Universidad Nacional de San Juan - Argentina - Marzo 2007 - Año IV - Nº 26

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debate

¿Hacia dónde va Latinoamérica?

Cuatro miradas sobre el presente y el futuro de la región

Por Omar Cereso

DEBATEN

Oscar Mendoza
Dr. Relaciones Internacionales
Docente e investigador FACSO - UNSJ
Autor del libro “Democracia, Mercado, Terrorismo y Guerra Preventiva”
Daniel “Chango” Illanes
Historiador y Periodista
Docente e Investigador FACSO - UNSJ
Autor del libro: “La Historia Social de la Crisis”
Edgardo Mendoza
Historiador y Periodista
Docente FACSO - FFHA - UNSJ
Alejandro Pozzi
Historiador y Especialista en Relaciones Internacionales
Docente FACSO - UNSJ

Desde las ideas desarrollistas que impregnaron los años ‘60, hasta el neoliberalismo salvaje de los ‘90 -pasando por los aires revolucionarios y contra revolucionarios de los ‘70- la historia de Latinoamérica fluctuó entre dos grandes paradigmas político-económicos: el que proponía construir un desarrollo autónomo para la región y el que adhería a la teoría de crecer merced a los beneficios que otorgaba alinearse con los centros mundiales de poder.
Hoy, el panorama es sustancialmente distinto. El escenario político de la región es complejo y heterogéneo; y cualquier intento por situarlo en un paradigma único puede conducir a errores. ¿Qué está pasando en Latinoamérica? ¿Hacia dónde se encamina su futuro?. Sobre estos interrogantes se pronuncian docentes-investigadores que en sus cátedras y proyectos abordan esta problemática.

La política y la economía después de los ‘90

OM: -Gran parte de la región muestra cambios, pero eso no significa que estemos ante un proceso revolucionario. Es más sensato hablar de “un giro a la izquierda” en un proceso complejo y heterogéneo que protagonizan varios gobiernos y cuya principal coincidencia es el énfasis puesto en la política social y en la búsqueda de un modelo económico, que no sólo busque el crecimiento, sino también resultados sociales. La crisis de 2000-2002 dio lugar a respuestas heterodoxas que aún reflejan la situación particular de cada país según los recursos y apoyos externos obtenidos, de allí que sea imposible tratarlas en conjunto.

DI: -Yo diría que hay cambios graduales, gatopardismo y algunos radicales. No es lo mismo el proceso de nacionalizaciones de Venezuela que la creación de Enarsa en Argentina, que coordina e impulsa intereses transnacionales en el área energética, mientras se presenta como garantía del interés nacional. En las reformas bolivianas se percibe un explicable gradualismo. El neoliberalismo extremo ya pasó, pero no del todo. Gran parte de los negocios que ese modelo impuso están vigentes en muchos países, entre ellos la Argentina: el mejor ejemplo es el negocio minero a gran escala, con una legislación sancionada y promulgada desde la óptica neoliberal, que cuenta con el estímulo del gobierno actual.

EM: -Hay cambios, y son la consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales que han provocado grandes fracasos; sólo queda seguir con atención el caso de México, que constituye el último intento de salir adelante con las recetas del F.M.I.. De los nuevos procesos de desarrollo abiertos en la región habría que seguir el eje Argentina-Brasil; indudablemente, el éxito o fracaso de la integración entre estos dos países tendrá repercusiones enormes en toda América Latina. Creo que será una experiencia exitosa, pues para ambos estados la integración es una cuestión estratégica.

