Vivir y dejar morir
La irracionalidad del modelo económico
globalizado.
ESCRIBEn
Viviana Demaría
José Fiigueroa
En el mundo casi 9 millones de personas
poseen fortunas individuales que sumadas llegan a los 33,3
trillones de dólares. Ese volumen gigantesco de dinero
equivale al 75% del PBI de todo el globo, o al 95% de lo
que producen los países más ricos. Dicha fortuna
es semejante a 13 veces el PBI anual de América latina
y el Caribe. Esta minoría de ricos sólo representa
el 6,5% de la población del mundo, pero sus decisiones
privadas afectan ya no sólo a las instituciones estatal-nacionales;
sino al planeta y a la especie humana.
Cerdos y Fragancias
Cada tres segundos hay un niño
menor de diez años que muere de hambre, en un mundo
donde una de cada seis personas muere anualmente a causa
del hambre o a raíz de sus secuelas.
Esto ocurre en un planeta que podría
alimentar sin problema a 12 mil millones de seres humanos,
o sea, el doble de la humanidad actual (World Food Report
de la FAO sobre agricultura mundial).
Al mismo tiempo -según la ONU-
para satisfacer las necesidades básicas del conjunto
más pobre de la población del planeta, bastaría
con lo que se gasta anualmente en perfumes en Estados Unidos
y Europa.
La irracionalidad del modelo económico
globalizado, tiene otras facetas igualmente patéticas:
la quema de la selva en Brasil para cultivar soja, ha destruido
el 15% de los cuatro millones de kilómetros cuadrados
de la Amazonía; provocando asimismo una serie de
trastornos climáticos ligados directamente con el
avance del calentamiento global. En Argentina, donde el
45% de la agricultura está dedicada sólo a
la soja (15 millones de hectáreas), la soja es –hoy
por hoy– un modelo exitoso de agricultura industrial…
sin agricultores cuyo desarrollo está estimulando
la existencia de un verdadero desierto tóxico y…
verde. Se basa en un consumo de semillas procedentes de
corporaciones, con consumo de herbicidas de corporaciones,
con maquinaria de alta tecnología de corporaciones
cuyo precio final se determina en la Bolsa de Chicago. La
soja está desforestando el norte de Argentina, Paraguay,
el Matto Grosso (Brasil). Eso agrava el conflicto por la
tierra y provoca corrupción. Los que más tajada
sacan son las exportadoras cerealeras, que son corporaciones
extranjeras. Actualmente se está drenando el Río
Paraná, para poder sacar la soja desde el Matto Grosso
y así llevarla a los mercados externos que pagan
en dólares y euros. ¿Cuál es el destino
de esta rentable actividad productiva? Servir de alimento
para la cría de cerdos, pollos y vacas en Europa.
Sin embargo, lo más patético e inmoral no
termina allí: se distribuye en los comedores populares
para “paliar” la desnutrición infantil
de modo que hoy un niño desnutrido ingiere el equivalente
a dos pastillas anticonceptivas diarias porque posee además
de un alto contenido proteico, fitohormonas (hormonas femeninas)
y un inhibidor de calcio, zinc y hierro, importantes para
el crecimiento. Por ello es que entre los niños alimentados
por la campaña “Soja Solidaria”, basadas
en este alimento industrial, hay un alto registro de niñas
con pechos y menstruación no acordes a su edad y
osteoporosis que se suman a la indigencia.
No existe ninguna fatalidad en estos
temas. El orden capitalista y caníbal del mundo mata
personas para maximizar ganancias. En suma, la falta de
alimentos para millones de seres humanos, responde a un
esquema organizado en beneficio del enriquecimiento -ya
sin límites éticos- de un grupo minúsculo
de empresarios transnacionalizados.
El mundo no basta
En el mundo casi 9 millones de personas
poseen fortunas individuales que sumadas llegan a los 33,3
trillones de dólares. Ese volumen gigantesco de dinero
equivale al 75% del PBI de todo el globo, o al 95% de lo
que producen los países más ricos. Dicha fortuna
es semejante a 13 veces el PBI anual de América latina
y el Caribe. Esta minoría de ricos sólo representa
el 6,5% de la población del mundo, pero sus decisiones
privadas afectan ya no sólo a las instituciones estatal-nacionales;
sino al planeta y a la especie humana.
Uno de esos multimillonarios, el Sr.
Johan Eliasch, (donante de varios millones de libras al
Partido Conservador británico, productor de cine,
dueño de la marca deportiva Head, de una fortuna
personal calculada en 510 millones de euros y propietario
de una extensión de 1.600 kilómetros cuadrados
de bosque amazónico en Brasil); tuvo la brillante
idea, ante las calamidades que observó y con un preventivo
sentido “ecologista”, de privatizar el Amazonas.
La propuesta la realizó en un congreso de seguros
organizado por la empresa LLoyds que podría resumirse
del siguiente modo: con la selva amazónica privatizada,
las compañías de seguros reducirían
los costos que deben afrontar por las catástrofes
ocasionadas por los desastres naturales producto de la quema
del Amazonas, tales como tsunamis, huracanes y las silenciosas
y perjudiciales consecuencias del calentamiento global.
Eliasch considera que con 41.000 millones de euros se puede
comprar todo el Amazonas. Y opina que de la mera conservación
del bosque amazónico se puede obtener un suculento
beneficio económico lo que además garantiría
un mejor futuro para las aseguradoras amén de que
quienes sean los flamantes propietarios del pulmón
del planeta que proporciona el 20% del oxígeno del
mundo y el 30% del agua limpia puedan “cobrarle derechos
de emisión de dióxido de carbono” a
otros empresarios, ya que ellos se encargarían de
“transformarlo” en oxígeno. Nada dice
este convencido “ecologista” de la humanidad
sobrante que, de ser así, dependería de voluntades
privadas para respirar.
Porque claro, a partir de allí,
el oxígeno también cotizaría en bolsa.
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