Somos la rendida soledad flameando en los olvidos,
negados caprichos ciegos circundando espesuras
de agónicas caídas en derrota de sienes desoladas.

Mientras el vasto cielo nos invade las ansias
nos ata la tierra-muchedumbre insinuando pájaros de piedra.
Tanta profundidad desploma el vuelo,
tan sumergido abismo pronuncian las alturas
que en ciernes de la noche
el triunfo y la derrota son gemelos.

Ni el ocio ni el recuerdo tienen dueños que los urdan,
son parcelas que el descuidado azar asigna
sin llamar a la historia, a los libros ni a las cifras.

Siglo de siglas, sigiloso cardumen de preguntas que crecen,
desamparado rebaño de certezas que van derecho a la duda,
robusto Polifemo dueño de tanta isla y soledad...
acaso algún Ulises nuevo deba enceguecer
esta mirada consumida
para que otras naves expectantes surquen tranquilas aguas.

Sin embargo debe haber todavía
debajo de los pozos
mansos trenes sin brújula
buscando estaciones nuevas.

Tendrá que nacer el vientre del barro
para un hallazgo de labios abiertos en camino.

No queda ya en la apretada senda del pasado
más alternativa que una ráfaga urgente de pieles,
risas, dientes y uñas.

Los relojes advierten y murmuran
un tiempo que escapará de las agujas.
Surgirá ansioso el encuentro,
una fascinante fauna de amores multiplicados.

Calendarios vegetales sobrevivirán al insomnio de las guerras

Teclas, agujas y puñales musitarán sus epitafios
y un pasto desnudo de negros hollines
recobrará el espacioso trino del verbo primero.

Antes, sin embargo, la pesada lluvia del dolor inconfesable,
derrumbada en los océanos,
obsesivo mundo escudriñado en el abismo
que no soportará la copiosa leyenda de un destino roto.
Caerán los muros, los mutantes mapas posesivos
y decrépitas palabras insatisfechas de su propia fábula.

Se agotarán los domésticos minutos giratorios,
el periódico lamento de llaves obedientes.
Desnudaremos el pequeño sol que duerme en el último aliento.
Se caerán los espejos, las rejas,
la orfandad agonizante de las lágrimas,
los acostumbrados dogmas.
Una vigilia de gestos transparentes
destruirá los muros atávicos de un tiempo cementerio.

Un desconocido paisaje humano
bañará el humus de la tierra.
Un camino respuesta bautizará rostros, palabras y perfumes,
desalojando el confuso laberinto
de voluntades extraviadas.

Generación hermana, semejantes en el sueño,
no nos ha postergado el fortuito linaje de los puños;
ya no hay culpa de padres, de libros viejos y vencidos.
Aunque se hayan eclipsado los proyectos de un día
nos llama una empinada lucha sola y firme
dibujando pasos en la tierra,
la que nosotros germinaremos
con la osamenta transitoria de esta vida.

Nosotros escribiremos los caminos, las campanas
y la contingencia de las derrotas.
Valdrá la pena cabalgar la insistente aventura sucesiva.