correspondiente a la exposición a ser desarrollada en el Foro “Filosofía latinoamericana: sujeto e historicidad”, en el marco del II Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía.

No es una mera casualidad que en el primer lustro de la década de los ‘80 del siglo pasado, la llamada “década perdida” para América Latina, se hayan publicado en este continente por parte de dos autores exiliados a causa de las dictaduras de los ’70 en el Cono Sur, -uno de su ciudad y país de nacimiento, el otro de los que eran entonces su ciudad y país de adopción-, dos libros que sostienen y se sostienen en el sujeto como concepto, categoría y realidad. Me refiero a “Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano”1 de Arturo Andrés Roig y a “Crítica a la razón utópica”2 de Franz Joseph Hinkelammert.
Tampoco es casual que en el mismo lustro se haya publicado en Londres, el libro “Tras las huellas del materialismo histórico”3 de Perry Anderson, que focaliza la cuestión de la deshistorización o si se quiere la nihilización del sujeto en la subsumisión del marxismo por el estructuralismo y el posestructuralismo, que deja a la cuestión del sujeto y la estructura sin una “teoría de sus relaciones”4.


Obra parte de la muestra colectiva “Pensar Mirando”, expuesta en las sedes del SCIEF, San Juan, 2007. Pertenece a Rufino Paloma (pintura en lienzo).

No obstante las distancias de todo tipo entre América Latina y Europa en ese primer lustro de la década de los ‘80, ambas parecen estar dominadas desde la década de los ‘70 por la reacción: la “reacción intelectual europea”5, de la cual París sería su capital de acuerdo a Anderson, y la reacción centralmente política y social, y también intelectual en América Latina con epicentro en los países del Cono Sur.
Mientras la tesis del “anti-humanismo teórico” de Marx, consagraba, tal vez más allá de la intención del mismo Althusser, el sometimiento del marxismo al estructuralismo y por lo tanto del sujeto y su historicidad a las estructuras, propiciando en última instancia el triunfo de la reacción intelectual europea; la reacción político-social latinoamericana, ponía en escena a través del terrorismo de Estado un anti-humanismo práctico, que por la negación en su humanidad de los sujetos sometidos a su (re) acción, imponía la negación del sujeto y su historicidad y con ello su sometimiento a las estructuras frente a las que se había rebelado.
En el último capítulo de la “Crítica a la razón utópica”, “Leyes universales, institucionalidad y libertad: El sujeto humano y la reproducción de la vida real”6, Hinkelammert desarrolla las líneas de la que podría caracterizarse como una ontología crítica del sujeto. Ella supone una epistemología crítica en la que el orden de la exposición presenta de forma invertida el orden de fundamentación.
Las ciencias empíricas son “antropocéntricas” y “subjetivas”, constituyéndose desde un “sujeto cognoscente” que en tanto persigue determinados fines en su aproximación cognoscitiva a la realidad, inevitablemente la trasciende “en el marco de lo posible” “para conocer lo posible” y por ello, la condición de “sujeto actuante” es su condición trascendental. Pero los fines teóricamente posibles que puede concebir como “sujeto cognoscente” y “técnicamente posibles” que podría realizar como “sujeto actuante”, se ven sometidos a “condiciones materiales de posibilidad”, desde que “el producto social es el universo en el cual los fines por realizar se disputan sus condiciones materiales”.
La trascendentalidad de las condiciones materiales respecto de las condiciones técnicas implica la trascendentalidad del “sujeto práctico” respecto del “sujeto actuante” y por lo tanto del “sujeto cognoscente”; el fiel de la balanza en este nivel pasa por el discernimiento entre “necesidades” y “preferencias” y su respectivo papel en la elección de los fines.

La anterior consideración, remite a otra determinación de sujeto que es condición trascendental de las anteriores, el “sujeto vivo”, y por la mediación de este, a condiciones materiales que trascienden las relaciones de producción y el “producto social” por ellas generado; se trata de la racionalidad y relacionalidad reproductiva de la vida humana y la naturaleza, que impone el criterio de las “necesidades” frente al de las “preferencias”, especialmente si se considera que “no hay un sujeto humano, sino un conjunto de sujetos humanos que por sus interrelaciones forman la sociedad”.
En el último extremo, aunque teniendo como su condición trascendental en términos materiales al “sujeto vivo”, aparece como la condición trascendental de este y de todas las otras determinaciones señaladas, ahora en términos ideales (en los términos de un idealismo del ideal que es al mismo tiempo un realismo en que la realización de lo posible implica el pensar lo ideal-imposible sin pretender conocerlo o realizarlo) el “sujeto como sujeto”, que trasciende todas sus objetivaciones y por lo tanto es un “sujeto libre” más allá de cualquier estructura, sistema, institución o ley.
Este sujeto es el criterio: “El hombre no es para el sábado, sino que el sábado es para el hombre”7. La afirmación del sujeto como criterio y condición de posibilidad y sentido de estructuras, sistemas, instituciones y leyes, vertebra el conjunto de la obra de Hinkelammert hasta uno de sus últimos títulos, “El sujeto y la ley”8.

