Revista de la Universidad Nacional de San Juan | Septiembre-Octubre 2005 | Año II - Nº 16


El círculo virtuoso de la Extensión Universitaria

El artículo “Extensión: el capital universitario al servicio del bien común“ aparecido en el número anterior de esta revista ha causado cierta sorpresa en la comunidad universitaria, en el sentido conceptual de verla a ésta de manera diferente a la tradicional. Por una cuestión cultural, muchos la asocian a la realización de actividades culturales-artísticas y a actos y eventos protocolares. Sin embargo, como se dijo en ese artículo, la actividad de extensión universitaria es más que eso, es aquella actividad que permite la vinculación, articulación y transferencia de conocimiento y saberes desde la Universidad hacia la Sociedad, tanto en los aspectos tecnológicos como culturales. A través de la extensión universitaria se pone en marcha un proceso interactivo, entre los agentes universitarios y la comunidad, permitiendo la construcción de un círculo virtuoso, en el cual la Universidad oferta a la sociedad toda su producción de saberes científicos, tecnológicos y de creación y, a su vez, la sociedad demanda su apropiación y uso para la resolución de problemas prioritarios y contribuir a su desarrollo.

La transferencia de conocimiento y saberes útiles desde la Universidad a la Sociedad contribuye a producir cambios positivos y significativos en el medio en el cual se inserta. Por ejemplo, puede contribuir significativamente a mejorar la competitividad de su aparato productivo, transformar sus ventajas comparativas en competitivas, mejorar los procesos de aprendizaje y capacitación permanente, y en lo cultural, generar cambios positivos en la estructura de pensamiento y comportamiento de nuestra Sociedad. A su vez, en ese proceso de interacción la Universidad se realimenta a partir de la detección e identificación de necesidades y carencias de la Sociedad, presentes, de corto, mediano y largo plazo, para así reorientar contenidos curriculares y actividades de docencia e investigación.
En este contexto podemos decir que las Cátedras, los Departamentos, los Centros e Institutos de Investigación y Creación que realizan trabajos de servicios y asistencia altamente especializados a terceros están haciendo extensión universitaria. Y a los docentes que ejecutan dichas acciones, podríamos llamarlos extensionistas. Sin embrago, es poco común llamarse docente-extensionista ante la comunidad, al parecer es menos elegante que presentarse como docente-investigador o docente-creador. ¿Por qué suena menos elegante llamarse docente-extensionista? Por supuesto, que a nivel internacional esa es la denominación común para todos aquellos docentes que realizan actividades de investigación, desarrollo, innovación y creación. La primera componente está vinculada a actividades científicas (que tienden a buscar descubrimientos y a entender cómo funcionan las cosas, contribuyendo a expandir la frontera del conocimiento). Mientras que la extensión está directamente relacionada con las tres últimas componentes, desarrollo, innovación y creación, vinculadas principalmente a los tecnólogos y creadores que buscan producir cambios culturales y en la forma de hacer las cosas.

Sin embargo, en nuestro país, en general el docente que hace investigación aplicada-experimental y creación artística, y transfiere de alguna manera los resultados a la Sociedad, “sin saberlo” está haciendo una actividad de extensión. Este hecho, entre otros, hizo que poco o nada se valorizara esta actividad, a tal punto que en la evolución de las actividades sustantivas de las universidades la extensión fue la de menor desarrollo o importancia en relación a la docencia y la investigación. Esto se ve reflejado en los bajos presupuestos universitarios asignados a la extensión universitaria. En nuestra universidad recién en el 98 con la elaboración de la Ord. 06/98-CS, durante la gestión del Ing. Del Bono, se ejecuta por primera vez una directiva que estaba explícita en el Estatuto de la Universidad referida al llamado a proyectos de extensión. La puesta en marcha de la convocatoria a proyectos de extensión fue recién en 1999 cuando el CS los aprueba pero sin financiamiento. Recién en el 2003 durante la gestión del actual Rector, Dr. Benjamín Kuchen, y apoyándose rigurosamente en la aplicación de la Ord. 06/98-CS se asignan fondos del presupuesto ordinario de la Universidad para el financiamiento específico de los primeros proyectos de extensión.

A nivel nacional, la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) creó oportunamente un programa de incentivos a la investigación, orientada a todos aquellos docentes que no realizaban actividades de investigación. En dicho programa no se jerarquizó la actividad de extensión, transferencia o creación, hecho que se vio y se ve reflejado en el poco peso que tiene esta actividad en la evaluación de los antecedentes de los docentes para su promoción dentro de dicho Programa. Similar situación sucede en el CONICET, donde la extensión o transferencia pesa poco o nada frente la actividad puramente científica, evaluando para el ingreso o promoción principalmente la producción de papers.

Tanto la SPU como la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SeCyT) han detectado y observado con preocupación que una de las fallas más importantes del Sistema Nacional de Innovación es el bajo desempeño de las interfases entre los sectores de conocimiento y los productivos, entre ellas, las Unidades de Vinculación Tecnológica y las Secretarías de Extensión de las universidades. Un cambio en el sentido de resolver dicho problema, es que se comienza a revalorizar y reconceptualizar la extensión universitaria desde el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Desde la SPU se crea la Red de Unidades de Vinculación Tecnológica y se asignan fondos específicos para su fortalecimiento. En ese mismo período se inicia la apertura a proyectos de extensión financiados por dicha Secretaría. En esa misma orientación, la SeCyT propone una matriz de evaluación de proyectos de innovación productiva del FONTAR (Fondo Tecnológico Argentino, orientado a financiar a Empresas), en todas sus líneas de financiamiento, que pondera de manera significativa a aquellos proyectos en los cuales participan grupos de investigación (extensionistas) de las universidades.

Es por esto que en esta gestión de la UNSJ se intentará revalorizar y reconceptualizar la función de la extensión universitaria. Es necesario que todos comencemos a jerarquizar, valorar y desarrollar esta actividad, relegada por años y considerada hoy como estratégica para aportar al desarrollo social y económico del país. El desafío de nuestra comunidad estará dado en la formación de recursos humanos emprendedores altamente calificados y en la creación y perfeccionamiento de los mecanismos de vinculación, articulación y transferencia del capital de saberes de la Universidad a la Sociedad. De manera tal que posibilite a docentes, investigadores, creadores y estudiantes dar respuestas a problemas prioritarios y concretos relacionados con los sectores productivos, sociales y educativos-culturales de San Juan y nuestro país. En próximos artículos se presentarán y describirán algunos de los mecanismos de articulación y transferencia, como así también de evaluación.

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