AP: Hay cambios, pero sólo en América del Sur, ya que México, América Central y Colombia continúan en los marcos de la ortodoxia del Consenso de Washington. En América del Sur se están aplicando políticas heterodoxas; es decir, hay intervención del estado, control de capitales, algunas políticas activas, así como ejercicio de presión sobre el usufructo o propiedad de recursos estratégicos. Pareciera haber mayor voluntad para fijar una agenda de política económica con distintos márgenes de autonomía, especialmente en casos nacionales y a veces en sectores puntuales, pero aún no se aprecia una política integral alternativa de reemplazo del paradigma anterior, al menos desde una perspectiva regional común.
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La calidad de las democracias

OM: -El balance global es desfavorable. La crisis económica fue tan profunda que socavó la confianza en la democracia y en los sistemas de representación. En recientes encuestas, realizadas en varios países de la región, surgió un dato preocupante: a más del 57% de los encuestados no le importaría vivir en un régimen autoritario si éste le solucionara sus problemas económicos y la falta de seguridad. De tal modo que el proceso político latinoamericano parece favorecer el populismo, las políticas clientelares y la emergencia de liderazgos mesiánicos, fenómenos que atentan contra la calidad institucional de nuestras democracias. Quizás Chile y Uruguay sean la excepción.
DI: -Está mejor que nunca, a pesar de todo. Cuando era niño este continente estaba lleno de Somozas, Trujillos y Batistas; en mi adolescencia y juventud estuvieron los Stroessner, los Onganía, los Castello Branco y los Banzer. Después vinieron los Pinochet y los Videla. Hoy hay liderazgos fuertes, pero es absurdo establecer comparaciones con lo que pasábamos entonces. La democracia tiende a avanzar. Lo que todavía tiene límites es la república, porque ésta exige una ciudadanía más plena, más formada y más definida.

EM: -Puede calificarse como medianamente buena. Para mejorar es imprescindible aumentar significativamente los presupuestos en educación. Un joven francés pasa durante sus primeros 12 años de estudio 32 horas por semana concurriendo a la escuela, un japonés 44 horas y nuestros chicos sólo asisten en promedio unas 20 horas por semana; y un paraguayo tiene suerte si llega a ir a la escuela.

AP: -Creo que es buena, aún en el marco de grandes imperfecciones y carencias. Se advierte una consolidación democrática de la región, con políticas progresivas en materia de derechos humanos, libertades y garantías, sucesión ordenada de gobiernos, elecciones limpias, etc. Esto representa un avance significativo en relación a décadas anteriores; además, hay una tendencia hacia la participación de sectores y minorías históricamente postergadas.
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La integración

OM: -En este escenario no es posible una integración regional. México, América Central y el Caribe, son parte del área de influencia directa de EE.UU.; Colombia, Perú y Chile ya firmaron el ALCA con EE.UU.; los únicos que se oponen parcialmente son Bolivia y el Mercosur. Además, en los últimos dos años han resurgido el armamentismo y los conflictos intrarregionales: Chávez y Uribe recelan uno del otro; Paraguay y Bolivia tienen hipótesis de conflicto. Argentina y Chile tuvieron dificultades por el abastecimiento gasífero; Chile se rearma. También hubo diferencias entre Brasil y Bolivia y Venezuela; Paraguay y Uruguay amenazaron con irse del MERCOSUR; mientras el conflicto por las papeleras parece no tener fin. Ante esto, es insensato alentar una visión optimista de la integración.

DI: -Creo que vamos hacia la integración, soy optimista. Me crié políticamente en la idea de la Nación Latinoamericana. Aprendí de Jorge Abelardo Ramos las ideas bolivarianas en los años setenta; y somos muchos los que pensamos así en América Latina, y son muchos los latinos que piensan así en EE.UU.

EM: -Creo que la integración es posible, pero en el largo plazo.

AP: -No veo posible una integración general de la región. La gran diversidad de intereses políticos y económicos, la dimensión del territorio y las profundas diferencias culturales atentan contra esa posibilidad. Sí parece más viable la posibilidad de acuerdos, intercambios y cooperaciones subregionales.
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El fenómeno Chávez

OM: -La influencia de Chávez en la región es perturbadora. Ningún país del mundo ha progresado sólo practicando un discurso beligerante contra una potencia hegemónica y menos aún justificando las tropelías de los débiles. Chávez construyó un poder hegemónico que avasalla los principios democráticos y republicanos. Esta lógica se sustenta en la idea que un poder excepcional es el único medio para afrontar los problemas heredados. Menem y Fujimori son dos ejemplos de esa forma de ver la política. Hoy ha cambiado el sesgo ideológico pero no las prácticas que devalúan la calidad democrática.

