Universidad Nacional de San Juan - Argentina - Julio 2007 - Año IV - Nº 29

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entrevista

El pensamiento alternativo
y el sueño de la patria grande

EL “PENSAMIENTO ALTERNATIVO” PUEDE DEFINIRSE COMO UNA MODALIDAD EMERGENTE FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN, LA MODERNIZACIÓN CONSERVADORA Y EL PENSAMIENTO ÚNICO PROPIO DEL NEOLIBERALISMO, QUE NO PARECIERA ADMITIR NINGUNA OPCIÓN FUERA DE LAS REGLAS ORTODOXAS DEL MERCADO IRRESTRICTO. DESDE ESTA PERSPECTIVA, Hugo BIAGINI ES UNO DE LOS FILÓSOFOS ARGENTINOS MÁS NOTORIOS. EN OPORTUNIDAD DE LA PRESENTACIÓN NACIONAL DEL SCIEF, REALIZADA EN EL SALÓN SUR DE CASA ROSADA, REVISTA LA U TUVO LA OPORTUNIDAD DE CONVERSAR CON Él.

Por omar cereso

entrevistado
HUGO BIAGINI (Argentina)

Doctor en filosofía y profesor titular de la Universidad de La Plata. Es Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Lanús e investigador del CONICET y de la Academia Nacional de Ciencias.

Entre sus libros se destacan “La Generación del Ochenta”, “Filosofía americana e identidad”, “Historia ideológica y poder social”, “Utopías juveniles: de la bohemia al Che”; “La Reforma Universitaria o Lucha de ideas en Nuestra América”. En 2004 publicó junto a Arturo Roig “El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Identidad, utopía, integración 1900-1930”, una publicación en la que participaron más de 40 investigadores provenientes de distintas ramas de las Ciencias Sociales.


-¿Cuáles son las referencias actuales de un modelo alternativo para Latinoamérica?
-Una referencia muy clara es la que marca el presidente de Ecuador, Rafael Correa, que está en la línea de las grandes transformaciones y utopías de nuestra América, es decir, hacer una sociedad más justa, más inclusiva… Rafael Correa ha definido muy bien el momento que estamos viviendo, él dijo: más que un cambio de época, estamos en una época de cambios. Y qué significa para nosotros esta época en vísperas del bicentenario, significa plantearnos qué representó el ideario de mayo que, al igual que otros procesos revolucionarios, tuvo como valores fundamentales la autonomía, la integración continental, la independencia y la emancipación. Este es el momento de discutir aquello de lo que se viene hablando desde hace tanto tiempo: la necesidad de hacer la segunda independencia, una independencia que no sólo sea política -que hasta en cierto punto se ha logrado- sino también económica; algo sobre lo cual ya hay algunos avances muy significativos, como es el caso del proyecto del Banco Del Sur, que han firmado los gobiernos mas importantes de la región, como son Argentina, Brasil y Venezuela.

-Lo que pareciera estar ausente hoy, a diferencia de otros momentos históricos, es un ideario común y un modelo a seguir…
-Hay gente que dice que falta un plan orgánico, un proyecto, algo expresado explícitamente, ojalá podamos tenerlo en algún momento, pero no es necesario que eso esté explicitado, se puede inferir a partir de lo que son las políticas de Estado; por ejemplo, aquí en la Argentina, el apoyo fundamental a los derechos humanos -al punto de declarar asueto nacional el día del aniversario del golpe o declarar día de duelo para el aniversario de la masacre del obispo Angelelli– es un signo muy evidente que hay una transformación de valores. Lo que pasa es que vivimos en un momento de muchas tensiones sociales donde a veces se avanza un paso adelante y al mismo tiempo hay que retroceder. Esto es lo que motiva que algunos critiquen este proceso diciendo que no hay rumbo, pero esos que critican son los que quieren volver atrás.

-Usted parece muy optimista con respecto a la suerte que puede correr este proceso, tanto en Argentina como en otras partes de la región, sin embargo el escenario político presenta realidades muy complejas…
-Optimista no, creo que estos son los grandes momentos que nos pueden servir para reorientarnos, como fue por ejemplo el momento del que surgió el glorioso episodio de la reforma universitaria como fenómeno antiimperialista y de autonomía que se proyectó hasta más allá de nuestro continente. Creo que estamos reencontrándonos con el pasado, como lo hizo en su momento el neoliberalismo, que trajo ideas mucho más anticuadas aún -con aquello del mercado y mano ciega y egoísmo sano- con la excusa de que así se iban a modificar las cosas. Este es un momento propicio para repensarnos, y para eso sirve este congreso de filosofía. Un colega joven de Ecuador me preguntó -a propósito de lo que salió en la prensa argentina diciendo que este congreso es un gesto de ambición y afán de poder extremo del gobierno- qué hubiese dicho la prensa si lo organizaban los sectores privatistas que apoyan y alientan al mercado… no hubiesen dicho nada. Pero basta que lo diga alguien que está tratando de resarcir y orientar las cosas hacia el campo popular, como es el caso de Kirchner, para que salgan a decir eso.