Arturo Roig en la introducción a “Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano”, bajo el título “El pensamiento filosófico y su normatividad”9, elabora el “a piori antropológico”, entendido como condición de posibilidad del comienzo de la filosofía. El asunto no es sólo de interés para la fundamentación de una filosofía y su comienzo, sino para la constitución del sujeto que tiene lugar en ese proceso de objetivación.

Definido en los términos de “querernos a nosotros mismos como valiosos” y “tener como valioso el conocernos a nosotros mismos”, el “a priori antropológico” es la condición trascendental del “a priori epistemológico”, y por ello el “sujeto empírico” es la condición trascendental del epistemológico “sujeto trascendental”.

Este “sujeto empírico” es colectivo y no individual, y se constituye en el ejercicio del acto de “ponerse” del “a priori antropológico”, que es “función contingente y no necesaria”. Emerge “dentro de los marcos” “de la cotidianidad” en lugar de ser pretendidamente universal y sostenerse fuera de la historia e independientemente de ella como el “sujeto trascendental” de Kant o como el “mítico sujeto absoluto” de Hegel. El “a priori antropológico –escribe Roig- ‘recubre’ las formas lógicas sobre las que se organiza el pensamiento en cuanto que la necesaria afirmación del sujeto, su autovaloración, constituye un sistema de códigos de origen social-histórico, que se pone de manifiesto en la estructura axiológica de todo discurso posible”10. Sin desmedro de la subjetividad de este sujeto, la normatividad intrínseca a su discurso filosófico tiene el rango de un ejercicio de “sujetividad” en la que se objetiva su autoafirmación y su autorreconocimiento.

La “sujetividad” dice acerca de la historicidad del “sujeto empírico”, de su capacidad de irrumpir en la historia y decodificar las totalidades opresivas, llámense estas “espíritu absoluto”, “estructuras”, “Estado totalitario”, “mercado total” o “ética del poder”, y por lo tanto de su radical e irrenunciable historicidad, que hace posible siempre un “nuevo comienzo”, que a diferencia del espíritu transformado en niño en “Así hablaba Zaratustra” de Nietzsche, el postulado por Roig es un “recomienzo” que es de otra manera “auroral”, y se asienta en el conocimiento y discernimiento de alcances y límites de anteriores comienzos y recomienzos.

La recuperación y fundamentación del sujeto y su historicidad es medular en la obra de Roig, hasta uno de sus últimos libros “Ética del poder y moralidad de la protesta”11.

Tomados en su convergencia, los planteos de Roig y Hinkelammert proporcionan desde América Latina, perspectivas filosóficas fundantes para la afirmación del sujeto y su historicidad desde un adecuado discernimiento de las relaciones entre el sujeto y la estructura que está a la base de una teoría de las mismas.

Elaborar esa convergencia y procurar aportar a elaborar esa teoría explicativa y legitimatoria del sujeto y su historicidad es nuestro desafío.

arriba >>>


NOTAS
1 Roig, A.A., Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, FCE, México, 1981.
2 Hinkelammert, F.J., Crítica a la razón utópica, DEI, San José, Costa Rica, 1984.
3 Anderson, P., In the tracks of historical materialism, NLB and Verso Editions, London, 1983.
Versión en castellano: Tras las huellas del materialismo histórico, Siglo XXI Editores, Madrid, 1986.
4 Ibid.(1986), “Estructura y sujeto”, 34-65, p. 65.
5 Ibid. p. 34.
6 Hinkelammert, F.J., ibid., pp. 229-275.
7 Hinkelammet,F.J., Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión, DEI, San José, Costa Rica, 1995, p. 250.
8 Hinkelammet, F.J., El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido, EUNA, Heredia, Costa Rica, 2003.
9 Roig, A.A., ibid.pp. 9-17.
10 Ibid. p. 14.
11 Roig, A.A., Etica del poder y moralidad de la protesta

Copyright © 2004 Revista la U | Universidad Nacional de San Juan | Todos los derechos reservados | revista@unsj.edu.ar