DI: -Su influencia crecerá mucho en los próximos años en el área andina, también en México y Centroamérica. Lo que todavía es lento, es el surgimiento de una macrosubjetividad amplia y plena, que se levante desde los pueblos mismos, y que todavía viene muy mediada por los liderazgos. El siglo XXI tiene diferencias con la lógica bismarckiana. Chávez no es Bismarck, pero es una expresión de la lucha por la identidad; y para un sector gigantesco de América Latina, es quien mejor los representa.

EM: -Chávez es un hecho aislado. Difícilmente pueda asumir un liderazgo continental, ya que tanto en el plano interno como externo le falta reflexión, diálogo y tolerancia. En él predomina la idea de un enfrentamiento a ultranza contra propios y enemigos. Distribuir dinero y realizar inversiones en base a la renta petrolera no es suficiente para convertirse en un referente regional.

AP: -Chávez es un fenómeno particular en el actual escenario político. Su impacto regional es importante, aunque ambiguo, ya que si bien alienta posiciones autonómicas no necesariamente éstas se producen como réplica fiel en sus vecinos subcontinentales. En éstos prevalece la situación interna y el margen de maniobra que puedan alcanzar frente a las presiones de los EEUU. y los sectores del establishment. No creo que pueda convertirse en un líder regional, su posición es muy radical en algunos temas sensibles.
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Recursos estratégicos

OM: -Creo que primero debería indagarse acerca de qué recursos permitirán crecer con equidad y de manera decisiva ¿el petróleo, el gas, la soja, el agua, los servicios o el conocimiento?. Esta tarea aún está pendiente, dado que seguimos oscilando entre los dogmas neoliberales y las viejas recetas de la CEPAL.

DI: -En el caso energético hay dilapidación. Los avances científico-tecnológicos existen, pero el proceso es muy lento. La ciencia y la tecnología tienen que librar una batalla continental para recuperar el camino de la autonomía alimentaria, poner a salvo el medio ambiente del ataque de las transnacionales, no despegarse riesgosamente de la filosofía, preguntando siempre adónde va cada inversión y cada negocio. En eso debe cumplir un papel profundo la Universidad.

EM: -La región está mejor que hace diez años, pero el progreso es lento. La política energética de los ‘90 ha llevado a perder tiempo y recursos. Argentina y Ecuador son los ejemplos más claros. En ciencia y tecnología se invierte poco y no siempre bien; además, prácticamente no existen controles de lo que se hace. Un ejemplo es el CONICET, que no tiene una política de publicación y difusión de todo lo que se investiga.

AP: -Los líderes latinoamericanos están convencidos que una adecuada estrategia en el sector puede ser clave para el futuro socioeconómico de la región. Eso explica porqué se están aplicando incentivos al desarrollo científico-técnico y a la transferencia y adquisición de tecnología. La dinámica de los nuevos paradigmas tecnológicos otorga la posibilidad de adecuarse a los retos de la economía global a partir de políticas flexibles, y la región cuenta con recursos naturales y humanos diferenciales, como así también áreas y políticas de vanguardia, que pueden ser la base de un adelanto general.
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La relación con el Imperio

OM: -EE.UU. seguirá siendo un actor clave para la región. Habrá que prestar especial atención a la marcha de la estrategia adoptada por la administración del presidente Bush después del 11/9, hoy cuestionada en su propio país, por cuanto desde aquí se configura una agenda continental poco favorable para la región. En América del Sur, Chile aparece como el garante y constructor de un orden regional en cooperación con los intereses de EE.UU.; mientras que en la antípoda de esta posición se encuentra Venezuela, que propone un orden alternativo apoyándose en sus ingresos petroleros, que en gran medida provienen de las arcas norteamericanas.

DI: -Si la guerra de Irak termina, América Latina va a subir lugares de importancia en la agenda de EEUU. La idea de patio trasero controlable militarmente terminó, pero en su reemplazo está el control mediático y la “academia global”, mucho más eficientes para la dominación que las operaciones de inteligencia y la violencia política, que han desprestigiado a Washington. La nueva agenda va a incorporar acciones más sutiles.
Argentina, en la próxima presidencia, tratará de situarse como puente entre Washington y Caracas, el tiempo dirá cuánto más cerca queda de un esquema u otro.