-¿Qué puede esperarse del MERCOSUR?
-El gran desafío es que logre romper con las desigualdades regionales, que el noroeste del Brasil, por ejemplo, no siga postrándose cada vez más, y que nuestro propio NOA pueda entrar en un estado de equilibrio. No digo que pueda pensarse en el corto plazo en mejorar la distribución de la riqueza, pero sí en el empate social como fue lo que se produjo en el primer peronismo; es decir, que puedan llegar a equilibrarse el sector del capital y el trabajo. Y eso es posible a través de los convenios colectivos y de las movilizaciones populares; hoy en día, uno podría decir que buena parte de la política nuestra está regida por los sectores populares. Por otra parte, en el caso de Ecuador y Bolivia, el asambleísmo ha sido muy importante, llegando a sobrepasar la llamada democracia parlamentaria, y ese fenómeno avanza en busca de una representación en serio.

-¿Qué rol cree que debe asumir la universidad pública en este contexto?
-Lo primero que tienen que hacer las universidades es romper el sistema piramidal en el que están estructuradas, especialmente la UBA (Universidad de Buenos Aires), que carece de hasta reconocimiento salarial de la mayor parte de su cuerpo docente. Las universidades tienen que tener mayor representación estudiantil; hay que volver a un grado de igualdad en la vida universitaria. Es necesario comprender que el estudiante es el centro, el protagonista esencial. Hay que reconocer -como lo han hecho algunos autores conservadores, incluso- que la universidad es la casa del estudiante donde recibe a los profesores, y no al revés. Hay que revertir lo que está pasando. Fíjese por ejemplo en el conflicto del Carlos Pelegrini: los diarios conservadores, con una visión totalmente nihilista, señalan que “la universidad vuelve a estar sitiada por los alumnos”, tratando a los alumnos como si fueran marcianos.

-En el discurso de presentación del Congreso de Filosofía, el presidente pareció llamarles la atención a los intelectuales para que asuman un rol más activo en la discusión de los grandes temas del país y el mundo…
-Si, sobre todo porque con la aparición de Chávez, Morales y el mismo Kirchner se está queriendo reimplantar la ideología de América latina como continente enfermo; quieren imponer la idea que es un continente dirigido por figuras de la llamada política criolla, que son prepotentes. Además, dicen que tienen características -en el caso de Chávez y Morales- muy definidas, en el sentido de tener en sus gobiernos mestizajes e indiados. Aseguran que se trata de gente que no puede gobernar porque “no saben siquiera conducirse a sí mismos, es gente que se maneja con los instintos, son folclorizantes…” De Evo Morales decían: “es un indígena resentido, un narcotraficante…”. También a Kirchner le han caído duro con toda la prensa considerada seria, que en realidad es la prensa reaccionaria, acusándolo de ser una persona que osa de enfrentarse todo el tiempo con la gente, pero no aclaran quién es esa gente, no dicen que son los grupos corporativos, o las cúpulas militares a los que les bajaron los cuadros de sus líderes dictadores, etc.; es decir, consideran que esto que está pasando es un tipo de desborde de lo latinoamericano y quisieran que todos estuviéramos enrolados otra vez en la política de las relaciones carnales con Estados Unidos.

-¿Cómo cree que nos encontrará el bicentenario, más unidos o más dominados?

-Creo que va a ser un momento bastante propicio, un momento de reencuentro. Sostengo que vamos acercándonos al sueño de la patria grande, porque la integración es un proceso que ya no se puede detener. El tema es ver si el MERCOSUR se atreve a avanzar. Si ya se pudo dejar de lado el ALCA -que es el nuevo panamericanismo- y ni siquiera han prosperado los llamados “alquitas” -que son los tratados de libre de comercio laterales, porque los países que los firmaron sufrieron una invasión de capitales y productos norteamericanos que los dejaron sin base de sustentación para sus propios agricultores y campesinos, o, en el peor de los casos, como a los guatemaltecos, los mandan a la guerra- no veo razón por la cual no pueda pensarse que sí es posible seguir avanzando en esa otra dirección.

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