EM: -La situación en Medio Oriente es la que demanda la mayor parte de la atención de EE.UU. América Latina seguirá ocupando un segundo o tercer lugar. De todos modos, los países de la región han ganando en dignidad. El último ejemplo es el de Ecuador, donde se eligió un candidato que rechaza de plano los condicionamientos del Banco Mundial y del FMI, los organismos que tradicionalmente han menoscabado los intereses y la dignidad nacional en América Latina.

AP: -Las preocupaciones de EE.UU. pasan por las áreas de seguridad, energía, economía y narcotráfico. Atendiendo este orden de prioridades, América Latina aparece relegada a un segundo plano de atención. Así, su principal interés e injerencia en la región seguirá pasando por lo económico (para atenuar su déficit comercial global) y cierta preocupación geopolítica por el eje Venezuela-Cuba, que ha requerido mayor atención en las últimas semanas.
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Lo que se viene

OM: -Aún no se visualiza un modelo económico alternativo al Consenso de Washington; lo que se aprecia es un conjunto de políticas neodesarrollistas, que hacen gala de un agresivo nacionalismo y un estilo confrontacional con los inversores extranjeros, pero que apenas asoma en un mar de medidas redistribucionistas. Falta ver cómo ocurrirá un cambio estructural basado en un nuevo modelo productivo que ataque los problemas sociales y permita fortalecer la democracia.

DI: -Creo en la posibilidad de un modelo sinérgico: coexistirán por mucho tiempo formas cercanas al socialismo, con formas capitalistas y con un Estado, o un bloque estatal de integración - ya se verá la forma - que avance en el control de lo estratégico. Mientras el norte vaya aprendiendo a dejar de ser imperio, el sur irá diseñándose como Nación. Este es otro siglo, otro tiempo, otra historia.

EM: -Existen grandes posibilidades de encaminarnos a un crecimiento económico sostenido en un marco de relaciones institucionales más creativas y dignas que, de mantenerse, darán frutos en el largo plazo. Siempre respetando el nuevo paradigma de la democracia, que implica tolerancia, respeto y una mayor participación ciudadana en absolutamente todos los aspectos del acontecer social e institucional.

AP: -Pienso que la política latinoamericana va consolidándose en un paradigma democrático, el que estará amenazado por factores tales como la fragmentación social y las carencias en el desarrollo integral, así como la creciente presión de los EE.UU. para militarizar la respuesta al narcotráfico y el descontrol social. Si bien el modelo del Consenso de Washington ha sido fuertemente rebatido, el modelo alternativo no pareciera responder todavía a un patrón claramente definido, sino más bien a una respuesta pragmática con una buena dosis de heterodoxia.

“Estamos ante una oportunidad histórica”

Carlos “Chacho” Alvarez
Presidente de la Comisión Permanente del MERCOSUR
Exclusivo para Revista U

“Sudamérica está hoy ante una gran oportunidad histórica. Primero, porque tiene presidentes que aún pensando distinto están comprometidos con el proceso de integración. Además, todos saben, exceptuando a Chávez y Morales, que el desarrollo de sus países no pasa por confrontar radicalmente con Estados Unidos, sino en mantener una relación madura y autónoma, sabiendo que hay intereses que se pueden conciliar y otros que no. Segundo, porque hay buenas condiciones económicas; por primera vez los indicadores macroeconómicos de todos los países de la región son positivos. Y tercero, porque hay un cambio muy favorable en la geografía del comercio mundial; la incorporación de China al mercado internacional está desplazando, después de dos siglos, el eje del poder comercial desde el Atlántico hacia el Pacífico. Esa es la razón por la cual el corredor bioceánico es una herramienta estratégica para la región y, particularmente, para la Argentina.
Si Sudamérica tiene alguna posibilidad de convertirse en una entidad política supranacional, no debe quedar ninguna duda que el punto de partida es el MERCOSUR, que a pesar de sus falencias no ha dejado de ser la experiencia de integración más exitosa que ha existido en la región”.

 

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